Por Martín Ballonga
¡Pollo a Pollo aumenta el número de seguidores de esta sección! Aquí conviven píldoras, runrunes y comentarios que nos llevan por pequeñas pistas a caminos de interés asegurado para nuestros inteligentes lectores.
El bailarín y profesor de danza Víctor Ullate deja la danza tras más de cuarenta años abriendo la mano. El coreógrafo zaragozano ha afirmado que quiere dejar paso a “savia nueva”. Mentira, se va pero lo deja todo atado y bien atado. Para sus intereses. Un tipo que no dudamos de su valía profesional, pero que siempre se ha mostrado como aquel déspota que interpretara Charles Laughton en la famosa película de David Lean. Ha dicho que se va a dedicar a “descansar y abrir nuevos horizontes”. Lo de “abrir” nuevos horizontes no lo dudamos, pero quienes van a descansar en paz son muchos de sus compañeros de fatigas. ¡Uf!
Las francesas están contra las americanas. Las francesas no firmantes contra las francesas firmantes. Las francesas firmantes contra otras francesas firmantes. Catherine Deneuve contra Brigitte Lahaie. En el fondo, la libertad de importunar la tienen unas mujeres sobre otras. A Sharon Stone le han preguntado si alguna vez ha sufrido acoso. La carcajada que soltó aún la oímos en la redacción de ‘El pollo urbano’. A Brigitte Bardot también se lo han preguntado y dice que jamás, además de añadir que la denuncia de las actrices, no de las mujeres en general, le parece hipócrita. Y que muchas actrices han calentado a los productores para conseguir un papel. Una famosa de la televisión española contaba que a ella no le importaba chupársela a alguien para trabajar, pero tenía que estar segura de que ese alguien era el jefe, que ya habían pasado otras veces que no. Nosotros nos sentimos tan solidarios con esta como con las verdaderas víctimas. Demasiados hombres malos. Pero, sobre todo, nos quedamos con esa imagen de la Deneuve atada a un árbol en el bosque de Boulogne, cuando Luis Buñuel se asomó a los abismos de la pasión más desesperada en ‘Belle de jour’.
¿Veremos algún día a Vicky Caragria como directora de programación de la filmoteca de Zaragoza? ¿Es Víctor López Carbajales quien quiere mover la silla al actual director, Leandro Martínez? ¿No es Carbajales el brazo derecho (o izquierdo) de Fernando Rivaflex? ¿Son amigos de toda la vida la Caragria y el Rivaflex? ¿Estudiaron juntos y ocuparon el mismo pupitre? ¿Tomaban (y toman) copas juntos? ¿No nos recuerda Carbajales, con su figura estirada y su rostro de malcarado, a un villano de aquellas películas del ‘spaghetti-western’? ¿Es rápido con el revólver? ¿Subvencionará el consistorio un proyecto de comedia del Oeste titulado ‘El Rivaflex, el Malcarado y la Caragria’? ¿Y la de ‘Casanova, mon amour’?
¿En cuánto está presupuestado el ciclo de la filmoteca dedicado a Ingmar Bergman? ¿Ha sido otra actividad de Aragón Negro o simplemente estamos hablando de dinero negro?
A Vicky Caragria, por cierto, la invitaron a posar desnuda para una revista feminista, de corte alternativo. Su respuesta fue inmediata: “¿Posar desnuda? No quiero cortar la digestión a nadie”. Como nos corta la digestión es, maldita sea, con sus bodrios audiovisuales…
Como de malcarados y caragrias estamos hartos, nosotros preferimos a la vedete Lita Claver, ‘la Maña’, que ha colgado los hábitos nocturnos a los 72 años y lo celebró con un espectáculo en el Apolo barcelonés, mano a mano con Fernando Esteso, el niño con quien empezó de niña en una Zaragoza de curas gordos y cafés cantantes (Oasis, Plata) con olor a Farias. ‘La Maña’ vino a este mundo con hambre de aprender, pero también le gustaba mucho enseñar. Y convirtió cada época nuestra en biografía suya.
Enhorabuena al diseñador gráfico zaragozano Iñaki Villuendas (el autor del león de papiroflexia en unas fiestas pilaristas), que ha sido galardonado con el premio Feroz al mejor cartel cinematográfico –una imagen del gigante abrazando a su hermano- por su trabajo para ‘Handia’, dirigido por Jon Garaño y Aitor Arregi, filme que también ha recibido otro Feroz a la música de Pascal Gaigne. “La clave de cartel”, ha dicho nuestro paisano, “ha sido lograr sintetizar en esa imagen de tantísima fuerza y ternura la relación tan especial que tenían los dos hermanos que protagonizan la película”.
