Por Raúl Navarro “Kynos”
Un débil rumor llama a otras consciencias…
Mientras el cielo guarda receloso,
peligros inmediatos.
Ángeles…
Transparentes inquilinos,
de verticales espacios que anochecen.
Que viajan allá donde viva el último hombre.
A remotas tierras, desérticas regiones
limítrofes a la amargura.
Cuerpos de plata azulados.
Plumíferas alas, cordones negros, alambres.
Brazo injertado, pesada pierna…
Amputados miembros, que renacen de nuevo
de una herida hambrienta…
El dolor de existir.
Desvalidos guardianes,
siluetas tenues…
Vuestras confesiones vagan unánimes al viento…
Cuando deambuláis por los jardines de piedra,
yermos de tiempo. Arrinconados, desheredados…
Tal vez un amor erróneo,
os hizo aceptar un camino tan aciago…
Y olvidasteis la pasión por existir.
Pero siempre retornáis fortalecidos,
saciados de la amarga fuerza, incapaces
de capitular.
Noto la respiración en vuestros pechos.
El desplegar de la fantasía,
cómplice del durmiente que sueña,
con la ilusión…
De poder despertar algún día.
¡Que silencio, temeréis ahora!
Si alzáis las voces calladas,
propias de seres débiles,
de seres fuertes.
Siempre y cuando,
vuestro corazón esférico,
robado a las máquinas
siga latiendo…
