Por Martín Ballonga
¡Un éxito sin igual del Pollo Urbano!. Una sección con píldoras, runrunes y comentarios que nos llevaran por pequeñas pistas a caminos de interés asegurado para nuestros lectores ¡No te la pierdas!
‘De subvención incierta’ es el título del documental de Émili Casavieja que trata de la obra y milagros de José Luis Rano, artista que antaño mamó de allí, hogaño de acá, camuflado en una pátina de progresía a prueba de chuzos. “Con Podemos… ¡podemos seguir chupando!”, afirma la pareja con certeza.
La penúltima jerominada. “Mi perro se ha muerto de cáncer”, le dijo Jerónimo Blasco a su amigo del alma. “¿Cáncer de qué?”, le preguntó el amigo. “Cáncer de perro”, dijo Jeromín, muy serio.
Si el dueño de un perro es responsable de que no orine en una acera o de retirar sus excrecencias, ¿la policía local debe retirar las boñigas que sueltan sus equinos a placer cuando patrullan por la urbe? ¿O las debería aprovechar Juan Alberto Belloch como nutrientes de sus plantas del consistorio?
El académico andaluz Antonio Muñoz Molina, que estuvo en Zaragoza presentando su última novela, confundió a Yogi Berra, beibolista americano, con el Oso Yogui (Yogi Bear). Una de las salidas más ingeniosas de Berra dice: “Corta la pizza en cuatro pedazos, no tengo tanta hambre como para comerme seis”.
Cada día que pasa, el parecido físico de Ángel Guinda con el desaparecido actor francés Louis de Funès es más notorio. Por comparar en poética, Ángel González se parece más a Campoamor que a Machado; Gimferrer, más al pomposo Rubén Darío que al hondo Juan Ramón Jiménez. O, en novela, Muñoz Molina es un cecijunto Blasco Ibáñez de pueblo; Manuel Vicent, un Gabriel Miró avinagrado; Delibes, la momia de Azorín, y las alomas, soledades y demás emplumadas marujas locales, apenas unas pardobazanas de corral.
Sin ir más lejos, la escritora zaragozana Soledad Puértolas dice que su nombre siempre le afectó. No en la vida literaria, sino en la vida. De pequeña, le gustaba, tenía un sonido bonito y no era nada frecuente, pero el significado le inquietaba. No le gustaba nada sentirse sola, le asustaba. Con el paso del tiempo, se ha ido haciendo una persona solitaria y estar entre la gente le cansa. Nosotros le aconsejamos que se ocupe de la ‘g’ (de gemido), la letra de su sillón en la academia. Da pie a muchas historias y pocas soledades.
Aloma Rodríguez, otra que tal, podrá decir misa, pero la novela de su amiga Eva Puyó, ‘Ropa tendida’, no es ninguna maravilla, como ella dice. Lo de Isabel Bono se lo perdonamos. Una cosa es la amistad y otra el compadreo. A ver si espabilamos.
El libro que sí nos ha gustado sobremanera es el último de Ismael Grasa, ‘El jardín’, cinco relatos bien escritos y estructurados, de gran poder de observación sobre los detalles menores de la vida, a través de unos personajes que quieren encontrar la vía de escape a la opresiva realidad. Enhorabuena. Publica Xordica.
También de la editorial Xordica es ‘Cerca de casa’, un volumen compuesto por una cincuentena de reseñas escritas por Luis Alegre durante los últimos años en el decano de la prensa regional. Dice nuestro redactor cultural que aparecen nombres y más nombres, más de mil, entre familiares, amigos y saludados. Al parecer, muchos de los no reseñados se llevaron un cabreo de la hostia. Uno de ellos dijo: “Aunque el marrano siga siendo blanco, la morcilla es negra”.
Y entre tanto juntaletra pocos han leído al gran Robert Stone, recientemente fallecido, que salió a conocer el mundo para poder contarlo, una especie de versión gonzo y alucinada de Graham Greene. Sus héroes, oscuros y desencantados, son eternos extranjeros en todas partes. No vivió para escribir, escribió para vivir. Y a lo grande, durante un tiempo. Los que le llamaron perdedor tendrían que ponerlo entre comillas. Pocos saben que estuvo en Zaragoza, allá por 1990, y nosotros tuvimos la suerte de estar con él, siempre con sus güisquis ‘dobleuves’ de repetición. “¿Doble o nada?”, solía decir, en un español mejicanizante.
Es curioso el perverso interés del ser humano por su ‘doble’, por ese tú mismo que no eres tú sino tu antípoda y que suele ser recogido en la literatura y el cine como metáfora de todo lo que no eres ni tienes. Que se lo digan, si no, a Luis del Val, que cada día que pasa se parece más a Octavio Paz.
