Y lo hicimos / Jorge Álvarez


Por Jorge Álvarez.

    Comenzó un nuevo año y al vivir al otro lado del océano con él vino el calor.

    O sea, las vacaciones de verano. Y lo primero a resolver es la economía para encararlas sin que sean un problema.

    Con una moneda al borde de desaparecer por la incontrolable inflación hay que pensar, como en una partida de ajedrez, cada movimiento a dar. Analizar los lugares a donde quisiéramos ir junto a los otros, a los posibles desde luego mucho más económicos que los primeros.

    Y se desata un inevitable choque entre la sensatez y los sentimientos. Y tras más de dos años de mirarnos las caras, de dar vueltas en los 110 metros que tiene el piso, de prender y apagar el aire acondicionado y de invertir cientos de horas en series y películas sentados en el sillón la decisión está tomada: nos vamos de vacaciones.

   Comenzó la carrera de munirnos del Pase Sanitario de la Ciudad y del de la Nación on line que a cualquier hora del día no funciona. A buscar con mi mujer los cartones donde figuran las vacunas que nos pusimos y sacarles fotos. Necesitamos los originales y una copia en el móvil donde ya hay una carpeta que dice: Salud. Y allí van a parar junto al Pase local.

   Pero como debemos abordar un avión hasta el lugar donde cruzaremos el Río de la Plata en un ferry al Uruguay, la compañía nos exige esta documentación más la recomendación del uso de una doble mascarilla en el vuelo de hora y media.

  Y a elegir la fecha se dijo. El 3 no hay asientos. En el 4 queda uno en clase turista y otro en primera sobre los que nos abalanzamos y pagamos con la tarjeta de débito. Y buscamos el vuelo de regreso, ése que no se quiere tomar porque estaremos en un lugar soñado que bien vale te tomen otra muestra nasal con un hisopo que te hará lagrimear.

    De ése que siendo niño escuchaba a mi padre refiriéndose como “así debe ser el Paraíso”. Y Eduardo tenía razón. Pero para llegar allí hoy hay que correr y ganar una carrera de obstáculos sanitarios.

   El PCR realizado con 72 hs de antelación debe darnos negativo. Y nos dio. Así que hay completar los trámites para salir de la Argentina y embarcar hacia el Uruguay.

     Colonia del Sacramento cada vez está más cerca. ¿Se imagina una ciudad donde el sonido de las olas sea similar al de las copas de los álamos mecidos por el viento de las tardes? Sin semáforos, con gente amable que le saluda al cruzarlo por la calle. Bueno lo dejo porque ya se ve el puerto y voy por el equipaje.

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