Solo se vive una vez (28): Estamos como cabras

psolosevivepp
Por Don Quiterio

  Los muertos se acumulan. Ni que estuviésemos en las cunetas de la guerra civil. Uno se muere porque está vivo, escribía Montaigne, y eso siempre es un consuelo. Pero estamos como cabras.

    En España hay mucha cabra, mucho cabrito y mucho cabrón. Que se lo digan, donde esté, al recién fallecido Carlos Velat cuando hizo de soldado republicano, antiguo seminarista, en ‘La vaquilla’ (1985), película rodada en Sos del Rey Católico en la que Berlanga trata en clave humorística la contienda fraticida, y donde fue compañero de fatigas de los zaragozanos Fernando Sancho o Gabriel Latorre. Se conocía a Velat como el Woody Allen catalán, acaso por sus gafas, acaso por su delgado físico, acaso por su aspecto despistado, acaso por esa cara de no haber roto nunca un plato, acaso por su vis cómica no siempre aprovechada. El actor (y doblador), a diferencia del neoyorquino, nunca se puso detrás de la cámara, pero sí estuvo en multitud de ocasiones delante: ‘La oscura historia de la prima Montse’ (Jordi Cadena, 1977), ‘Mi hija Hildegart’ (Fernando Fernán-Gómez, 1977), ‘Las aventuras de Zipi y Zape’ (Enrique Carreras, 1982), ‘El pan debajo del brazo’ (Mariano Ozores, 1984), ‘Sé infiel y no mires con quién’(Fernando Trueba, 1885), ‘El baile del pato’ (Manuel Iborra, 1989), ‘El gran Vázquez’ (Óscar Aibar, 2010)…

  Conocida internacionalmente por la rumba ‘Achilipú, apú, apú’, con ese estribillo enigmático en forma de conjuro oriental, la cantante barcelonesa Dolores Vargas, ‘La Terremoto’, se ha ido al otro barrio. Pasó del flamenco y el cante clásico a experimentar con ritmos como la cumbia, el twist o el funky. Aunque nunca se alejó de la copla, se adaptó a los tiempos yeyés. En el cine intervino en ‘Veraneo en España’ (Miguel Iglesias Bonns, 1955), donde aparece bailando un seguiriya acompañada por el guitarrista Melchor de Marchena. Allí queda claro su saber flamenco. La película, en la que el turiasonense Paco Martínez Soria tiene un papel destacado y es asimismo coguionista, es una sucesión de números musicales degustados por una pareja de turistas anglosajones fascinados por el flamenco y el olé. Intervino, además, en una serie de películas irrelevantes (‘Un torero para la historia’, ‘Torero por alegrías’, ‘Noches andaluzas’), pero en las que se aprecian sus dotes bailaoras, como cuando giraba el brazo extendido sobre sí mismo en rotundo y marcial remolino.

  “Siempre que vuelvas a casa / me pillas en la cocina / embadurnada de harina / con las manos en la masa”. Así empezaba la sintonía del programa ‘Con las manos en la masa’, presentado por la recién fallecida Elena Santonja. Esa sintonía la cantaban Joaquín Sabina y Gloria van Aerssen, que la había escrito a cuatro manos con su hermana Carmen Santonja, con quien formaba el dúo Vainica Doble. Además de presentadora de televisión, fue cocinera, escritora, pintora y actriz. Era bisnieta del gran pintor Eduardo Rosales e hizo matrimonio con el cineasta y escritor Jaime de Armiñán. En cine participó en las dos primeras películas del zaragozano José Luis Borau, ‘Brandy’ (1964) y ‘Crimen de doble filo’ (1965), además de en ‘El verdugo’ (Berlanga, 1961), ‘Un, dos, tres… al escondite inglés’ (Iván Zulueta, 1969), ‘Total’ (José Luis Cuerda, 1983), ‘La marcha verde’ (José Luis García Sánchez, 2001) o la serie ‘Manolito Gafotas’ (2004).

  También ha muerto el zaragozano Pedro Rico, alias ‘Jie-Gao’, uno de los grandes impulsores de las artes marciales en España. Con dieciocho años viajó a San Francisco para cumplir el sueño de practicar lo que había visto en las películas de Bruce Lee. Durante una década fue discípulo directo del maestro Doc Fai Wong, que lo consideraba uno de sus mejores alumnos. Allí ganó numerosos campeonatos. En 1989 regresó a la inmortal, donde creó una escuela y dio clases de Kung Fu en la universidad de Zaragoza. Escribió artículos y libros, y realizó vídeos sobre las artes marciales. Su película de cabecera era ‘Operación dragón’ (Robert Clouse, 1973), donde Bruce Lee combate en enternecedora confraternización racial contra unos villanos refugiados en una casi inaccesible fortaleza. También era fan de la primera incursión de Lee tras la cámara, ‘El furor del dragón’, del mismo año y codirigida por Lo Wei, con dos secuencias literalmente reverenciadas por Rico: el combate entre Bruce Lee y Robert Wall, y el duelo, en pleno coliseo romano, del héroe con Chuck ‘Hostias’ Norris. Para el zaragozano, Lee no pasará a la historia ni como guionista ni como director ni como actor, pero tenía media docena de títulos que lo convirtieron en el Fred Astaire o en el Gene Kelly de las artes marciales, de esa mezcla de coreografía y leñazo.

