“La danza”, nuevo poema de Julio Donoso

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       Julio Donoso nació en Zaragoza un 9 de abril, como hiciera el remembrable Baudelaire, de 1984 y quizás por ello fuera pronto impelido por las musas para el insigne oficio. Ávido lector de grandes poetas clásicos como Miguel Hernández, Leopoldo M. Panero, Gonzalo Rojas, Nicanor Parra, Rimbaud o el citado Baudelaire entre otros, con apenas veinte años se lanzó a tañer su lira por las calles y bares…

   Más info: http://poemasdelpurgatorio.blogspot.com.es/2012/08/julio-donoso-la-locura-de-un-poeta.html

La danza (1ª parte)

 

I.

Aprendí a quererte

mientras sonaba la radio

y encendía un cigarro

cara al viento.

Aprendí a quererte

cuando naufragaba por las horas

y me preguntaba

en este mundo yo qué pintaba,

a veces eras una montaña

y otras la mar,

a veces una pena feliz

o feliz pena

de suprema felicidad.

Quererte es como querer

ser nube,

ola,

minuto de reloj

con fin digno

y alegría eterna.

No sé qué

ni sé adónde.

Tampoco me pregunto mucho las cosas,

tú eres mi sí.

Mi verdad. Te lo digo así.

Sí como suena

—mi certeza veraz—

de tenerte adentro de las entrañas

y muy adentro mío,

en la llegada de la primavera

veo florecer las estrellas,

aquellos astros delgados

que relucen por su grandeza

y hacen mis pensamientos

fugaces sonrisas de eternidad.

Al tenerte yo a ti

como una de ellas

de aquellas estrellas

que guían en el océano

de las metáforas

y hacen de faro,

de luciérnaga

a este pirata

de mala pata

que explota en palabras

para cantar algo que llene

o vacíe algo este corazón.

Amor que es sólo tuyo

que es sólo mío

que es sólo de los dos.

 

II.

Yo que sé qué es esto

que me invade, me coge

y me recoge,

son ansias que vienen de dentro

tu recuerdo y tu ausencia

que eres la primavera en presencia y esplendor

que te sigo escribiendo

y sólo escribo

para un hondo olvido

para no ser siendo

para siéndolo no ser

y para no olvidar

tus pupilas, tu pie, tu danza, tu lunar.

Para hablarle suave a la luna

para no olvidarte

me estoy olvidando de mí

de ese yo que de mí depende

porque este pensar en ti

me ensimisma y embobece

“todo me parece un bostezo”,

ir de aquí para allá

con su recuerdo en mis adentros

el recuerdo que yo le tengo,

el recuerdo que yo le guardo,

y es bello, y reconforta

su recuerdo

entre las horas que pierdo,

en no tenerla y su infierno

en la guerra de no perder

su recuerdo

que es lo más bello de lo que tengo:

y es que me es usted esencial.

 

III.

Ausencia, silencio, olvido

en el canto de mi silbido

en el silbido de mi canto

en este encanto encantado.

 

De soñarte por el párpado

de entonarte mi canto

que de la tristeza es alegría

dulce y pura melancolía.

 

 

 

IV.

Paseo por la ciudad

y me enamoro de ti

de ese recuerdo que dejaste en mí

y es lo único que m permite vivir.

 

Sólo nada, sólo ese

sentirte cerca

enamorado de un aire

que danza sublime por tu donaire,

y este donoso suspiro

que tiene fe

y no tiene

en el monosílabo

que dice sí

y te quiere.

 

Adorection.

A Dores, adoro, Dores adorada

ya no sé si la adoro

o la adoré

 

que ardores de adorar tuve

cuando adoré a Dores

 

Que traidores

y violadores

mis dolores.

 

Ya no adoro

tal vez adoré

o adoraré

a Dores.

 

De Galicia me vinieron los dolos

 do estaba vinieron,

y más tarde se fueron,

vivo sin dolerme con dolores

y sin Dores.

 

Ya no siento el corazón

lo malgasté en la adoración que ella nunca me pidió.

Ahora no adoro

me adolece adorar

 

Dorado adorar

cuando a Dores

adoré.

 

VI.

En un océano pacífico de palabras

donde cada ola muere al Norte de California,

con una lágrima de sal y arena

que al romper en la playa

revienta toda mi pena

de quererte y no quererte,

y perdernos,

perderme y perderte

por unos labios que no se tocan

se extrañan

y son ajenos.

 

 

VII.

Una angustia febril

de no saber de ti,

de no tenerte junto a mí,

de dispersarme inseguro

rogando al viento y la brisa

que este lamento razonado

en su incomprensión

no sea incomprendido,

lamento que lamenta

en la lluvia

su tormento, su tormenta.

 

VIII.

Si vieras la bonita tristeza de mi pena

te enamorarías de ella

porque es tan bella mi pena

que es tu ausencia

y yo con esta cojera

buscando las huellas

de tus huellas.

Tu presencia que un día fluyó por las aceras de esta

 [ciudad,

y yo así mientras paseo o releo

voy inventando tu recuerdo

un amor por lo pasado

un recuerdo del ángel

que para mí es usted

paseando por esas calles

para mi más suyas que mías

me hacen agradable el paseo

esa pena tan bonita

que si la vieras

te enamorarías de ella

tan hermosa como una rosa

a pesar de tener cien espinas

es hermosa.

 

IX.

Si pudiera contarle

dirigirme a usted

que con los recuerdos

a veces no me basto

le diría que la amo

que la estoy amando tanto

que el juicio pierdo

y tonto me voy quedando.

La única pega que le veo al mundo

es que este usted tan lejos

en el mundo hay armonía

porque existe usted

porque tú eres el reflejo

de toda armonía.

en ti habitan todas las cosas bellas

y el rostro de la belleza eres tú

¡Oh ángel de amor

de este loco enamorado

hasta las trancas de ti!

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