Tiempos violentos y vergonzosos / Manuel Medrano


Por Manuel Medrano
http://manuelmedrano.wordpress.com

   Que vivimos tiempos violentos es obvio. Pero no por los conflictos bélicos exclusivamente.

    Muchas decisiones tomadas durante la epidemia del coronavirus han tenido efectos nefastos, máxime cuando se han impuesto medidas extremistas como las de Macron-Draghi-Trudeau y otros en los respectivos países que dominan. Por cierto, este trío parece sacado del mismo molde político, similar al de Biden aunque en el caso del jefe de los USA hay componentes propios y facetas aún más prehistóricas.

    Entre prohibiciones, cohibiciones, persecuciones, sanciones y tal, como dice un amigo mío, no sé si nos matará un virus, pero van a acabar con nuestra salud mental. Y, añado, con nuestros derechos y libertades, convirtiéndonos en esclavos de las decisiones políticas de tiranuelos que se apoyan en “expertos”, enloquecidos por salir en los medios (cobrando o sacando otra rentabilidad) y, a veces, con intereses económicos farmacéuticos y en otros productos sanitarios que, en ocasiones, pueden rozar lo delictivo.

    Sí, se ha ejercido violencia, segregación y poder omnímodo sobre millones de personas. Con vaivenes frecuentemente motivados por intereses políticos, más que sanitarios. Y esto, me da la impresión, no ha acabado, véase la incomprensible situación actual en Shanghái.

     Luego está el conflicto bélico en Ucrania, violento pero con elementos que, produciendo una tremenda vergüenza, no se señalan convenientemente. Ha quedado clarísimo: mandan los USA, deciden los USA, por la OTAN, por la Unión Europea, por ti, por mí, y por quien haga falta. Dicen los USA: no consumáis combustibles rusos, ya os los vendo yo, mucho más caros eso sí. A otros países (Eslovaquia, Polonia, Países Bálticos) les dice: dale tus armas obsoletas a Ucrania, que yo te vendo nuevas a ti, aunque serán de antepenúltima generación. Algunos países como Alemania o Canadá, entre otros, también han vendido armamento y blindados durante este conflicto. ¡El negocio es el negocio!

    Total que aún no hemos acabado con el asunto de la epidemia vírica y ya estamos con el negocio de la guerra. Se me dirá que no comento nada de Rusia pero, si lo observan, tampoco lo hago de Ucrania. Ni de la guerra en sí y la enorme tragedia humana que está desencadenando. Ni del fenómeno mediático Zelenski. Ni del histriónico Boris Johnson. Ni de la victoria electoral de Viktor Orbán en Hungría, aplastante. Ni de España, mi querido país. Porque, como investigador, para hablar de esas cosas me faltan fuentes de información mínimamente objetivas, contrastadas y contrastables, y a eso es dificilísimo acceder. Si fuese tertuliano, entonces si opinaría de todo y sobre todo y, si hiciese falta, en el sentido que se me dijese que era conveniente hacerlo. Pero no lo soy.

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