Periodismo astorgano y humo / Max Alonso


Por Max Alonso

      Cuando llegó la primavera me dieron una buena noticia que me hizo intuir que iba a ser un buen verano para el periodismo astorgano.

    Al salir por la calle me encontré con el alcalde y le hice confidente del tema. Llegó el verano, con su climatología alterada, pero el vaticinio se cumplió con creces. Alberto Delgado presentó en Madrid su libro de memorias, en el que casi 150 páginas se las dedica a su querida Astorga. Magín Revillo concluyó su tesis doctoral, la defendió y se doctoró. Ya desocupado inició su ciclo de entrevistas en directo o ‘astorvistas’ sobre el pensamiento astorgano de fulanito de tal, en el que a la par que se evocaba al periódico centenario con el que contó la ciudad, desfilaban variados personajes para contarnos su visión de Astorga. Ángel María Fidalgo presentó su libro ‘La Luz de Astorga y la familia Fidalgo’, en el que recordaba al otro periódico que había nacido hacía más de cien años. Solo quedaba ‘El Faro’, el periódico que se imprime actualmente en su segunda época y fue tratado en el ciclo de entrevistas en directo de ‘El pensamiento astorgano de…’

    Así pudo haber sido cerrado el ciclo, pero el Consejo de Administración de El Faro se empeñó en continuarlo con una actuación esperpéntica y campanuda para situar, con su despropósito, a su propio medio en el peldaño más bajo. Me refiero a ese lamentable incidente con el que ha sorprendido arbitrariamente, con un comportamiento ajeno a las buenas maneras, la colaboración que les venía prestando Mercedes Unzeta.

   Cuando se cree uno que está en posesión de la verdad y se niega a contrastarla y comprobarla es prueba inequívoca de que lo que se posee es mentira y en esta Astorga bimilenaria hay mucho, demasiado de eso. Mientras en el Gullón se debatía y analizaba la modernidad de los Novísimos en su cuajado Congreso, en otra parte de Astorga, en su oscuridad y con ocultamiento, como se perpetran los crímenes, se cometía un atentado contra la libertad de expresión y el conocimiento. Las dos caras de una misma moneda, la del estudio y el discernimiento, con la poesía como luminaria, y la rebatiña de la negación.

   La cuestión no es si el Consejo de Administración tenía derecho a hacer lo que ha hecho, sino el cómo lo ha hecho. Ni los genízaros ni los hotentotes lo hubieran hecho tan mal. Estos émulos de caciques trasnochados, que se decía que se acabaron en el siglo XIX, han evidenciado que con ellos han llegado al XXI. Ya hubo en Astorga un tornado, promovido por las fuerzas de la naturaleza. Este ha sido más radical, producido por las fuerzas incontroladas del hombre. No en su parte racional, sino con el argumento de la fuerza, para nada de la razón. No está claro que las tengan o sean válidas, cuando se niegan a darlas. Pegúntale a un toro por qué enviste.

    Se basan en la titularidad y propiedad, que nadie la niega, pero se saltan lo que se llama respeto a las personas, que son los lectores, que estaban siguiendo con interés, tal como costa, la colaboración de Mercedes Unzeta. El relato sobre las laicas beatificadas recientemente y los acontecimientos que la ciudad vivía en aquellos momentos, que buscaba acercarse a la verdad de lo sucedido y con documentos de primera mano, familiares, sobre las tres protagonistas.

    Con posteridad, el presidente del Consejo se niega a dar explicaciones. Porque no las tiene, como se evidencia cuando afirma que era una decisión colegiada y él había previamente dejado claro que no sabía nada. Otro de los consejeros insulta a la autora y la acusa de querer aprovecharse de su periódico para publicar sus sandeces -¿Sabe él lo que son las suyas, que tienen fama?- cuando ya las había publicado en un digital. Su ignorancia –se puede ser profesor universitario e ignorante, o consejero y no saber cuánto son dos más dos- le llevó a desconocer que lo que se estaba publicando se había hecho con la aceptación del responsable periodístico de la publicación y con mucha aceptación de los lectores y que no era lo que se había publicado en el digital, sino una adecuación para hacerles un servicio a los lectores de ‘El Faro’, que por diversas razones no pueden acceder a lo digital. La autora tuvo que tomarse una nueva tarea de adaptación.

