Los eventos en las Artes Plásticas / Manuel Medrano


Por Manuel Medrano
http://manuelmedrano.wordpress.com

    Hace algo más de un año mantuve una serie de interesantes conversaciones con algunos de los más reputados y veteranos artistas plásticos, gráficos y visuales de Aragón acerca de las políticas de impulso a las artes plásticas que eran más productivas para fomentar estas actividades, tanto en lo que se refiere a su faceta de apoyo a los nuevos valores como en lo que respecta a su ámbito profesional, que genera beneficios económicos, “hace industria”, como se suele decir.


    Nadie duda, salvo extrema cortedad mental y cerrilismo, que las artes plásticas, como otras ramas de la cultura, producen beneficios sociales. Pero con este ámbito sucede como con otros (el deporte, por ejemplo): hay un nivel profesional que es el que crea puestos de trabajo, actuaciones exportables, compra materias primas o elaboradas y, tras las ventas, paga impuestos. Y remarcaremos, por enésima vez, que esto no es debido a los gestores culturales, sino a los artistas, galeristas, promotores y empresarios del ramo en general. Esta diferenciación debe tenerse siempre en cuenta.


    Pregunté a estos amigos, pues, qué era lo que más contribuía a la generación de talento, producción de calidad y riqueza en este campo. Y coincidieron todos: los eventos. Más que las becas, la convocatoria de premios o las subvenciones a individuos o grupos.

    Las becas tuvieron y tienen su papel como ayuda económica para la formación de creativos, o para la internacionalización de su labor. Pero hay muchos grandes artistas actuales que nunca obtuvieron, ni solicitaron, una beca. Los premios son un acicate, y obtenerlos proporciona recursos económicos, reconocimiento y material para el curriculum. Pero también hay muchos creativos que tienen éxito como profesionales sin haber obtenido, ni concurrido, a muchos premios. De hecho, el incremento de exposiciones en sala que vemos hoy día es en parte consecuencia de la disminución de convocatorias de premios: los artistas, ante esta circunstancia, se centran en la oferta de exposiciones.

   En cuanto a las ayudas públicas, menguantes y a veces desaparecidas, deben dirigirse a las entidades artísticas sin ánimo de lucro y al fomento de la actividad empresarial artística. Así producirán resultados. Que la subvención vaya a personas individuales o grupos reducidos, o a colectivos que se asocian de repente solo para captar estos fondos, es un error garrafal.

   En los eventos, todo tiene cabida. La presencia de nuevos valores. La muestra de las últimas creaciones de artistas consolidados. La observación de las tendencias más recientes. El intercambio de experiencias y de contactos personales. La mayor y mejor repercusión mediática. La oportunidad de negocio. Y la exportación del trabajo de nuestros artistas. Y son más democráticos, siempre dentro de la exigencia de un nivel de calidad establecido que no debe infringirse so pena de convertir el evento en algo de escasa credibilidad e interés.

    Para organizar eventos artísticos potentes, en Zaragoza, en Aragón, tenemos infraestructura de sobra. El IAACC Pablo Serrano, el Palacio de Sástago, el CDAN en Huesca, espacios expositivos en Museos como el de Zaragoza, Huesca o Teruel, y varios más. Tenemos entidades y colectivos de artistas que pueden ayudar a organizarlos, y mucho. Tenemos, desde luego, artistas vivos y productivos de fama internacional, algunos residentes en Aragón y otros en diversos lugares, pero que mantienen fuertes lazos con su tierra de origen. Tenemos esforzados galeristas y promotores que sobreviven como pueden, pero que años de supervivencia, de trabajo y de magnífica labor avalan como activos fundamentales.

    ¿Qué no tenemos? La voluntad de sumar estos activos y ofrecer al resto de España y al mundo un evento atractivo. O quizá no sabemos hacerlo. No digo que haya que arrancar emulando a ARCOmadrid o Art Shanghai, entre otras cosas porque sería copiar modelos de éxito que ya existen y copiar no es bueno en el arte. Pero habría que intentarlo. O eso pienso yo.

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