Cuando hay más buscadores de setas que setas por el monte

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Por Eduardo Viñuales

    Este año, con la falta de lluvias casi no han salido las setas y hongos. Pero en cuanto asomen el gorro, los bosques y sierras se llenarán de coches y de buscadores ávidos con la cesta en la mano.

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Eduardo Viñuales Cobos.
Escritor Naturalista
http://www.asafona.es/blog/?page_id=1036

     Estupendo, no hay problema, pero quizás alguien deba de adoptar ciertas medidas para evitar el daño al monte. Hay piedras que parecen setas, y setas que se confunden con piedras. Durante estas semanas de otoño caminar por los bosques aragoneses mirando al suelo y buscando hongos es, ciertamente, una entretenida actividad en la naturaleza que finalmente puede tener “premio”: llevarse a casa un delicioso regalo silvestre para cocinar de diferentes maneras según sean las cantidades y las especies recogidas. Hay muchas setas diferentes… pero las más buscadas y deseadas son la oronja o huevo de rey, el rebozuelo, el níscalo o rebollón, la colmenilla… y el Boletus edulis.

   Y aunque los buenos “setales” son para muchos buscadores un secreto personal e intransferible, a veces parece que en los montes hay más recolectores de setas que setas. Desaparecida la mala práctica del uso del rastrillo que levanta el suelo y destroza los micelios de los hongos, los tiempos actuales piden en algunos casos y lugares una regulación normativa sobre esta práctica cada vez más extendida y popularizada en Aragón, una región donde la tradición micológica y gastronómica derivada ha llegado mucho más tarde que a comunidades vecinas como Cataluña o País Vasco.

    Siempre la conservación del ecosistema y el equilibrio ecológico del bosque deben prevalecer sobre cualquier aprovechamiento de los recursos naturales. Las setas y hongos, por supuesto, no deben ser una excepción. En años pasados hemos leído noticias del desalojo en nuestros espacios naturales protegidos y no protegidos de campamentos ilegales con personas que practicaban la recogida indiscriminada de hongos. Y a veces la alarma salta con el saqueo organizado de los montes mediante furgonetas y trailers frigoríficos que esperaban al pie de las pistas para una comercialización casi industrial del rebollón, y donde se llegaron a comprar hasta mil kilos por día. A un precio de cinco a nueve euros/kilo estas setas son luego revendidas en Barcelona y otras ciudades a cantidades muy superiores, de hasta 30 euros.

   El Gobierno de Aragón viene dando instrucciones internas para que se extremen las medidas contempladas en la legislación vigente a la vez que trata de potenciar un proceso de participación donde se logre que la recogida de setas se transforme en una herramienta para el desarrollo rural sostenible, tal y como ya sucede en la provincia de Soria. Bajo el lema de “la seta para el que la camina”, las pistas forestales deben ser cerradas al tráfico motorizado. Y tal vez las sociedades micológicas deban reorientar sus exposiciones y actividades de divulgación sobre este tema en lo referente a un mayor compromiso en la conservación, la implantación de buenas prácticas y a lograr una regulación más moderna y eficaz que evite el expolio micológico de nuestros bosques, el tráfico motorizado y el abandono de basuras por parte de los buscadores de setas.

   En Aragón, además, también hay quienes proponen a las autoridades forestales medidas alternativas como que se creen en microreservas micológicas que vayan rotando cada pocos años, generando así en parcelas del monte una especie de “viveros de setas” donde los hongos puedan completar su ciclo íntegro, es decir, que broten, crezcan, diseminen las esporas y se reproduzcan sin problemas.