Por Otto Mateo, coleccionista de arte y galerista.
Otto Mateo.- Esta es la tercera vez que expone en Zaragoza ¿le va la marcha maña?
Mónyka Grygier.- Me siento como en casa, es verdad. La acogida del público maño hacia mi trabajo me produce un efecto catalizador y dispara mi autoestima. Sois muy majos.
O.M.- Más que majos somos consecuentes con que Zaragoza sea la mesa de pruebas nacional para lanzamientos de nuevos productos y por lo que tengo entendido, su nueva exposición “Ordenando el Tiempo” presenta en primicia la evolución de su pintura.
M.G..- Pues sí. He considerado que mis nuevas tendencias serían mejor testadas aquí, habida cuenta de vuestra exigencia y rigor para que no os den gato por liebre.
O.M..- ¿Y que tal? ¿Hemos sido demasiado duros?
M.G..- Por lo vivido en la inauguración, habéis sabido interpretar el cambio que propongo en mis telas. La gente me hablaba con confianza y todos destacaban la diferencia entre mis obras anteriores y las actuales, aceptando mi reflexión sobre el tiempo.
O.M.- ¡Claro! Es que Ud. habla siempre del tiempo en sus cuadros. ¿Le interesa la meteorología?
M.G..- Jajaja. ¿Qué dices? El tiempo como concepto de tránsito. Como definición que puede medirse en una tela. Como filosofía de límites que enmarca nuestra vida. ¿Comprendes?
O.M.- Perdone mi incultura., Srta Grygier. Ya sabe que la gentecilla que nutre este mundillo a veces confundimos el culo con las témporas y nos vamos por las ramas sin remedio. Tiene que ser muy difícil medir el tiempo para que encima ahora se ponga a ordenarlo.
M.G.- A veces pienso que de no haber sido pintora hubiera sido relojera. jejeje. Ahora soy yo quien te toma el pelo. Empecé pintando, capturando más bien, las semanas y los días. En mis cuadros las planigrafías de ciudades se veían a vista de pájaro. Luego vinieron las series que titulé “Horas”. Me iba acercando a la introspección en un cara a cara con el devenir de mi vida. Por síntesis, mi pincel se puso a buscar lo inmediato. De ahí nacieron los minutos y segundos dispersos en los acrílicos de mis pinturas.
O.M.- Bueno, supongo que su alma eslava tiende al racionalismo constructivista.
M.G.- No me siento encasillada en estilos ni tendencias. Pinto lo que siento sin importarme las opiniones ajenas. Pretendo ser libre como artista. El día que no sea capaz, hablaremos de cómo reparar relojes. De momento peleo, como lo hacen las mujeres, con determinación y persigo que la gente me reconozca por mis trazos, por mi estilo.
O.M..- No deja de ser curioso que siendo polaca venga a vivir a la Polonia de barretina y sardana. Como su marido es polaco, perdón, digo catalán, no sé que predomina más, si el vino del priorato o el vodka de Lodz, su ciudad natal.
M.G.- Mira, mi marido es catalán, pero es de estos catalanes que se llevan bien con todos, o sea que en casa el me habla de cava y yo de setas. Siempre estamos de acuerdo porque ya se sabe que entre polacos… el seny marida bien con el zdrowy. O sea, aplicamos el sentido común
O.M.- Su carrera dicen que es meteórica. ¿Está de acuerdo?
M.G.- Mi carrera dependerá de mi capacidad de trabajo y mi investigación plástica junto con la aceptación del público. Para esto último todo depende de ser capaz de poder interesarles. Para lo primero, sólo quiero que el día tenga 48 horas para trabajar más.
O.M.- Ahora mismo tiene tres exposiciones en vigor. ¿Qué le espera?
M.G..- En unos días tengo una muestra en Eslovenia y dos más en Madrid y Cantabria. Ya ves que todo consiste en ordenar el tiempo.
O.M.- Jópe, que velocidad. Adiossss…y que Ud. lo ordene bien, maestra.