Fabio Teixidó o los pasajes de las sombras islandesas

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Por Martín Ballonga

    Islandia, a ojos del sur de Europa, puede parecer un país extraño, extremo, misterioso. A los ojos del traductor, geólogo y vulcanólogo zaragozano Fabio Teixidó no lo parece.

   Allá, hace diez mil años, o cien mil, o un millón de años, un volcán entró en erupción. Uno de tantos que se desperezan de vez en cuando en esa isla y comienzan a vomitar roca fundida de sus entrañas hasta que se cansan y vuelven a dormirse. En aquel despertar, la inundación de fuego se extendió hasta formar un inmenso campo de lava en una tierra inhóspita y negra, dura y terrible, que empezó a asomar la cabeza por el océano hace unos dieciséis millones de años. Nada más. Y nada menos.

    Acaso el subconsciente disciplinario hizo establecerse en esas tierras a Fabio Teixidó, traductor de la novela negra ‘Pasaje de las sombras’ (2013), del islandés Arnaldur Indridason, ganadora de la séptima edición de los premios RBA, la historia de dos investigaciones policiales en dos épocas distintas de la trama, a través de constantes saltos temporales que van revelando lentamente las conexiones entre ambas. ¿Qué relación podía haber entre las dos? ¿Qué frutos dio la investigación original? ¿Hay alguien que, tantos años después, sigue interesado en silenciar los hechos?

    La acción de esta premiada novela policiaca sucede en Reykiavik, donde, de un tiempo a esta parte, reside este zaragozano nacido en 1979, que estudió geología en la capital del Ebro y en Barcelona se especializó en vulcanología. Licenciado en traducción e interpretación, Teixidó ha tenido numerosos encargos como traductor especializado en textos científicos desde el islandés, inglés, italiano, alemán, francés y catalán al castellano. También ha realizado traducciones para la revista ‘Investigación y ciencia’ y, asimismo, se ha encargado de la traducción de la novela ‘Las mascotas’, del también islandés Bragi Ólafsson, ex bajista de los Sugarcubes. Ahora, a sus treinta y cuatro años, es profesor para extranjeros en la capital islandesa.

 

       Fabio Teixidó, en Islandia, se encuentra como pez en el agua. Está feliz, aunque le costase al principio. ¿Qué de malo hay en buscar sosegadamente el bienestar y la dicha? El zaragozano sabe que ello solo se alcanza con ausencia de temor, y que la amistad leal y el apartamiento ayudan. Un bienestar como razonamiento sobre la vida. Ya lo decía Epicuro: “El más grande fruto de la justicia es la serenidad del alma”.

    Esa serenidad del alma de la que hablaba el filósofo ateniense la ha conseguido Fabio Teixidó en un país de paisajes asombrosos, de cascadas capaces de hacerle avivar emociones escondidas, de hacerle caer extasiado: por su belleza serena y tranquila, por el equilibrio de sus proporciones, por la forma elegante de sus perfiles, por sus arcoíris sutiles y por el fluir generoso de sus lágrimas, que brincan como en un descuido.

     Fabio Teixidó se ha empapado, poco a poco, como hila la vieja el copo, de la cultura islandesa. Una cultura con tres fuentes clásicas, de los respectivos siglos XII, XIII y XIV: ‘El libro de los islandeses’, del sacerdote Ari Þorgilsson, ‘La saga de los cristianos’ y, finalmente, ‘Historia de los cristianos de Ólafr Triggvason’. Ahora hablamos con él de traducciones, de literatura islandesa y, por supuesto, de geología y vulcanología, y nos recomienda la lectura de la saga de Nial y la saga de Egil Skallagrímsson, ambas traducidas al castellano por Enrique Bernárdez.

 -¿Qué se te ha perdido por Islandia?

     El billete de vuelta, al parecer.

 -¿Has visto alguna aurora boreal?

     Sí, en muchas ocasiones. Pero me la he perdido en muchas ocasiones también, ya que en Reykjavík hay mucha contaminación lumínica que te impide verla. Hace poco se anunció una tan intensa que el ayuntamiento decidió apagar las luces de cuatro barrios de la ciudad durante media hora para que se viera mejor. Pero el cielo estaba tan nublado que, lamentablemente, no se vio nada. Se tienen que reunir una serie de factores para poderla ver, pero aun así se ve con frecuencia. La actividad de la aurora es cíclica y se alternan periodos de alta y baja intensidad que duran dos o tres años. El año pasado entramos en un pico de mayor intensidad.

