Por Cristina Beltrán.
Fotos: C.C.
El vestíbulo de nuestro Teatro Principal ha resultado ser perfecto como lugar de eventos, para presentar libros es ya de obligada cita, brilla con el tipo de iluminación matizada y es muy elegante, se realzan todos los rincones que desee observar, quedamos el lunes 13 de marzo a las 20h. Carlos Calvo hará fotos y yo, a pesar de mi operación a boca abierta y con flemón incluido, tomaré apuntes para un reportaje de la presentación del libro “Alguien hablará de nosotros” de Irene Vallejo, muy estimada por él.
Irene está de perfecta anfitriona, fina y elegante posa con soltura para las fotos, sonríe al niño perdido que soporta los toqueteos de sus rizos por las personas allegadas que quieren besarlo, y abrazarlo. En brazos de su padre se encuentra seguro, ya en el suelo, escudriña entre muchas piernas y mira hacia arriba sorprendido. Se retiran al fondo para no restar protagonismo a su madre y alejarse un poco de tanta afabilidad.
Ella ha empezado a firmar libros antes de la presentación, por las ansiosas lectoras que no van a ser capaces de hacer fila después, y por las prisas que tendrán a la salida.
Se ve a Carlos entre los de la sesión de fotos, no me ve, hay mucha gente conocida, culta y amable que se buscan con la mirada y asienten sonriendo con sus gestos. Ole, ole! Alé, alé que empezamos.
Si seguro, alguien hablará de ti Irene, (saluda con la mano a las amigas asistentes, sorprendidas de la buena convocatoria). En la mesa todo está preparado, incluidos los presentadores.
Toma la palabra Alfonso Castano de Antígona va a ser breve, comenta temas de dinero y tiempo y se presenta como director de la Editorial desde que hace siete años emprendieron este bonito proyecto, si bien en principio no entraban presentaciones ni ediciones como las de Irene, pero de la que no solamente están orgullosos, sino que además les está resultando rentable y les ocasiona mucho trabajo de lo cual están encantados. Se trata de una selección amplia de las columnas que salen en el Heraldo de Aragón, el trabajo de la portada realizado por Alberto Gamón con el que llevan ya trece colaboraciones este año, con gran éxito por lo acertado de las ilustraciones y la aceptación de lectores.
Encarna Samitier, y lo muestra en la cara, empieza hablando de su gran alegría de estar acompañando hoy a la autora, recordando el momento en el que de la mano de Guillermo Fatás entró en su despacho, en el año 2008, con un curriculum vitae impresionante, dos doctorados, 2 libros escritos y 2 cuentos infantiles…en fin apabullante. La propuesta que le presentaban de escribir la actualidad a la luz de los clásicos la sorprendió. Encarna relata cómo dentro del periodismo desbordante se encuentran remansos como Irene Vallejo en sus columnas de palabra para serenar y elegir. (No entiendo porque constantemente hablan en masculino). La autora vocaliza y enfatiza como experta sin dejar de sonreír y contar calmada su conversación, voz fina y gestual, gran lectora de columnas, hace ocho años que cada lunes contamos con las suyas recorriendo el tiempo en sentido inverso, olvidando la tiranía del tiempo y los días que somos tiempo o que no tenemos tiempo.
Irene nos envía mensajes que van al corazón para amueblar la mente y al revés, como fantasma del corto plazo, dejando a un lado a políticos de cortas miras y los temas que nos preocupan en las esferas públicas y privadas. Pone a los clásicos más actuales, como contrapeso, son pasajeros, son estables, es como si todo hubiera cambiado para quedarse como estaba. Es un error pensar que lo nuevo rompe las tradiciones.
Admiran -Encarna e Irene- a los profesores de latín y griego porque merecen mucho respeto y buenas condiciones para desarrollar su trabajo.
Nos introduce en una narración sobre los Lotófagos, cuando Ulises llega con sus hombres en el largo viaje por mar a esa isla en la que tan bien se encuentran en un limbo estable y estático, Ulises los obliga a recordar, a salir y esforzarse para continuar en lo real y por eso, todos queremos ser inolvidables, debemos recordar, hay que combatir, escuchar, aprender y leer, que es la contraseña para entrar en el país de los libros y la lectura. La intervención de Encarna Samitier ha estado sobresaliente, reconozco que para mi sorpresa.
Irene nos da una lección más con su intervención y nos habla de la portada del centauro Quirón, el educador de la unión entre pasado y presente. Da las gracias a su pequeño niño Pedro por estar ahí y a Enrique su compañero por hacer siempre lo posible.
Salimos del ensimismamiento, de ese oasis en el tiempo que supone esta presentación y volvemos al presente en el que las sillas se mueven y las personas se levantan, el torbellino que viene después no me interesa, el libro sí, talvez un día tenga ocasión, e Irene me lo firme y dedique, de momento sigo en el anonimato, tanta perfección para este día ya satura, prefiero marchar sin despedidas.
No estoy en momentos de cosas que no me importan en exceso, podría escribir, por ejemplo, que el libro lo compré porque me parece perfecto para que lo lea la persona que más importa en el mundo, porque es una lectura buena, positiva y que te saca del abismo y te lleva a pensar serenamente y en positivo. Trataré de marcharme discretamente.
Carlos! Pero chico, ¿para esto me haces venir? desaparecido! ¡Ingrato! ¿Dónde coño te has metido? Claro tus deberes de padre te reclaman y yo, aquí colgada, con el libro en la mano, y sin tan siquiera presentarme a Irene. Tal vez algún día tengamos la oportunidad de hablar sobre ella y sus escritos.