Nuevos poemas de Erasmo Nava Espíritu

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     Del libro: «Pasos que rompen la memoria de los años», de Erasmo Nava Espíritu, Altres Costa-Amic Editores.

UN RECORRIDO POR LA GRAN CIUDAD

Hoy, tierra firme entre ayeres…, 
silencioso viajo reflexivo por la gran ciudad.

Pareciera que no tengo destino al cual llegar, 
pero eso mi viaje no detiene;

salí por Holbein hacia Revolución, 
di vuelta en Rubens y luego en Patriotismo, 
tomé Viaducto…, y aquí voy: 
con laureles en mis sienes, y olas de mar arrebatadas 
en mi máquina espacial de único vuelo;

el tráfico, aún fluido, se mueve como un río de colores.

La tarde rojiza, con sus tonos suaves, 
anuncia la llegada de la hora pico.

Avanzo, 
y esto es como un torrente de inagotable movimiento; 
miro a mi izquierda, y hay un muro de contención como la roca; 
miro a mi derecha, y hay un muro gris y opaco; 
en medio tres carriles llenos de autos 
fluyen sin parar…

La mirada levanto al resplandor de los espectaculares; 
en ellos, candidatos de mirada fría, siniestra:

-¿será que se arrepienten de sus gastos?
-¿hay alguien que crea en ellos?
-yo no sé,

sigo avanzando, y de repente, 
sin darme cuenta: 
mi pensamiento me abandona, 
se transporta a Mochitlán, mi pueblo;

allá: 
un niño corre por el campo con suspiros ahogados 
persiguiendo mariposas de alas frágiles y rotas;
mientras su padre, 
termina su jornada de trabajo ya casi sin aliento 
y desunce los bueyes con sombra de gigantes; 
y su madre, 
prepara la cena en casa
con amor infinito, y una flama que apenas sí se nota.

Después un sordo viento 
golpea mis sienes, y yo, 
sigo avanzando por Viaducto, 
me apresuro para salir de ahí;

salgo por Eje Central Lázaro Cárdenas, 
me dirijo hacia el Salto del Agua;

allí veo agitada por el trajinar del día a mi gente
y al verano callado preparando la huida;

tranquilo…, voy meditando, entre estrellas ahogadas por el viento;

pienso en mí, en la ciudad,
pienso en la inseguridad que hemos vivido en el país 
en los últimos años;

me pregunto si el nuevo presidente que ahora llega, 
dará una solución definitiva a este problema;

de pronto, la ciudad es invadida por la lluvia…

Di vuelta a la izquierda en Arcos de Belén, 
mas no me estacioné ahí;

llegué a Luis Moya, di vuelta a la derecha, 
y al llegar a Ernesto Pugibet y Buen Tono, 
a un costado de la Plaza San Juan: 
mis pensamientos, poco a poco, se empezaron a esfumar, 
cuando de pronto vi al «viene, viene», sonriente y diciendo: 
-¡por acá jefe!, ¡a la derecha!…,¡todo!…, ¡todo!…, ¡todo!-, 
-ahí está bien-.

Apagué el motor, y bajé a ese lugar 
en el que deambulan como espantos, 
esos seres extraños creados por la gran ciudad.

Del libro: «Pasos que rompen la memoria de los años», de Erasmo Nava Espíritu, Altres Costa-Amic Editores, págs: 24, 25 y 26, 2015.

 

TU DELICADO ROSTRO

«…no nos pondremos a la mesa,
hasta que venga…»

I Reyes, III, 16-11

Déjame contemplar tus ojos detenidamente
y tener la certeza que no se marcharán,
que evitarán ser viajeras y ágiles golondrinas
y mariposas grises emigrando en invierno.

Deja atrapar tu triste y leve sonrisa
antes que vuele a la inmensidad del mar,
la atraparé en tu pelo que juguetea en tus labios,
la llevaré hacia el sol: rumbo a la eternidad.

Caminaré…, con sumo cuidado
al borde de tu rostro que asombrado me mira;
me detendré en la cúspide de tu infinita mirada
a esperar que tus sueños como sonámbulos hablen.

Después, con el ocaso diáfano, sin tu mirada aguda
me iré con mi esperanza hacia el inmenso mar,
a contemplar tu rostro en una playa suave
rodeado de sirenas en aguas de alta mar.

Miraré el horizonte y allá en la lejanía
tu delicado rostro vagará entre la niebla,
en la que extraños hombres lo llevarán en hombros
como estrella ceniza que se pierde al morir.

Son muchos ya los hombres que corren sofocados,
son hombres misteriosos como la misma muerte
y llevan en sus manos tu delicado rostro:

¡salven todos el rostro!…, -dijeron unos monjes,
¡salven todos el rostro!…, -clamaron legionarios,
¡salven todos el rostro!…, -aulló el emperador,
¡salven todos el rostro!…, -y ganémosle a la muerte.

Del libro: «Pasos que rompen la memoria de los años», de Erasmo Nava Espíritu, Altres Costa-Amic Editores, págs: 55 y 56, 2015.

 

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