     Aparte, puedo fardar de haber visto en la misma noche una erupción volcánica y una aurora. A veces Islandia parece un parque temático de fenómenos geológicos.

 -¿Es cierto que en ese país la naturaleza no se anda con chiquitas?

     Sí, y vuelvo a hacer referencia a lo del parque temático. Islandia es uno de los pocos parajes naturales en los que llegan a superarse tus propias expectativas. En una isla un poco más grande que Andalucía se encuentran la cascada más caudalosa de Europa (Dettifoss) y el glaciar más grande de Europa (Vatnajökull), ambos separados por un extenso desierto de lava (Ódáðahraun). Los contrastes son espectaculares y cada paisaje es muy intenso. No hay forma de transmitir con palabras la experiencia del paisaje islandés, hay que verlo y vivirlo. Por otra parte, no hay que olvidar que esa intensidad se aplica también a las tempestades de nieve, las erupciones y las inundaciones, que son fenómenos con un enorme poder destructivo.

 -¿Cómo se vive en Reykiavik?

    Reykjavík es una extraña mezcla entre pueblo y ciudad. En proporción a su tamaño tiene una amplia oferta cultural, festivales nacionales e internacionales, conciertos, exposiciones, etc. También hay una buena variedad de cafés, bares y restaurantes que además abren y cierran constantemente. Es una ciudad creativa y que te invita a crear. A la vez el ambiente es muy familiar, de “todo queda en casa”, te encuentras constantemente a gente que conoces por la calle y en cualquier evento. La ciudad es segura y no existe el estrés, aunque a veces el hecho de que sea tan pequeña llega a agobiarme. Piensa que para ir a la siguiente ciudad más cercana tengo que coger un avión y cruzar el océano.

    Como en cualquier lugar donde uno reside, hay cosas que a uno le gustan más y otras que menos. Es fácil contactar con cualquier círculo pero, por otro lado, nadie te asegura que vayas a entrar en él fácilmente. La gente es abierta pero a la vez cerrada. Hay gente maravillosa y gente maleducada. Si no tienes coche estás perdido porque su diseño urbanístico no está hecho para el peatón y el transporte urbano es limitado. Te podría enumerar una larga serie de aspectos que me encantan y otra de cosas que no me gustan tanto, pero si me preguntas por un balance general, no lo dudo, aquí vivo muy bien.

 -¿Has visto la película de Medem ‘Los amantes del círculo polar’?

    Sí, de hecho utilizo algunos fragmentos de la película en mis clases de español.

 -¿Por qué Borges era un enamorado de las sagas medievales vikingas?

     María Kodama señala muchas veces que a Borges le fascinaba la épica, las historias del guerrero solitario valiente que lucha hasta el final por causas que generalmente envuelven la defensa del honor. Por otro lado, Borges consideraba que las sagas introdujeron en su día una nueva forma narrativa y fueron  prácticamente las progenitoras de la novela moderna e incluso de la cinematografía.

 -¿Por qué Julio Verne situó la entrada al centro de la tierra en ese país extremo?

    Hoy en día Islandia está a tiro de avión, pero en el siglo XIX era un lugar remoto y exótico, y no parece un mal escenario para emprender un viaje así. Y más con un volcán de nombre tan críptico como Snæfellsjökull. El caso es que Julio Verne nunca puso un pie en el volcán y, sin embargo, es sorprendente lo bien que recrea el paisaje durante el ascenso de los exploradores al cráter. También eligió que las instrucciones para llegar al centro de la Tierra estuvieran escritas con runas para que los personajes, además, tuvieran que descifrarlas. Así que supongo que Islandia le ponía en bandeja buenos recursos para situar la novela.

 -¿Qué hay de similitud entre el noruego antiguo y el islandés?

     Los primeros pobladores de Islandia procedentes de Noruega, en el siglo IX, hablaban la variedad occidental del llamado antiguo nórdico. De ella se diferenciaron el antiguo noruego y el antiguo islandés. Aunque prácticamente se trata de la misma lengua. Una gran parte de estudios sobre el antiguo nórdico se hacen a partir de textos en islandés antiguo. Desde entonces, el islandés ha evolucionado muy poco en comparación con el resto de lenguas escandinavas y la mayoría de los cambios se han dado a nivel fonético. Pero, por ejemplo, ha conservado las declinaciones, que otras lenguas escandinavas han perdido, y otros muchos aspectos que hacen posible la lectura de textos antiguos sin demasiada dificultad.