O que se lo digan a Juan Domínguez Lasierra, que en la presentación del libro de Eugenio Mateo ‘Historias con mucho cuento’ lo confundieron con el pintor José Luis Gamboa. Y es que en el volumen de cuentos de nuestro querido Mateo han colaborado un nutrido grupo de pintores, dibujantes e ilustradores, y algunos no se conocían entre sí, solo por fotos. Mientras tanto, Gamboa se pasó el domingo en la sierra, escribiendo…
Quien no escribirá más es el gran José Luis Alvite, que se ha ido y nos sentimos un poco más solos, pero siempre queda y quedará su lenguaje descarnado y canalla y el placer de la relectura. Uno de los grandes escritores de periódicos contemporáneos, el último mohicano, que labró su escritura con columnas que eran literatura pura, fábulas de serie negra.
Acaso el penúltimo mohicano fuera Francisco Umbral, del que ahora se recuperan sus primeros escritos, allá por Valladolid y León. Umbral fue quien mejor incrustó las citas literarias en el cuerpo de los textos. Antes, incluso, de que esa fauna del café Gijón, de hombres junto a veladores, mesas de mármol, murmullos, cigarrillos y mansos cafés con leche, el terciopelo, los espejos, el reloj de pared, los uniformes blancuzcos de los camareros, estuviera esperando alguien quien le escriba.
Quien no deja títere con cabeza es nuestro amigo Gregorio Morán en su libro ‘El cura y los mandarines’, donde desgrana con acritud parte de la cultura española de medio siglo y desliza juicios a veces atroces sobre escritores consagrados a los que descuartiza sin piedad: Fernando Lázaro Carreter, Muñoz Molina, Javier Marías, Dámaso Alonso, Cela… Nos pusimos en contacto con él y nos ha garantizado varios artículos sobre la literatura aragonesa contemporánea, de la que se ha leído (casi) todo. Calificará a nuestros escritores de cero a diez. Nos vamos a divertir, porque Morán no se casa con nadie y nos recuerda el agudo refrán: “Soy amigo de Platón, pero lo soy más de la verdad”.
Y es que Zaragoza parece el nuevo centro del mundo literario. Lo afirmó Sergio del Molino, en la presentación de su obra ‘Lo que a nadie le importa’, una crónica de su vida mezclada con la de su abuelo: “En esta tierra surgen escritores debajo de cada baldosa”. Según el escritor, esta ciudad, en cuanto al poder literario, es paralela a Madrid o Barcelona. Si existen universos paralelos, decimos nosotros, ¿por qué hay tantos lelos en este?
Parece evidente que el partido Levante-Real Zaragoza disputado en mayo de 2011 estuvo amañado. El equipo (a)maño que presidía el ínclito Agapito Iglesias ganó fraudulentamente y se libró del descenso. El fútbol reclama con urgencia una aclaración de normas y procedimientos. Que si sobornos, maletines, manipulación de los resultados para engordar apuestas, deuda, agentes intermediarios, connivencia con la ingeniería urbanística e inmobiliaria… Ya lo dijo Salomón, el fútbol reclama una solución.
Y es que hace años el nombre de Agapito Iglesias aparece más en las crónicas de tribunales que en las deportivas. El pasado verano vendió sus acciones y dejó de ser el dueño del Real Zaragoza. Por entonces ya llevaba tiempo inmerso en investigaciones judiciales por presunta corrupción y sospechosos negocios trabajados al calor del PSOE en Aragón. Mientras el club zozobraba, le fueron llegando multimillonarias adjudicaciones de obras desde el gobierno regional que presidía otro Iglesias, Marcelino. En solo cinco años el club llegó a recibir 25 millones de euros de las arcas autonómicas, canalizados a través de la radiotelevisión autonómica aragonesa, dirigida por el ínclito Pepe Quílez, que hizo de intermediaria con sumisa diligencia ante las directrices que le llegaban desde el ejecutivo socialista.
En el caso Plaza –decenas y decenas de millones volatizados- también está imputado el exviceconsejero aragonés de obras públicas, marido de la exsecretaria de estado Eva Almunia y del más íntimo círculo de confianza del ‘marcelinato’ ¿Por qué todos los que quieren salvarnos lo han puesto todo antes patas arriba?
Bombazo editorial. Después de sus últimos éxitos literarios, la obra de José Luis Corral será traducida al castellano. Si quieren rigor historicista, no se olviden del agudo novelista.
Más bombazos editoriales. Juan Bolea desea escribir teatro, uno de sus sueños incumplidos. De momento nos endilga ‘Parecido a un asesinato’ –nunca mejor dicho- y ya tiene preparada otra aventura de Martina de Santo con Ediciones B. Esta vez el personaje va a ir a Jerusalén, a Tierra Santa, para desvelar uno de sus enrevesados casos. Ya saben, todos los que se mudan a las afueras son unos excéntricos.
Por mucho que la presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, se suba al carro del optimismo económico de Rajoy no puede obviar que “la tormenta” –como llama ella a la crisis- habrá pasado pero ha dejado muchos rastros. Se puede ser todo lo optimista que se quiera, pero la realidad es más compleja. Ya lo decía Groucho Marx: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.
