¡Dios mío!  Qué solos se quedan los vivos / José Luis Llera


Por José Luis Llera Gil

    Qué pena amable lector que tenga que refer¡rme a esta frase tan conocida y manida, texto principal de una muy bonita poesía y ampliamente reflejada  en ella aun cuando en su final sea distinta.

    Numerosos poetas han modificado la palabra final “muertos” por “vivos” y  quiero decir que  también lo he hecho yo aun cuando debo asegurar que nunca antes  he copiado esta expresión en mis artículos.

      por edad estamos al final del camino es por lo que últimamente nos ha tocado pasar de permanecer entre los vivos a echar en falta a los muertos.

    No sé si motivado por la gran pandemia que nos ha asolado, muchos de  nuestros amigos y lógicamente de nuestra similar  edad, ya no están entre nosotros y sí entre cenizas o bajo tierra.

    Cuando sin noticias anteriores me he dirigido a alguno de ellos y no  he tenido respuesta  me ha hecho  pensar que la guadaña  de la muerte les ha llevado para siempre.

   Así recuerdo a quienes hace más de 70  años comencé a convivir con ellos hasta nuestros días. Sé que alguno ha fallecido bien por la covid o por la propia edad, pero DIOS MIO, QUE SOLOS SE QUEDAN LOS VIVOS.

    Compañeros de colegio, profesores religiosos y seglares, amigos del teatro o de la realización cinematográfica, del trabajo, de la política, sacerdotes que me casaron, bautizaron a mis hijos y nietos, celebraron la ceremonia de bodas de hijos, etc. ya no están entre nosotros.

    Cuando les he felicitado el Año Nuevo o la Navidad y no he tenido su habitual respuesta de siempre, me ha hecho pensar con tristeza que han fallecido. Al ser amistades no compartidas con la  familia y no tener la dicha de verlos personalmente, investigo dónde estarán, temiendo siempre lo peor, y recibiendo la confirmación de la triste  noticia.

   Puedo decir que  son alrededor de 40 las personas que me hacen sentir profundamente su pérdida así como la soledad en que vivo, carente de muchos buenos amigos, y teniendo como bandera el refrán  de DIOS MIO. QUE SOLOS SE QUEDAN LOS VIVOS porque ésto es así.

    No cuento en esta cifra mis múltiples amigos que viven en el extranjero, todos ellos surgidos del ámbito profesional,  y cuya permanencia en el mundo está también muy alejada.

    El poeta autor o quienes han usado la frase para sus fines literarios, sin duda habrán sentido una gran tristeza por la pérdida de amigos y otros seres queridos. Pero  A NOSOTROS TAMBIEN nos ha tocado vivirlo y no podemos más que decir DIOS MIO. QUE SOLOS SE QUEDAN LOS VIVOS.  

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