 

  En un sueño del británico Neville Marriner se acabó una vida musical muy fructífera. Director de orquesta muy vinculado a los alumnos del conservatorio superior de Aragón y al auditorio de Zaragoza, Marriner fue un virtuoso del violín, pero siempre prefirió la batuta. Fue el director de la música que sonaba en la célebre película de Milos Forman ‘Amadeus’ (1984), excelente glosa de las excelencias de Salieri confrontadas a las de quien se llevó el pastel, Mozart, escrita por Peter Shaffer según su propia obra teatral. Uno de los ganchos de aquel filme decía: “Solo dos personas podían dirigir la banda sonora de la película”, y debajo de una foto del propio Mozart y otra de Marriner, el anuncio continuaba: “Uno de ellos no estaba disponible”. Ahora, tampoco el otro.

  Más muertos: José María Ramos Ruiz de Azúa, Fernando Larruquert, José Luis Santos, María Ángeles Saura, Benedikte Pérez Christensen, Amparo Valle… Los muertos -y las muertas-, como se ve, se acumulan. Ni que estuviésemos en las cunetas de la guerra civil. El primero fue jefe de producción y fundó la compañía Frontera Films en Irún junto a Larruquert, también fallecido recientemente y autor de ‘Ama Lur’ (1968, codirigida por Néstor Basterretxa), el primer largometraje hecho por vascos y sobre el País Vasco rodado tras la contienda fraticida. Ramos trabajó en numerosos filmes entre los que figuran ‘Maribel y la extraña familia’ (1960), del zaragozano José María Forqué; ‘Cateto a babor’ (1970), con música del turolense Antón García Abril, y tres películas fotografiadas entre 1970 y 1973 por el zaragozano Emilio Foriscot: ‘En un lugar de la Manga’, ‘Me debes un muerto’ (misión cumplida) y ‘Me has hecho perder el juicio’.

  José Luis Santos era un actor de reparto, seguro y versátil, y de vocación teatral, que hizo sus pinitos en la pantalla con películas a las órdenes de Julio Sánchez Valdés, Fernando Fernán-Gómez, Adolfo Aristaraín, Antonio Mercero, Miguel Albadalejo, Agustín Díaz Yanes, José Luis García Sánchez, Mario Camus, Mariano Barroso e Iñaki Dorronsoro, o en series como ‘Velvet’, ‘Águila roja’, ‘Isabel’, ‘El barco’, ‘Ana y los siete’, ‘El comisario’, ‘Cuéntame’, ‘Aída’ y ‘Amar es para siempre’, estas dos últimas creadas, respectivamente, por los zaragozanos Nacho García Velilla y Eduardo Casanova.

  La oscense María Ángeles Saura fue presidenta de la fundación Antonio Saura, y hermana del pintor y del cineasta Carlos Saura, que ahora comercializa su particular visión de la jota en los cines de toda España, y de la que el arriba firmante hace una aparte en esta sección pollera. La hermana de los artistas era hija adoptiva de Cuenca, ciudad de la que el propio cineasta realizara un hermoso documental. También oscense, la exmodelo Benedikte Pérez Chritiansen, que desfiló por las pasarelas de un gran número de países del mundo, era hija del mítico jugador de baloncesto Jesús Pérez Loriente y esposa del actor y director Paco Mir, artista del grupo Tricicle junto a Carles Sans y Joan Gracia, con quienes colaboró en su incursión cinematográfica de ‘Palace’ (1995), una comedia sin diálogos ambientada en un hotel de lujo que intenta evitar la ruina.

  Por su parte, la entrañable (y guerrera) actriz valenciana Amparo Valle era muy conocida por sus papeles en las telecomedias ‘La que se avecina’, en la que encarnó el papel de la Justi, la madre de Amador, siempre enfrentada a Enrique Pastor, personaje interpretado por el zaragozano José Luis Gil, y ‘Amar es para siempre’, la ya reseñada continuación de ‘Amar en tiempos revueltos’. Valle se subió al escenario por primera vez en 1959 con el drama ‘El delito en la isla de las cabras’, el inicio de una carrera que se extendió en teatro y cine durante sesenta años. En la gran pantalla se estrenó con pequeñas interpretaciones en ‘María Rosa’ (1964), de Armando Moreno, y ‘El certificado’ (1969), de Vicente Lluch, para luego trabajar con cineastas como Pedro Olea, Miguel Picazo, José Luis García Sánchez, Antonio Mercero, Josefina Molina, Diego Galán, Ray Loriga e Icíar Bollaín. En la pequeña pantalla, además de las citadas, intervino en las series ‘Farmacia de guardia’, ‘Canguros’, ‘Siete vidas’, ‘Periodistas’, ‘Manos a la obra’, ‘El comisario’ o ‘Doctor Mateo’.

  Los muertos –y las muertas- se acumulan, sí. Como si estuviéramos en las cunetas de la guerra civil. A una fosa fue la cabra de la legión que acompañó a los gastadores del grupo logístico desde noviembre de 2005 y pasó a reserva para vivir sus últimos días en un refugio de animales de Arcos de la Frontera. Esta mascota nació en Aragón –en realidad un macho cabrío llamado ‘Pepe’- y fue adoptada cuando un grupo de legionarios la encontró en Huesca. Participó en numerosos documentales y reportajes de exaltación de los “eternos valores militares”, con sus primeros planos y todo. ¡A mí la legión! Lo que no sabremos, maldita sea, es si, alguna vez, José Luis Cuerda la hizo subir a una escalera de mano tocando una trompeta abollada. Decididamente, estamos como cabras.

Artículos relacionados :