Adiós a José Sámano y José Oneto / Max Alonso


Por Max Alonso

    Hay días o semanas que las malas noticias se agolpan y se suman. Me ocurrió hace poco.

    Desparecieron cuatro conocidos, dos de ellos viejos amigos de la vida que fueron de épocas lejanas pero cuya amistad había perdurado intermitentemente, sin desaparecer a lo largo de los años.

   Con Jose Sámano de la Brena compartí inquietudes cinematográficas y nos hicimos directores de cine juntos, aunque yo derivé a la televisión y el a la producción. A mí me tocó en aquella lejana juventud protagonizar, cuando lo mío no sería nunca la interpretación,  junto a Marichu, la mujer  de Luis Eduardo Aute,  un corto suyo, titulado ‘Cibeles’, con el que consiguió varios premios internacionales.

   José Sámano produjo con  ‘Actual Films’ uno de mis cortos, ‘Galgooos’. La misma productora con la que años más tarde produjo ‘Operación Ogro’, de Gillo Pontecorvo  y en el teatro ‘Cinco horas con Mario’, de Miguel Delibes.

  Luego tardaríamos años en vernos. Nos reencontramos en el Festival de San Sebastián y muchos años más tarde el me propuso dirigir un viejo proyecto común de juventud,  ‘La Rueda’ pero yo no me animé.

    Con José Oneto coincidí en el Colegio Mayor San Juan de la Cruz. Él como veterano y yo como novato. Se ensañó conmigo haciéndome apagar durante una semana las farolas todavía de gas en la calle madrileña Amapolas y cada día salir corriendo porque él se encargaba de que me persiguieran los serenos.

   Más adelante me ayudó a iniciarme en el periodismo y las primeras artes prácticas del oficio ayudándole en la corresponsalía de ‘France Presse’ y me abrió las puertas de ‘Signo’ en donde debuté haciendo críticas de cine. Años más tarde nos reencontramos en Bilbao. Él ya se había introducido como mercenario en la batalla del periodismo  y a mí me afeó que me hubiera ‘aburguesado’ trabajando como director de televisión en el País Vasco.

   Años más tarde nos reencontramos en Madrid. Iba de la mano con Antonio Asensio en el apogeo del Grupo Zeta e Interviú y me propuso compartir el fondo de corbatas que había conseguido tras una contienda editorial.

    Los dos se han ido en una misma semana con la alevosía de las sorpresas por lo que nunca estas decisiones del destino resultan fáciles de aceptar. Se nos imponen con nostalgia. Por haberles perdido aunque te quede la satisfacción de haber compartido parte de su vida. La sociedad pierde a dos profesionales ejemplares. Esos que tejen el sentido y el funcionamiento de la vida, como en una web vital preexistente, y cuando se van sientes que pierdes una parte de ti mismo. Para eso nos quedamos.

Fuente: http://astorgaredaccion.com/