Los polis contra los manguis en Uncastillo

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Por Don Quiterio

  La decimosexta edición de las jornadas de cine mudo de Uncastillo, que organiza anualmente la asociación cultural La Lonjeta y coordinan Josu Azcona y Carmen Giménez, versaron esta vez sobre los márgenes de la ley.

    Para ello, se han recuperado películas de la época silente que pusieron, de alguna manera, la primera piedra del cine de gánsteres o flirtearon con el género.  Tres días de tiros, peleas y persecuciones sin voz pero con música en directo, en una combinación de cine negro, comedias criminales y dramas realistas. La localidad zaragozana de Uncastillo, una vez más, se vistió de blanco y negro para cobijar la magia del cine mudo.

  En estas jornadas se proyectaron cinco cortometrajes realizados entre 1912 y 1920: ‘Los mosqueteros de Pig Alley’, de David Ward Grifftih, considerado como el primer filme de tema gansteril de la historia, e introduce algunos elementos representativos del género como la lucha entre bandas y la corrupción policial; ‘¿Los ladrones son deshonestos?’, una comedia de estafadores dirigida por Gilbert Pratt e interpretada por Harold Lloyd; ‘Convicto 13’, comedia de enredos carcelarios codirigida por Buster Keaton y Edward Cline, y dos piezas de Charles Chaplin, ‘Charlot en la calle de la paz’, donde se hace policía por dinero, y ‘Charlot se evade’, última comedia que el maestro filma bajo la batuta de la Mutual Film Corporation.

  Asimismo, las jornadas proyectaron cuatro largometrajes de indudable interés: ‘La ley del hampa’ (Josef Von Sternberg, 1927), cine negro con triángulo amoroso entre un letrado, un ladrón y la chica de este; ‘Crainquebile’ (Jacques Feyder’, 1922), melodrama basado en la novela de Anatole France; ‘Asfalto’ (Joe May, 1929), historia folletinesca en torno a un honrado policía que se enamora perdidamente de una fugitiva, y ‘La muchacha de Londres’ (Alfred Hitchcock, 1929), thriller que tiene una versión muda y otra sonora, pues a mitad de rodaje llegó el avance técnico.

  A lo largo de estos tres días se sucedieron quince horas de proyecciones acompañadas de algunas bandas sonoras y de música en directo para ambientar las imágenes sobre la pantalla, como hicieran nuestros antepasados. Así, pudimos deleitarnos con piezas al piano (Carmelo Pueyo, Josetxo Fernández de Ortega), a la guitarra (Joaquín Pardinilla, Bartolomeo Barenghi, Fernando Marco), a la viola (José Aurelio Fernández), al teclado (Ignacio Alfayé), a la batería (José Luis Fumanal) o al saxofón (Jesús Gadea). Y en la sesión de apertura se inauguró una exposición del fotógrafo brasileño Sebastiâo Salgado dedicada a la lucha por la tierra.

  Como broche, el galardón anual –una bocina de piedra- lo recibieron este año el festival de Daroca, por hacer del cine un espacio de libertad; ‘La Campana de los perdidos’, por su apoyo a la música y a las proyecciones de cine mudo con música en directo, y el documental dirigido por el valenciano Ramón Alós y producido por el vasco Gaizka Urresti ‘El hombre que quiso ser Segundo’, por recrear y difundir la figura del pionero turolense Segundo de Chomón.

 Tres días, en fin, de tiros, peleas y persecuciones sin voz pero con música en directo. Uncastillo, un año más, se vistió de blanco y negro para cobijar la magia del cine. En estado puro.

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