Puesta en escena / Jorge Álvarez


Por Jorge Álvarez
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Si lisonjeo la hermosa / la vendo como el amigo, / y en lo mismo que la digo / estoy sintiendo otra cosa. / Solicito que me quiera; / y, si la vengo a alcanzar, / ya tengo lleno el lugar / de que es muy necia y muy fiera. (Lope de Vega)

    Para explicarle al lector y para que se entienda como discurre la vida por estos lares es que voy a necesitar de la inestimable ayuda de un genio del Siglo de Oro español como lo fue don Lope de Vega y Carpio.

    Miguel de Cervantes, a pesar de su antipatía por él, lo llamó “el monstruo de la naturaleza”, por su fecundidad literaria. Fue capaz de escribir miles de comedias que se atribuyen, unas 8.000 según se estima. De su pluma surgieron obras maestras llevadas al teatro.

    Y allí me quiero detener. De mi paso por el instituto recuerdo, con cariño, a un profesor de Literatura quien a la hora de impartir sus clases y abordar las obras de autores del Siglo de Oro las dotaba de un plus: sus comentarios.

    Sus relatos despertaban mi imaginación. Y del prolífico Lope de Vega recuerdo haber escuchado que era capaz de escribir una obra de teatro durante el día para que se estrenara cada noche. Increíble.

    Pero ¿usted me creería si le digo que en un país del Río de la Plata que se llama Argentina ocurre lo mismo? Venza su escepticismo y siga leyendo, por favor.

    Este gobierno cada día hace una puesta en escena, por cierto sin la calidad de las de Lope de Vega, de una obra de teatro para instalar un tema entre los ciudadanos con el fin de “hacer olvidar problemas”, que son convenientemente minimizados por la prensa que comulga por interés o por convicción con el régimen.

    Entonces para tapar su desastrosa gestión en economía, el default, las deudas con el mundo, el FMI, una cuarentena que se extiende por 120 días, el cierre de miles de negocios, el dólar y la pandemia entre otros se inventa sus enemigos.

    Así un día sube a escena, con las actuaciones de ministros, secretarios, médicos y analistas políticos de poca vergüenza, “Toda la culpa es de los periodistas”, o es del “Campo agroindustrial” o “del gobierno anterior”. Y no puede haber crítica.

   O pueden fabular a sus anchas en comedias sobre obras inexistentes y en otras de acusar a la clase media de lo que a un trasnochado político se le ocurra. Y justificar el por qué ni Diputados ni Senadores no trabajan, ni tampoco hay Justicia, ni medios de transporte o aviones.

   Y el Jefe de Gobierno puede cada 24 horas elegir amigos -temporales o definitivos-, enemigos, aliados, amores, ídolos, viajar en cuarentena, opinar de la vuelta del fútbol, denostar a otros colegas para los cuales él no existe y a gobiernos con la soltura de un inspirado Mel Brooks. La puesta en escena ya lleva más de 200 días y promete extenderse hasta el fin del mandato

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