Javier Ibarra –el rapero Kase.O– cerró la gira de ‘El círculo’ con un triunfo rotundo. “Ha sido mi cénit”, asegura, “porque he conseguido que Kase.O y Javier sean la misma persona”. Y se abre, sin tapujos: “De joven tiendes a aparentar en tus rimas algo que no eres. Puedes llegar a creerte que eres de Brooklyn mientras andas por Calatayud, imitando lo que dicen las estrellas del hip hop en Houston. El reto con este disco fue arreglar ese desequilibrio entre el personaje y la persona, exponer mis debilidades, traumas y miedos. Huir del egocentrismo y no pintarme como un superhéroe”. Uno de los nuestros.
J.J. Benítez –Juan José, Julio Jaime o Julio Jesús, vaya usted a saber- llamó yihadista a Alfonso Ussía, el de ‘La Razón’. Y este le respondió al antiguo colaborador de ‘Heraldo de Aragón’ que “es un gilipollas, y me quedo corto”. ¡Cómo está el patio, Serapio! ¡Ah, los tiempos del insulto como arte literario! ¿Dónde están hoy los Quevedo, Marcial, Del Palacio, Foxá o Campmany?
La revista cultural ‘Turia’, que se edita en Teruel, ha lanzado un excelente artículo en torno a María Moliner, esa mujer ilustrada en la España de los años treinta del siglo veinte. La autora del ‘Diccionario de uso del español’ no puede entenderse sin conocer sus orígenes, su infancia y adolescencia. Un sobrio texto escrito por Julia Argemí Munar, en contraposición con el convencional reportaje televisivo fabricado por la ‘documentalista’ Vicky Caragria. Ya lo dijo Salomón, la imagen no es un melón.
Polémica ha suscitado la reseña escrita por nuestro crítico cinematográfico don Quiterio, acerca del excelente documental dirigido por Thierry Frémaux en torno a los hermanos Lumière. Pero los datos son los datos. Entre cineastas, cinéfilos, escritores, artistas e intelectuales en general –el resto, para ellos, es vulgo- que ‘viven’ alrededor del séptimo arte, suman en Zaragoza más de veinte mil individuos (e individuas). La película se proyectó durante doce días en una única sesión. En una de estas sesiones acudió un solo espectador. En otra, dos. El resto y los fines de semana fueron más repartidos, a una media de nueve espectadores. Lean el artículo de nuestro crítico pollero y saquen conclusiones. El algodón no engaña.
Luis del Val, molesto por un local de ambiente en su comunidad de vecinos, le espetó esta gracia al gerente del lugar: “Si Dios hubiera querido que fuéramos homosexuales, habría creado a Adán y Esteban”. Antes que escritor, Del Val quería ser cura. Los caminos del señor son inescrutables.
Goya se pasa al thriller gracias a la novela de la cartagenera Laura Higuera ‘El ángel negro’, en torno a una misteriosa pintura negra perdida del aragonés, la decimoquinta. Sin ser una gran obra, se lee con interés esta trama que discurre en dos tiempos, los últimos coletazos del siglo diecinueve y la época actual, una combinación necesaria de dos contextos que ayuda a entender el presente aludiendo a un pasado muy particular. Don Francisco nos enseñó a seguir buscando con aquel ‘Aún aprendo’ de uno de sus últimos dibujos.
Escribe Juanjo Millás que hay libros domesticados, de perrera o de criadero, caniches o grandes. Pero también hay libros salvajes, “como la lubina del Cantábrico, pura plata brillando al sol que te duele cuando la pescas. Libros que lees boqueando, como si acabaran de sacarte de la atmósfera, o que te arrastran a las profundidades del océano. Libros como ‘Ordesa’, de Manuel Vilas, al que Dios confunda por rompernos el alma”. El barbastrense, en efecto, nos quiere subyugar con su trayectoria vital y atrapar en sus redes: recuerdos, ensoñaciones, deseos, realidades, evocaciones, familia, amigos, personas que ya no están, amigos que hemos dejado en el camino… Un autor que, muchas veces, nos ha tomado el pelo. Ahora se desnuda. Nosotros, vaya por dios, preferimos a Elsa Pataky. O a cualquier chica de la extinta ‘Interviú’.
Y si hay libros de todas clases, como dice Millás, hay igualmente escritores de todo tipo. Misceláneo llama Javier Goñi al escritor zaragozano Julio José Ordovás, en ‘Babelia’. Literatura de seducción, dice nuestro subdirector, Carlos Calvo, que le dedica un artículo de opinión, ‘Los paraísos altos del quiosquero’, y un reportaje de sociedad, ‘Heráldica gala de las artes y las letras’, en este número de ‘El pollo urbano’. Léanlos.
