La Leona y la Faraona / André Sierra


Por Andrés Sierra

    La Faraona, alguien de armas tomar, no le tose ni dios. Evidentemente lleva detrás todo un séquito de pseodoaduladores (generalmente machos).

    Es muy calculadora, supongo que no se le descontrola ni un céntimo. En realidad tiene una estructura social encomiable, eso sí (suposición mía) no es dada a ofrecer al prójimo gratuitamente gran cosa. Tiene cultura y es elitista. A priori no habla con cualquiera. 

   La Leona empieza muy pronto en el contexto amoroso, enamorándose hasta el alma de un guaperas, alto y dicharachero, pero mucho mayor que ella.

   El macho alfa aparte (seguramente) de desvirgarla intenta meterla incluso en el mundo de la heroína. Menos mal que se deja aconsejar por su familia y deja al macho alfa.

     Es muy habladora y además habla con cualquiera. No tiene mucha cultura, pero ofrece lo que tiene a quien lo necesita, en definitiva se nota cierta empatía con los débiles, aunque también es de armas tomar contra la mala gente.

    Cómo me gustaría, en mi imaginación, unir en una persona a la Leona y la Faraona.

    Y ahí empieza mi problema, no lo consigo después de mucho tiempo, y llega el momento que me canso, me decepciono, muy seguramente por falta de constancia y empeño.

     Ya me pasó en cierta ocasión cuando me dio por hacer una sinfonía. El compás elegido un tres por cuatro. Las figuras, las negras puestas por orden de prioridad. En el primer compás: Respirar, comer y cagar. Se cierra el compás, en el segundo la primera negra es el sexo y para las dos siguientes notas dudo. No sé si antes el amor y después la amistad o viceversa.

    Se lo comento a un amigo y se decanta (yo, a priori también) por amistad y después amor. Pero este amigo me pone en un aprieto impresionante.

    Para él, el sexo tiene que estar en el primer compás, con lo cual tengo que desplazar una negra, y yo quiero mantener el orden de prioridades… bajo mi concepto. Pienso y pienso en ese reto.

   Al final me agobio y olvido para siempre mi sinfonía. Es decir, otra vez, falta de constancia por mi parte.

  Que bonito hubiera sido en mi imaginación la Leona y la Faraona unidas.

   Siempre me quedo en el intento.

Tiempo atrás quise ir a la luna en bicicleta y no lo conseguí, seguramente puse poco empeño.   

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