Por Nacho Viñau
Europa, paraíso de la democracia, del respeto a los derechos humanos… Una isla de bienestar y de progreso que quiere dar ejemplo al resto del mundo.
Eso era al menos lo que todos pensábamos. Porque la postura que está manteniendo la Unión Europea respecto a la caída de los regímenes dictatoriales del norte de África es cuando menos, lamentable, además de irresponsable.
La postura europea en Túnez, fue triste. En Egipto, lamentable. Y en Libia, está siendo miserable. El régimen de Gadafi está aplastando salvajemente a los opositores que están tratando de luchar por esos valores de los que tanto nos gusta hablar en Europa. De momento, y en el mejor de los casos, casi mil personas han muerto, a las puertas de la Unión, por defender su derecho a ser libres. De ellos, más de 130 eran soldados que han sido ejecutados por sus superiores por negarse a atacar a sus propios conciudadanos.
Y mientras Gadafi usa a matones contratados en otros puntos de África para masacrar a su pueblo, Europa ofrece una respuesta más que tibia, pareciendo que está más preocupada por evitar la avalancha de refugiados que por proteger las vidas de esos ciudadanos que están siendo masacrados sin piedad.
Un error garrafal, que además de sacar una vez más las miserias de los políticos que nos gobiernan, dejan en evidencia a una sociedad europea que no ha sabido reaccionar ni presionar a sus dirigentes para hacerles reaccionar.
Por no hablar lo que pueden pensar en estos países de nosotros. Tan temerosos hemos estado de que los islamistas pudieran lograr el poder en estos países, que se nos ha olvidado que esta gente ha estado luchando por la libertad y por la democracia.
Y que más nos valía apoyarles para atraerlos a nuestros valores democráticos, que hacerles la puñeta manteniéndonos en silencio, porque es muy probable que después, más que considerarnos aliados y amigos, nos miren de reojo con desconfianza, tirando quizás hacia los partidos islamistas, a pesar del escaso peso que estos partidos han tenido en unas revueltas que han tenido un importante contenido laico.
Pero doctores tiene la Iglesia, y en este caso, Europa. Doctores cegatos, que no han sido capaces de prever estas revueltas, y que son incapaces de dar una respuesta adecuada a estos sucesos que marcarán la historia de los próximos años.