Contra todo pronóstico, Antonio López ‘Matusalén’ acabó su retrato de la familia real antes de la proclamación de la IV República. Es uno de los pintores menos prolíficos de la historia del arte y sus encargos se eternizan. En esto se parece a Víctor Erice en cine, con quien rodó ‘El sol del membrillo’. Más que un cuadro, muy discutible en su ejecución, es una imagen congelada de la historia de España. Una forma de actualizar su retrato sería colocar arrugas a Juan Carlos y Sofía, incorporar a Letizia y ponerles en la mano un móvil, pero esos añadidos llevarían otros veinte años de trabajo y eso ya no es posible. Si además hubiese que borrar a las infantas, sería la obra interminable.
Mucho bombo a la fotografía real de Antonio López y aquí, en Zaragoza, ningún medio se ha hecho eco (solo nosotros, como siempre) de la gran exposición de Alfonso Val Ortego en el Colegio de arquitectos de Aragón, uno de los artistas contemporáneos más soberanos. Sus doce retratos imprevistos se aglutinan en un corpus decididamente majestuoso, pintura de máxima exigencia Y los críticos de arte hablando de las mariposas. Comunidad tremenda la nuestra, que devora a generaciones enteras, condenándolas a la subasta o a la almoneda…
No cabe duda de que Ortega Cano le ha sentado bien su estancia en la cárcel de Zuera. Salió con un permiso de varios días con un aspecto rejuvenecido, sin canas. En algunas parcelas, en la cárcel se vive mejor que fuera. En la de Zuera, los presos preventivos pueden practicar biodanza, que imparte la profesora oscense Beatriz Benabarre, para superar “una incógnita existencial muy negativa”. A pesar del derrame de optimismo del presidente del gobierno, nosotros recomendamos a los parados, los pobres o los enfermos unas clases de biodanza. Y un bote de tinte.
Explosivas declaraciones de Humberto Vadillo en una de sus últimas presentaciones, con número de lotería o sin él: “Después de la cuesta de enero, ya solo nos quedan las de febrero (que solo tiene veintiocho), marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre…”.
No hay más que ver a su amigo Arturo Fernández –no confundir con el ‘chatín’ actor- para darse cuenta que nuestro espía favorito, el pequeño Nicolás, tiene gustos de señora mayor también en lo musical. Por eso no nos sorprendió que se decantase por ‘Un millón de amigos’, de Luis Alegre. Perdón, de Roberto Carlos.
Nos ha gustado mucho el documental ‘Bigas Luna, el buen anfitrión’, de los responsables de ese otro estupendo ‘Pertegaz, el hombre que vestía a los cisnes’, dentro del espacio televisivo ‘Imprescindibles’. Actores, mujer, hija, estudiosos, galeristas, amigos, productores y guionistas desfilan por sus imágenes aportando un dato, un recuerdo que nos acercan al realizador. Un Bigas Luna que, si bien su obra resulta muy discutible, es retratado impecablemente. Pero, ay, echamos en falta sus puestas en escena del cabaret El Plata, de las que no se mencionan nada. Ni del cambio de ubicación de la pilarista ofrenda floral. Nos comentan que Luis Alegre, al verlo, se puso de los nervios…
El poeta Venancio Rodríguez Sanz fue expulsado de la tertulia que se celebra todos los lunes en el café Van Gogh por hacer poesías eróticas y con palabras mal sonantes. Los linchadores, sin embargo, se apuntaron a las manifestaciones en apoyo a la libertad de expresión en favor de ‘Charlie Hebdo’. El poeta, para quien esa presencia en la manifestación fue un insulto a los muertos de Francia, les dedicó este poema sin desperdicio: “No me habléis de cultura / no me habléis de libertad, /no me habléis del amor, / porque son fango / que hay que estar dispuesto a pisar. / Si antaño / delante de los grises corristeis, / ahora, vosotros lo sois. / ¡Grises, grises, grises, grises! / Poesías grises, / de grises personas, / corazones grises, / de grises intenciones. / Y ahora, / ¿de dónde me vais a echar? / Y ahora, / os amenazo: ¡¡¡Grises!!!”.
Por temor a una represalia del islamismo radical, el consistorio zaragozano ha decidido sustituir, para las próximas fiestas pilaristas, el cabezudo del morico por un supermaño del dibujante Alberto Calvo. “No queremos ofender a esos cabrones”, dijo, muy serio, el alcalde Juan Alberto Belloch.
Las rondas aragonesas han vuelto a Zaragoza de la mano de la asociación del Gallo de la Magdalena, popular barrio en el que nacieron célebres joteros. La madrina de esta tradición perdida ha sido Corita Viamonte. Entre otras, cantó: “Debajo del puente piedraaá / tengo escondido un melooón; / no se lo digas a nadieeé… / y te daré una tajadicaaá”…
