Café del otro / José Joaquín Beeme

165woody-beeme
Por José Joaquín Beeme

   Esta vez sin trucos narrativos, sin trampas de viejo impostor que todavía cuenta; una historia de amor lineal coast to coast entre buscadores de fortuna espectacular, intrigas de familia (por vía postal, telefónica o directamente confesional) y una variante judaica del gansterismo.

   Pero Café Society es sobre todo Woody Allen porque, fiel a sus infidelidades, la inagotable creatividad de nuestra vida en pareja es sal de su cine. Cuestión de miradas que hablan, de cotidiana teatralidad, de decir los diálogos en su punto de máxima verdad. Hasta el glamour, que se adhiere a esa leyenda del Hollywood pionero, deviene con los sepias de Storaro una revelación íntima, asordinada, cercanísima. Muestrario social nocturno, oferta de bellezas en puja y políticos corrompidos de empresa o viceversa, este café del título, que tuvo su asiento real en Greenwich Village y que a la vez significa dolce far niente, guapura de jet y farándula, está aquí retratado con la ligereza habitual del maestro, más una creciente, inconsolable melancolía que (no soy el primero en notarlo) punza ya desde su voz narradora ochentona y como dimitida. Uno, que ha frecuentado cafés tipo Doña Rosa en sus años de gacetillero, puede sólo soñarse en esos clubes de tronío amparado en la oscuridad de un patio de butacas. Pero ¿cómo, si no, se imagina mi compadre neoyorquino a través de esa serie alter-biográfica que forman sus películas? Cinema Society.

Artículos relacionados :