Cada loco con su tema / Miguel Clavero

Por Miguel Clavero

      Bodegas Aparicio.  Son las 14:00, hora del ‘vermú’.  No sé si de la tarde, o de la mañana.

     Por estos lares saluda la gente en función de si han comido o no: si lo han hecho darán ‘buenas tardes’ de lo contrario serán los ‘buenos días’. 

   Nota mental: los ingleses, más metódicos ellos, dirían en semejantes circunstancias, independientemente de la ingesta de alimentos de cada cual, siempre buenas tardes, pues  a partir de las doce se inicia el segundo periodo diario de doce horas.  Post Meridiem (PM) lo llaman.

    Así que yo, ‘engatusado’ por esa percepción a la inglesa más lógica y exacta de medir el tiempo decido al entrar, en Bodegas Aparicio, saludar a los ‘parroquianos’ con un ‘buenas tardes’ consciente de la polémica que voy a suscitar pues todos querrán corregirme, aludiendo que aquí nadie ha comido todavía y que en esa circunstancia, es costumbre continuar con el ‘buenos días’, como dios manda… 

    Además, si estás de ‘vermú torero’ es obvio que nadie se ha ido a comer todavía, ni maldita falta que hace.

      “Oye dame tu mano,

      Que tengo comezón.

      Oye dame tu mano,

      quiero rascarme acá,

      quiero rascarme aquí.

      Quiero rascarme allá… “

     Jodo, al entrar veo y oigo a nuestra  Marisol cantando alegremente  coplas picantonas de cuando era Vedette en El Plata. Algo me dice que este vermú se va a alargar más allá de lo habitual. 

—Plas, plas, plas —aplausos generalizados—. Muy bien Marisol, Millán ponle una cerveza que la invito.  Y de paso también a mí que vengo seco. 

 

    Aún sin venir mucho a cuento me aventuro a anunciar a los presentes mis intenciones nada más entrar en el local. Eso sí, después de echar mi primer trago a mi fresquísima Estrella de Galicia, naturalmente, que con todo el ‘amor’ del mundo, (incluida poesía en la servilleta que a modo de tapón nos pone en el botellín —o simplemente para limpiarte los morros— nuestro querido y último Mohicano, o ultimo tabernero de Zaragoza: Millán.

—Buenas tardes chavales: yo venía a hablar de mi libro y tal…

 

    Tras un angustioso segundo de silencio observo cómo acabo de provocar, de manera unánime, risas (algunas realmente escandalosas) de los allí congregados.  Incluidas las de Marisol (nota mental: encima que le invito a una cerveza…) y del tabernero Millán, que suele ser el más prudente de todos pero que esta vez no puede contenerse y se ‘parte’, también, incluyendo una gesticulación de brazos indicando cierto cachondeito al respecto de mi egocéntrica irrupción en el grupo. 

—Mucho ‘descojone’ vislumbro en el ambiente  —exclamo aún cuando no han cesado las risas entre los congregados. Y añado:

—Qué pasa que un conductor de autobuses de línea regular no puede escribir de política?  Porque de actualidad política trata mi libro, o esta reservado sólo para los profesionales más punteros en la materia? Quiero decir lo que pienso!

—Hay que risa, tía Felisa —exclama el otro, el que lleva ya una ‘toña’ tremenda de tanta cerveza consumida.

   Y en éstas, Andrés, otro de los congregados por la gracia del dios Baco, saliendo al paso de la situación dada, colaborador de la revista  El Pollo Urbano, entra en escena para sellar la situación sentenciando al respecto, y añade, desde su percepción filosófica de las cosas:

—“La estupidez humana, en ciertas circunstancias llega a cotas inconmensurables”.

—Vive dios que gran verdad! —añado.  Aunque me temo que en este caso el estúpido soy yo.

—Os canto otra copla picante? —pregunta Marisol.

—Nooooo! —le digo— que empezará a tronar.  Millán, si acaso, nos sirves otra ronda.  Y que sea lo que dios quiera…

    El universo de Berlanga reproducido en vivo y en directo en Bodegas Aparicio.  Y no es una película, es la realidad pura, dura y palpable.

     Millán pon otra ronda…

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