 -¿Hay industria editorial en ese país?

      Islandia tiene una industria editorial apabullante, lo cual da muestra tanto del interés de los islandeses por la lectura como de la creatividad literaria propia del país. Por algo Reykjavík fue declarada en 2011 Ciudad de Literatura de la UNESCO. Aquí hay presentaciones de libros, recitales y festivales literarios con mucha frecuencia, y también eventos de carácter espontáneo. A España llega solo la punta del iceberg de la producción literaria islandesa. Hay muchas obras y autores que no han sido traducidos y que podrían levantar mucho interés. La tradición literatura tiene mucho peso en Islandia y es una de las vías más interesantes para acercarse al país. En los últimos años se ha hablado en exceso de Islandia en relación con cuestiones políticas y de gestión de la crisis. Va siendo hora de que se mire hacia el país desde otra perspectiva y que se estrechen más lazos de carácter cultural.

 -¿Te gustan las traducciones literales o las que, cogiendo el alma de la historia, son más personales?

     Pocos traductores te dirán que prefieren una traducción literal. Ya Cicerón decía que no se debía traducir “verbum pro verbo”, palabra por palabra. En la traducción de una novela entran muchos factores en juego como el propio género literario, el registro, el tono, las referencias culturales, la época en la que transcurre la historia, etc. Al traducir una novela, el traductor alcanza un grado de implicación muy íntimo con ella. Debe explorar la narración, profundizar y analizar la psicología de los personajes para entender su personalidad y sus acciones, que luego deben quedar plasmadas en el lenguaje. Todo ello en conjunto conforma esa “alma de la historia” que debe llegar del mismo modo tanto al lector islandés como al lector castellanoparlante. En ese sentido, la traducción es un trabajo fascinante.

 -¿Qué sabes del premio nobel de literatura Halldór Laxness, natural de Islandia?

    Halldór Laxness es el autor islandés más representativo del siglo XX. De hecho, su figura fue tan prominente que algunos consideran que dejó en segundo plano a otros grandes nombres de la literatura islandesa del mismo siglo, como Gunnar Gunnarsson y Þórbergur Þórðarson. Yo recomiendo siempre la lectura de su obra más conocida, Gente Independiente, sobre todo para aquel que quiera conocer los aspectos más oscuros de la Islandia rural profunda. Se trata de una historia desoladora en la que las ideas del protagonista sobre la libertad y la independencia, sobre el no deberle nada a nadie, se contraponen a la tiranía que él mismo ejerce sobre su familia. En la historia entran también en juego los conceptos de nación, el papel de las cooperativas en la ganadería, la ausencia de fe y otros tantos elementos que reflejan la sociopolítica de una época y que no fueron del agrado de muchos islandeses. La obra resultó polémica por la mala imagen que transmitía en el extranjero de la vida campesina en Islandia.

    Por cierto, su nieta, Auður Jónsdóttir, es también escritora y ganó el premio nacional islandés de literatura con una novela (Fólkið í kjallaranum) que tampoco está traducida al castellano y debería estarlo. Así que su familia parece llevar la literatura en la sangre.

 -¿Cuál es la trayectoria de Arnaldur Indridasson y a qué corriente pertenece?

     No podría decir que Arnaldur pertenezca a alguna corriente en particular. Lo que sí caracteriza sus novelas es el relieve que adquieren sus protagonistas. Arnaldur pretende que sus novelas no se queden en una mera historia policíaca que no va más allá de la acción. Además de una trama vibrante que engancha al lector, nos presenta personajes con dramas y conflictos internos. Realza su dimensión humana de forma que las relaciones entre los protagonistas llegan a ser tan importantes como la trama en sí. “Pasaje de las Sombras” es precisamente un buen ejemplo de ello. En ella se suma, además, un retrato social y político de Islandia durante la Segunda Guerra Mundial.

 -¿Qué otros autores islandeses de novela negra nos puedes recomendar?

 Yrsa Sigurðardóttir está alcanzando también un gran reconocimiento internacional por sus novelas. También os recomiendo á Óttar M. Norðfjörð, Viktor Arnar Ingólfsson y Stefán Máni, entre otros.

