Miguel Ángel Artigas entrevista a Juancho Rubio


Por Miguel Ángel Artigas

    Juancho Rubio, escritor y cantante de Drunken Cowboys: “La demencia en sí es un drama, pero nada nos impide afrontarla…

…como algo cómico y divertido”El montalbino publica ‘Mini Histeria de Asuntos Interiores’, sobre la locura y la memoria oral de los pueblos

   Además de cantante, intérprete de banjo y piloto de mecedora en Drunken Cowboys, la banda aragonesa de bluegrass y rock, Juancho Rubio es maestro y escritor. En esa última faceta, el zaragozano de orígenes montalbinos ha publicado una trilogía poética, Solo, loco y sin sol; El hombre es un insecto para el hombre (y de los molestos); y Las crónicas del viejo predicador Anca de palo, además de Gasolina y hojas secas, una especie de diario que abarca una época de continuos viajes entre Zaragoza y Alcañiz por trabajo. Ahora acaba de presentar Mini Histeria de Asuntos Interiores, una divertida delicatessen en la que Rubio da rienda suelta a su fantasía más cómica y lisérgica, a propósito de lo que nos cuentan los abuelos de los pueblos.

-¿En qué consiste su propuesta ‘Mini Histeria de Asuntos Interiores’?

-Se trata de una historia bastante vanguardista, de un texto que mezcla los tres géneros literarios en una mismo historia. Habla de un anciano que le meten un arresto domiciliario justo el día que empieza el confinamiento por la pandemia, y él, en su demencia y en su locura, comienza a fusionar recuerdos, alucinaciones y fantasias.

-¿Estamos hablando de pura ficción?

-La historia en sí lo es, pero todas las cosas que se le pasan por la cabeza están basadas en la tradición oral de los pueblos de Teruel, sobre todo, de leyendas, refranes, historias que ocurrieron y que se cuentan años después. Son historias con fundamento verídico, pero en el libro se cuentan tamizadas por el filtro de la demencia que padece el protagonista.

-¿De dónde saca el material?

-La mayor parte de la tradición oral, de lo que me ha contado mucha gente, y en otros casos he tenido que tirar de hemerotecas. Pero la mayor parte es producto de conversaciones con gente mayor, padres de mis amigos, de mis compañeros… son las clásicas aventuras de las gentes que viven en los pueblos, que te cuentan lo que les pasó a sus bisabuelos, los que fueron a la guerra de Cuba, o lo que se contaba por el pueblo cuando eran críos. Es el núcleo central del libro, porque lo que yo quería es que todas estas historias, anécdotas y chascarrillos no se perdieran, y de alguna forma quedaran fijadas en el papel. La veracidad que todos estos hechos tienen es la que tiene la tradición oral. Pero al final no es tan importante si es o no cierto, como que es verdad que por allí se cuentan.

-¿Qué partes de la provincia de Teruel repasan estos viejos relatos?

-Yo procedo de Montalbán, por lo que tengo mucha información de por allí, aunque también tengo muchos amigos por el resto de Cuencas Mineras, Maestrazgo, Bajo Aragón, Cedrillas, por Peracense… hay un poco de todo, una fusión de toda la provincia.

-¿Está escrito como si fuera un soliloquio? ¿La voz narradora es la del protagonista de la historia?

-Sí, el narrador habla en primera persona y en lo formal el libro es algo así como las memorias del protagonista, pero a lo largo de ellas se le aparecen personajes y sus propios demonios ficticios, porque lo cierto es que el anciano está completamente loco, y va interactuando con ellos. Dentro del libro hay incluso una obra de teatro, a través de una videollamada de estas tan cotidianas en los tiepos de la pandemia, en la que intervienen personajes que se imagina y que asaltan su cabeza. Esos mismos demonios, que van cambiado y evolucionando, son los que le van guiando de un sitio a otro, de una pequeña historia a otra.

-¿Es un libro sobre la pandemia, o el covid no es más que un punto de partida para el desarrollo?

-La pandemia es el contexto, únicamente el contexto. Es lo que me sirve para llevarlo al encierro en su casa, y aunque aparecen detalles relacionados con ella, no es más que un telón de fondo, un escenario.

-¿Cuál es, entonces, el auténtico tema del libro, más allá de proteger ese patrimonio narrativo oral?

-Creo que la demencia y la locura en primera instancia, pero también la nostalgia, los recuerdos de la niñez, la imposibilidad que tiene el tipo de regresar a su pueblo, pese a que es lo que más desea y necesita… y también las pequeñas historias que tienen lugar en los pueblos, y que a veces corren el peligro de desaparecer junto a las personas que las conocen de primera mano.

-¿Cuál es el tono del libro? No le imagino poniéndose completamente serio…

-No, no… Creo que es un libro muy cachondo, he intentado hacer que el lector se divierta. La demencia es un drama, desde luego, pero no quería tratarla como tal, nada nos impide hablar de ella como algo divertido, algo que nos acerca a todas las personas y que es capaz de sacarnos una sonrisa o de hacernos reir abiertamente.

-¿Qué planes tiene para el libro?

-Pues lo presenté la semana pasada en una feria en el Barrio de la Magdalena, en Zaragoza, así en plan informal, pero fue muy bien. Y mi idea para el futuro es donar libros en las bibliotecas de los pueblos, organizar una presentación más seria en verano y en agosto, cuando los ayuntamientos ya estén consolidados, recorrer algunos pueblos turolenses presentándolo.