Realidad y verdad / Agustín Romero Barroso


Por Agustín Romero Barroso
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El pájaro existe porque lo nombro.

Miguel Espinosa

 

Reflexiono sobre consideraciones que hace uno de mis maestros lúcidos: Miguel Espinosa, acerca de la verdad y la realidad y sus consecuencias de asuntos distantes,que alguna vez pueden ser el mismo asunto, pero diversos.

Por lo general se confunde, en ese torbellino previo que es en no pensar, no vivir, o estar alienados, zombis, se chanchullean y trastruecas verdad y realidad. Sobre todo es esencia de todo falsimedios o propaganda al servicio de los de arriba. Cuando uno piensa, ese pensamiento es realidad. Patente; pero necesariamente es verdad. La verdad puede o no puede se acorde con la realidad.

Estimamos que la verdad pueda ser un acuerdo, un pacto con nosotros mismos o entre varios. Mientras que la realidad es ajena a todos nosotros y nos contiene. Somos parte de la realidad; pero en ella jugamos con las verdades y mentiras, que también son parte de ese todo llamado realidad. O sea que la realidad contiene la verdad; pero no la viceversa.

Añadamos que realidad es algo, un significado, un sema, un sentido más exógeno, masculino, externo y seminal al yo de nosotros y ellos, incluso al de vosotros. Y que la verdad es algo más íntimo, endógeno, femenino, más adentro y dentro, más ovárico y más ese yo, tú y ese él. Personales y casi intransferibles estos pronombres.

Tal vez el error de traducción, en los tratados de antiguos ontólogos, que consideraban al ser uno, bueno y bello, por esencia existente. Lo de uno iría referido a real, no a verdad. Esos antiguos ontólogos que se dedicaban a la realidad verdadera del ser y sus estudios y características. . Todo estriba que el ser esencial y antológico, en su prístina literalidad es real, esto es ser uno, bueno y bello. Porque la realidad toda es hermosa y debe serlo por patente y clara. Es la verdad, esa cosa endogámica, la que no siempre es bella ni buena. Por mucho que sea. Y pienso en poemas del último poeta que fue Juan Ramón Jiménez.

Por ejemplo, a los que nos encantan los gatos somos más veraces que reales. A los que flipan o adoran perros, caballos o elefantes son más reales. Y así.

Extraído de Toma del frasco, carrasco (1999), inédito

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