 -¿Cuáles serían sus reflejos españoles?

     A pesar de que, a primera vista, la novela negra puede parecer un género de fórmula única, tanto la novela negra islandesa como la española tienen sus propias características. Me costaría ver la similitud entre las novelas negras islandesas y las de los grandes autores españoles como Juan Madrid o José Luis Muñoz. Más correspondencia veo entre libros como La tabla de Flandes de Pérez Reverte y otras novelas negras islandesas en las que también deben descifrarse rompecabezas. Pero, como digo, creo que la novela negra del norte y el sur de Europa son dos mundos que quedan bastante lejos.

 -¿Qué literatura te gusta en general?

     Como en cualquier otra disciplina artística, tengo predilección por las historias surrealistas y absurdas. Por otro lado, me gustan los relatos breves y el microrrelato. Si tuviera que elegir una obra que me representara, escogería Historias de cronopios y de famas, de Cortázar. Hace poco me regalaron, muy acertadamente, un libro de historias breves surrealistas de la autora islandesa Kristín Ómarsdóttir (Einu sinni sögur), que debería traducirse urgentemente al castellano. Otros autores de mi biblioteca son Italo Calvino, Murakami y los autores del realismo mágico suramericano. Volviendo de nuevo a Islandia, en la literatura islandesa hay mucha presencia de realismo mágico y realismo fantástico, tanto en historias populares como en la literatura contemporánea, que debería darse más a conocer.

 -¿En qué consisten las disciplinas de la geología y la vulcanología?

     La geología no es más que la descripción de los procesos físicos y químicos que tienen lugar en el planeta. Hay dos cosas que hacen de la geología una ciencia fascinante. Por un lado, se trata de una ciencia multidisciplinar, en la que, además de física y química, participan otras materias como las matemáticas, biología, geografía e incluso sociología, puesto que los fenómenos geológicos afectan directamente a la población humana. Así que un geólogo cuenta con un bagaje científico muy amplio. Lo cual a mí me viene de perlas para la traducción científica. Por otro lado, abarca una inmensa variedad de escalas de análisis: desde el estudio a escala atómica de estructuras cristalinas hasta la formación del Sistema Solar. Lo mismo ocurre con las escalas temporales, que van desde lo casi instantáneo hasta lo que tiene lugar a lo largo de millones de años. Y lo más divertido de todo es que, a última instancia, la mayoría de todos esos procesos que ocurren a distintas escalas temporales y espaciales pueden relacionarse entre sí.

    La volcanología se centra, evidentemente, en los procesos volcánicos y tiene una aplicación práctica fundamental, que es la evaluación del riesgo volcánico. Investigar la dinámica de los procesos eruptivos es crucial para entender el comportamiento de los volcanes y poder estimar el riesgo que suponen. Por tanto, los estudios volcanológicos no deberían nunca dejar de financiarse. Islandia, por ejemplo, tiene bien monitorizados sus volcanes más activos y tanto los expertos como el resto de la población conocen bien la historia eruptiva de cada uno de ellos. Existe una gran conciencia sobre el contexto geológico en el que viven.

 -¿Qué opinión te merecen las películas sobre catástrofes geológicas de la industria hollywoodense?

     Hay que entenderlas como lo que son, un producto que ocupa un nicho concreto en la industria del cine. No creo que nadie vaya a ver una película de ese tipo con expectativas de ver un documental basado en el máximo rigor científico que representa fielmente la realidad. La conciencia sobre la gravedad de las catástrofes geológicas se adquiere con solo ver las noticias. El cine es el cine. Y más el de Hollywood. Hay que reconocer que las catástrofes geológicas dan mucho juego para recrearse con todo tipo de efectos espectaculares, que es lo que quiere ver el espectador, de lo contrario no tendrían éxito. Si me encargaran una superproducción, haría una sobre la aparición de auroras cegadoras debido a alguna conexión incomprensible e infundada con el cambio climático. No sé cómo no la han hecho ya.

 -¿Lees ‘El pollo urbano’?

     Ocasionalmente, para ver qué se cuece por tierras aragonesas.

 -¿En qué proyectos andas ahora?

     En el plano académico, estoy haciendo un máster en lingüística islandesa en la Universidad de Islandia. En el profesional, realizo traducciones, tanto científicas como de carácter general, doy clases de español a islandeses y también hago de guía turístico.

 

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