Por José Luis Lomillos
Llevo días dándole vueltas a una frase de Oscar Wilde escrita en el prefacio para su obra: “El retrato de Dorian Gray”: We can forgive a man for making a useful thing as long as he does not admire it. The only excuse for making a useless thing is that one admires it intensely. All art is quite useless.
O lo que es lo mismo pero en la lengua de Cervantes: Podemos perdonar a un hombre el haber hecho una cosa útil, en tanto que no la admire. La única disculpa de haber hecho una cosa inútil es admirarla intensamente. Todo arte es completamente inútil.
Seguramente no seré el único ni el último que admire alguno de sus inútiles actos o creaciones, ni tampoco creo estar solo a la hora de almacenar y admirar objetos totalmente inútiles en casa. Voy a ser honesto, no voy a hacer un estudio sobre “La deshumanización del arte” de Ortega y Gasset ni a analizar la obra de Wilde… no estoy preparado para ello ni creo que lo esté nunca. Me quedaré con algo más terrenal y evidente: la maldita manía que casi todos tenemos de almacenar objetos inútiles o que nunca utilizaremos para otra cosa que no sea contemplarlos como auténticas obras de arte. Con muchos de ellos me ocurre una cosa muy curiosa, y es que los imagino de tamaño monumental… gigantescos… como enormes esculturas que dibujan la skyline de mi ciudad. Esto viene a confirmar una de las “freakys-teorías” que en los últimos años se ha ido confirmado: “En el arte como en la vida ande o no ande caballo grande… que luego los que vengan detrás ya se apañarán…”
Todos mis amigos almacenan sus pequeñas obras de arte inútiles desde hace años. Alguno de ellos incluso llegó a crear el “Museo de la Chorrada” compuesto por centenares de mierdecillas ordenadas dentro de un enorme armario-vitrina. Los fines de semana visitábamos este peculiar museo dejando todas las figuritas manchadas con nuestros dedazos grasientos de pizza.
Llegado a este punto he decidido telefonear a otro viejo conocido, gran coleccionista de arte inútil y pedirle que me permita fotografiar algunas de sus obras. Aquí os dejo, perfectamente ordenada alfabéticamente, una de sus colecciones, para que la contempléis durante este verano e imaginéis esos pequeños objetos a escala monumental colocados en las plazas y calles de vuestras ciudades…
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