Julio Donoso nació en Zaragoza un 9 de abril, como hiciera el remembrable Baudelaire, de 1984 y quizás por ello fuera pronto impelido por las musas para el insigne oficio. Ávido lector de grandes poetas clásicos como Miguel Hernández, Leopoldo M. Panero, Gonzalo Rojas, Nicanor Parra, Rimbaud o el citado Baudelaire entre otros, con apenas veinte años se lanzó a tañer su lira por las calles y bares…
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La danza (1ª parte)
I.
Aprendí a quererte
mientras sonaba la radio
y encendía un cigarro
cara al viento.
Aprendí a quererte
cuando naufragaba por las horas
y me preguntaba
en este mundo yo qué pintaba,
a veces eras una montaña
y otras la mar,
a veces una pena feliz
o feliz pena
de suprema felicidad.
Quererte es como querer
ser nube,
ola,
minuto de reloj
con fin digno
y alegría eterna.
No sé qué
ni sé adónde.
Tampoco me pregunto mucho las cosas,
tú eres mi sí.
Mi verdad. Te lo digo así.
Sí como suena
—mi certeza veraz—
de tenerte adentro de las entrañas
y muy adentro mío,
en la llegada de la primavera
veo florecer las estrellas,
aquellos astros delgados
que relucen por su grandeza
y hacen mis pensamientos
fugaces sonrisas de eternidad.
Al tenerte yo a ti
como una de ellas
de aquellas estrellas
que guían en el océano
de las metáforas
y hacen de faro,
de luciérnaga
a este pirata
de mala pata
que explota en palabras
para cantar algo que llene
o vacíe algo este corazón.
Amor que es sólo tuyo
que es sólo mío
que es sólo de los dos.
II.
Yo que sé qué es esto
que me invade, me coge
y me recoge,
son ansias que vienen de dentro
tu recuerdo y tu ausencia
que eres la primavera en presencia y esplendor
que te sigo escribiendo
y sólo escribo
para un hondo olvido
para no ser siendo
para siéndolo no ser
y para no olvidar
tus pupilas, tu pie, tu danza, tu lunar.
Para hablarle suave a la luna
para no olvidarte
me estoy olvidando de mí
de ese yo que de mí depende
porque este pensar en ti
me ensimisma y embobece
“todo me parece un bostezo”,
ir de aquí para allá
con su recuerdo en mis adentros
el recuerdo que yo le tengo,
el recuerdo que yo le guardo,
y es bello, y reconforta
su recuerdo
entre las horas que pierdo,
en no tenerla y su infierno
en la guerra de no perder
su recuerdo
que es lo más bello de lo que tengo:
y es que me es usted esencial.
III.
Ausencia, silencio, olvido
en el canto de mi silbido
en el silbido de mi canto
en este encanto encantado.
De soñarte por el párpado
de entonarte mi canto
que de la tristeza es alegría
dulce y pura melancolía.
IV.
Paseo por la ciudad
y me enamoro de ti
de ese recuerdo que dejaste en mí
y es lo único que m permite vivir.
Sólo nada, sólo ese
sentirte cerca
enamorado de un aire
que danza sublime por tu donaire,
y este donoso suspiro
que tiene fe
y no tiene
en el monosílabo
que dice sí
y te quiere.
Adorection.
A Dores, adoro, Dores adorada
ya no sé si la adoro
o la adoré
que ardores de adorar tuve
cuando adoré a Dores
Que traidores
y violadores
mis dolores.
Ya no adoro
tal vez adoré
o adoraré
a Dores.
De Galicia me vinieron los dolos
do estaba vinieron,
y más tarde se fueron,
vivo sin dolerme con dolores
y sin Dores.
Ya no siento el corazón
lo malgasté en la adoración que ella nunca me pidió.
Ahora no adoro
me adolece adorar
Dorado adorar
cuando a Dores
adoré.
VI.
En un océano pacífico de palabras
donde cada ola muere al Norte de California,
con una lágrima de sal y arena
que al romper en la playa
revienta toda mi pena
de quererte y no quererte,
y perdernos,
perderme y perderte
por unos labios que no se tocan
se extrañan
y son ajenos.
VII.
Una angustia febril
de no saber de ti,
de no tenerte junto a mí,
de dispersarme inseguro
rogando al viento y la brisa
que este lamento razonado
en su incomprensión
no sea incomprendido,
lamento que lamenta
en la lluvia
su tormento, su tormenta.
VIII.
Si vieras la bonita tristeza de mi pena
te enamorarías de ella
porque es tan bella mi pena
que es tu ausencia
y yo con esta cojera
buscando las huellas
de tus huellas.
Tu presencia que un día fluyó por las aceras de esta
[ciudad,
y yo así mientras paseo o releo
voy inventando tu recuerdo
un amor por lo pasado
un recuerdo del ángel
que para mí es usted
paseando por esas calles
para mi más suyas que mías
me hacen agradable el paseo
esa pena tan bonita
que si la vieras
te enamorarías de ella
tan hermosa como una rosa
a pesar de tener cien espinas
es hermosa.
IX.
Si pudiera contarle
dirigirme a usted
que con los recuerdos
a veces no me basto
le diría que la amo
que la estoy amando tanto
que el juicio pierdo
y tonto me voy quedando.
La única pega que le veo al mundo
es que este usted tan lejos
en el mundo hay armonía
porque existe usted
porque tú eres el reflejo
de toda armonía.
en ti habitan todas las cosas bellas
y el rostro de la belleza eres tú
¡Oh ángel de amor
de este loco enamorado
hasta las trancas de ti!