    Los empresarios que lo son saben que las empresas pagan. En este caso no, sin ningún beneficio profesional para los autores, que escribir en el Faro no produce lo más mínimo, y menos reconocimiento profesional. Eso se hace por otras razones, como es el servicio a la comunidad, el interés y el amor a la ciudadanía y a los lectores, que es a quienes se sirve, aunque no sea lo mismo administrando y se haga tan mal, con perjuicio para la propia publicación.

   Actuar como energúmenos es cómo actúan los ignorantes solidarios, aunque formen un Consejo. Es el cuento de los caciques, pero tan a destiempo y fuera de siglo, como que estamos en un Estado democrático, aunque ellos lo ignoren, y no estamos en la Dictadura y sus comportamientos propios, que se acabaron hace más de cuarenta años. Si quieren amenazar que amenacen. Será la forma de evidenciar que siguen sin razones. Se equivocaron y no rectificaron, que tiempo han tenido, congratulándose con la equivocación cual las acémilas del cuento, aunque ellos si han demostrado que son humanos, pues tras tropezar han permanecido sin rectificar ni corregir.

    Después de haber tenido un proceder en muchos aspectos similar al de sus congéneres de Villadangos, que hicieron una mofa de votación, que es lo que saben de democracia, para poder negarles un derecho a otros ciudadanos. En aquel caso instancias superiores han tenido que corregirles con la leve justificación de que la ley está por encima y no se burla.

    Puestas las cosas así, a mí, personalmente no me quedaba otra que hacer lo que hice y envié este correo a la atención de Enrique Ramos: Ante los últimos acontecimientos me veo obligado a suspender mis colaboraciones. No puedo mantenerlas en un medio administrado por un conjunto que carece del mínimo nivel ético, intelectual y empresarial y que ha evidenciado su insolvencia para la función que deberían desarrollar y en cambio cocean como lo han hecho. A lo largo de estos dos años he colaborado con doscientas páginas a vuestro trabajo y no puedo menos que agradecer la profesionalidad con la que me habéis tratado. Te manifiesto mi reconocimiento para ti y para todo tu equipo. Un afectuoso saludo.M. A.”

   Aunque no lo sepan los señores consejeros, como los de Villadangos -y la ignorancia no justifica el incumplimiento de la ley- existe un contrato verbal entre las partes, aunque solo sea por una ley tan conservadora y poco sospechosa como la de Fraga Iribarne. Saltarse la figura del director, como ellos empresarialmente y sistemáticamente desde hace años lo vienen haciendo, les sitúa fuera. Si lo suyo es una hoja parroquial, fuera del tiempo y la realidad, al margen de las leyes, que con su pan se lo coman, que conmigo, por dignidad, no cuenten.

    Se han creído con su proceder que son soberanos, como se lo creían los caciques, que se lo sigan creyendo. Escribir en su periódico no te aporta un gramo de dignidad -ellos se la quitan-, ni de prestigio. Que ellos sitúan su boletín decimonónico al margen de la actual sociedad. Con todo el derecho a que se les respete. Como debieran hacer ellos con los demás, pero que ni abusen ni confundan. Que las cacicadas, la última la de Villadangos ya se corrigió, y ahora queda la de ellos.

   Hay que observar que siendo Javier Huerta Calvo catedrático, admirado profesor y docto maestro, regala su talento y hasta su humor en ‘Astorga Redacción’ y le da prestancia al medio y no éste a él. Los ignorantes se creen lo contrario, para reafirmar su condición y no superar sus limitaciones.O cuando de igual manera José Luis Puerto derrama su fina sensibilidad en sus comentarios semanales. ¿Se eleva con el medio o es él el que le eleva –y tanto- al medio? Es Astorga Redacción, una publicación gerencialmente más ponderada, solvente y eficaz, cuando ellos a la suya la colocan tan abajo.

Fuente: https://astorgaredaccion.com/art/28784/periodismo-astorgano-y-humo?fbclid=IwAR0pENVPgfO–4–EOqQLeuQBzJ63I2kvUxFYbG_hO2ys52ABazT9NLXAKg

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