El libro que nos ha parecido un despropósito es el de Julio Sánchez Millán, ‘Oficio y memoria de fotógrafo’, donde reconstruye su vida y la de su hermano Alberto alrededor de la imagen, con muchas fotos en su primera parte y una segunda en la que analiza la historia de la foto en Aragón, centrándose especialmente en la obra de Marín Chivite. Este Julio siempre ha tenido más cara que espalda, y la generosidad que profesaba su hermano, el estudioso Alberto Sánchez Millán, la tira por la borda. ¡Al abordaje!
Según el historiador Julián Casanova, el archivo de la guerra civil española, en Salamanca, era el sitio de paso obligado para cualquier investigador. La Generalitat reclamó parte de ese archivo que concernía a material incautado en Cataluña durante la guerra, en contra de la doctrina de unidad de archivo, imprescindible para cualquier investigación. No obstante, la Generalitat aportaba argumentos como que, entre lo incautado, había documentos procedentes de familias catalanas. El tribunal constitucional falló a favor de la Generalitat, y una madrugada de enero, por orden de Rodríguez Zapatero, quinientas cajas se cargaron y trasladaron a Barcelona.
Ahora, cuarenta y siete años después, las obras de arte del monasterio de Sijena, que presidían el museo ilerdense, han vuelto a su lugar de origen. El gobierno aragonés ha señalado que media docena de las cuarenta y cuatro piezas entregadas están muy deterioradas. El departamento de conservación de la DGA piensa en Cecilia Giménez –la del Eccehomo de Borja- para su restauración. ¡Suerte!
Y es que estas obras de arte medieval han propiciado una disputa exactamente igual a las habituales entre Villarriba y Villabajo, como aquella serie del hijo de Luis García Berlanga. Si el juez no llega a estar mirando, las piezas de Sijena terminan en una hoguera, atendiendo al principio de que lo primero en esta vida es demostrarle al vecino quién manda.
Según el padre Melero (“los caminos del señor son inescrutables”), Pepe Cerdá pinta la verdá, porque si pintara la verdad se llamaría Pepe Cerdad.
De un tiempo a esta parte, el padre Melero está irreconocible. Antaño compraba y guardaba con celo todos los libros que le interesaban. Hogaño se ha puesto en plan estricto y exhibe un desapego radical hacia volúmenes que antes adoraba. Todos pensábamos, en un primer momento, que lo hacía porque su mujer le había amenazado repetidamente contra la manía de acumular, pero hemos observado que lo hace por auténtica convicción. Incluso con alegría. Casi religiosamente. Por eso le llamamos nosotros el padre (o mosén) Melero, de nombre José Luis. Lo viejo y lo nuevo. Y lo sobrante. Hasta por desapego ha tirado el retrato de feria que le hizo Cerdad. Verdaderamente, los caminos de la pintura son inescrutables.
“Lo que buscamos en el arte, lo mismo que en el pensamiento, es la verdad”, dejó escrito Hegel. “En su apariencia misma”, continúa, “el arte nos hace entrever algo que supera a la apariencia: el pensamiento”. Ni en la academia de San Luis lo dirían mejor.
Terminamos con unos recuerdos póstumos a Emilio Gastón (abogado, político y poeta zaragozano, primer Justicia de Aragón del periodo democrático), a Ángel Alcalá (teólogo e historiador andorrano dedicado a las obras y pensamientos de Servet, Sender, Erasmo, Vives o Calvino), Pedro Agón (periodista oscense de asuntos religiosos), Juan Luis Buñuel (siempre a la sombra de su padre), Manuel Lázaro (padre de Manolo, colaborador de ‘El pollo urbano’ y maestro vermutero de Antigua Casa Paricio), Alfredo Castellón (uno de los pioneros de la televisión en España), Félix Pérez y Pérez (veterinario, autor del libro ‘¿Por qué envejecemos?’), Joaquín Cortizo (lateral derecho de la época más gloriosa del Real Zaragoza, la de “los magníficos”), Pedro Calavia (pintor y profesor, amigo inseparable de Carlos Calvo, con quien colaboró en sus películas de súper 8, Maruja Callaved (periodista jacetana que fue presentadora en 1967 de ‘Vamos a la mesa’, el primer programa de gastronomía en televisión española), Cristino Álvarez (alias Caius Apicius, fino crítico gastronómico de la agencia Efe y colaborador de ‘Heraldo’), Pedro Peralta (batería y docente que graba discos con Suburbano, Luis Mendo, Luis Pastor, Vainica Doble o Aute), Serafina Andreu Zamora (una de las centenarias del Somontano) y José Miguel Pérez Bernad ‘Chemi’ (redactor de ‘Aragón Express’, ‘El Noticiero’, ‘Mundo Obrero’, ‘El Día’ o ‘El Periódico’). Que san Pedro, nuestro corresponsal en el cielo, los acoja y dé cobijo.