Por Martín Ballonga
¡Pollo a Pollo aumenta el número de seguidores de esta sección! Aquí conviven píldoras, runrunes y comentarios que nos llevan por pequeñas pistas a caminos de interés asegurado para nuestros inteligentes lectores.
A veces, es recomendable un ejercicio de depuración, como hacen algunos escritores que, conforme pasa el tiempo, se van despojando cada vez más de los adjetivos para intentar llegar a la esencia. El alcalde de la Inmortal parece llevar la contraria a ese buen consejo y los líos se le acumulan, con tanto adjetivo mal puesto. Para muestra, dos botones: ni Alberto Cuberovski ni Víctor López Carbajales dan la talla. Al primero le llaman “el niño de los faroles” y al otro “el sheriff de Losatumba”. Menos adjetivos, esto es, y más coplas: “Ya pués ponerte mañico / otra nariz y otra cara / porque ha mandao el alcalde / que se arreglen las fachadas”.
El enésimo escándalo de Zaragoza en Común viene dado por el dichoso folleto sobre las drogas ilegales: “Las rayas de speed tienen que ser más pequeñas que las de la cocaína” y es “mejor fabricar un rulo con papel o cartón enrollado para no dañar los epitelios nasales”. Estos chicos no aprenderán nunca a manejarse en política. Lo dice muy bien el periodista José Luis Trasobares: “Se consideran seres de un mundo superior, paladines de las causas perdidas, intérpretes preclaros de los mejores intereses populares. Son gente tan bienintencionada como obcecada. El problema es que sus paradigmas constituyen una extraña y poco operativa mezcla de clichés ideológicos, prejuicios más bien desfasados y una pueril voluntad simplificadora. Por eso el gobierno de la capital aragonesa se ha metido en otro lío tonto. Perderá más que ganará. A cambio de nada”. Nosotros no lo diríamos mejor. Y la raya del pelo de Santiveri, impoluta. La gomina hace milagros.
Ahora bien, lo sucedido en el ayuntamiento zaragozano que regenta Pedro Santiveri ha ocurrido igualmente en el de Bilbao o en el de Barcelona. El consistorio favorece que asociaciones como Energy Control realicen su trabajo (a grandes rasgos, informar sobre drogas y promover la reducción de riesgos en su consumo) y la oposición, tras escandalizarse como una ursulina hidrofóbica, denuncia que el ayuntamiento incita a que los jóvenes se droguen. El tumulto consiguiente es falaz e interesado. No sabemos si sorprende más su hipocresía o su regularidad. Y lo gracioso es que el mismo Plan Nacional Sobre Drogas contempla la reducción de daños en contextos de ocio nocturno. Antes o después, algún alcalde debería sacar ese plan –que fue creado en 1985 y ha sido defendido por el PSOE como por el PP- y atizarle con él a la oportunista y escandalizada oposición. Por ver si se tranquiliza un poco.
Sin ir más lejos, Jorge Azcón, portavoz del PP en el ayuntamiento de Zaragoza, publicó una guía, cuando fue responsable de juventud, en la que se explicaba que los efectos de la cocaína eran menores si se consumía con comida. No nos extraña, pues, que después de un buen almuerzo, en uno de los mejores restaurantes de la ciudad, fuera a hacerse una endodoncia. Después de la anestesia, no supo qué hacer con su boca, y sus palabras fluían de lado, esquinadas y sin rumbo.
Lo mismo podríamos decir de la doble moral de los portavoces del PSOE (Carlos Pérez Anadón), Ciudadanos (Sara Fernández) y CHA (Carmelo Asensio), enojados con el alcalde al decidir este tomar todo el control de las sociedades públicas municipales. O sea, adiós a los adjetivos. El lío está servido, esto es, al prescindir de todos los representantes de la oposición y tomar el control de todas las sociedades en aplicación a la Ley de Capitalidad. La oposición califica la decisión de “cacicada”, “alcaldada”, “sectarismo” o “golpismo”. ¿Cómo puede llamarse golpe de estado antidemocrático a la aplicación de una ley que aprueban las Cortes de Aragón?
Lo dice muy bien el profesor Juan Manuel Aragüés: “¿Qué forma de delirio es aprobar una ley, como han hecho CHA y PSOE, y luego indignarse porque se aplique? CHA ha anunciado, incluso, que rompe relaciones con ZeC. Quizá lo que debiera hacer el grupo municipal de CHA es, si tan antidemocrática le parece la ley, pedir la dimisión de su consejero en el Gobierno de Aragón, José Luis Soro, por promover una ley, al parecer, tan nefasta. Otro tanto debiera hacer Pérez Anadón, solicitar la dimisión de Lambán por aprobar una ley bolivariana y soviética. En fin, un esperpento”.
Otras preguntas: ¿Cuántas veces hemos oído en los últimos tiempos que hay que acatar la ley? ¿Considera Zaragoza en Común que con esta nueva estrategia, concentrando la gestión en sus siglas, publicitará mejor la difusión de sus logros con vistas a la próxima campaña? John Fitgerald Kennedy diría que no se puede negociar con aquellos que dicen: “Lo que es mío es mío y lo que es tuyo es negociable”.
Igual que hay un san Valentín que recuerda a las parejas lo mucho que se quieren, el comercio, la prensa o la mismísima iglesia podrían buscar otro santo para recordar los desenamoramientos. Y podríamos hacer un concurso a ver qué gremio aporta más casos. Es muy probable que ganase el gremio político. En Zaragoza, el matrimonio Sara Fernández-Pedro Santiveri pasó de su feliz luna de miel a los gritos de desavenencia. Esto le dijo la ‘portabocina’ de Ciudadanos: “Ya veo para qué me has sacado del consejo de administración de las sociedades, para poner a otra. Infiel, más que infiel”. Tiempos de desamor.
La Harinera abre las plantas superiores tras su periodo de rehabilitación. Para celebrarlo, el espacio cultural zaragozano situado en el barrio San José tendrá como actividad relevante la reconstrucción de cabezudos. Saúl Estalín, director general del ayuntamiento cesaraugustano, y Diego Garrulo, coordinador del centro, han invitado a todos los vecinos a ser cabezudos por un día.
El equipo de fútbol de la capital oscense que entrena Joan Francesc Ferrer ‘Rubi’ va como un tiro en segunda división. En su historia, ha estado ocho temporadas en segunda, diecisiete en segunda b y treinta en tercera. Nunca en primera. Este año lo puede conseguir. La famosa frase de “lo verde empieza en los Pirineos’ habría que cambiarla por “lo verde empieza en el césped del Alcoraz”. ¡Aúpa el Huesca!
Y el Real Zaragoza, mientras tanto, de luto. Tanto por su presente, todo un lustro peregrinando por la segunda división, como por el fallecimiento de Luis Cid ‘Carriega’, el entrenador que llevó al club aragonés, presidido por José Ángel Zalba, al subcampeonato de liga en la temporada 1974-75, el mejor puesto logrado de su historia, incluida la goleada al Madrid (6-1). Forjador de los ‘zaraguayos’ (Arrúa, Diarte, Ocampos, Soto), siempre fue muy supersticioso: mandó plantar ajos en las porterías de La Romareda, llevaba siempre el mismo traje en los partidos y todos los viernes iba al Pilar a rezar y poner una vela a san Judas Tadeo, patrón de los imposibles. Todo lo contrario de un presente bastante negro. Que tomen nota. ¡Aúpa el Huesca!
El gerente del teatro Arbolé, Esteban Villarrocha, ha rebajado el precio de las entradas en consonancia con la bajada del iva cultural. Ya solo cuestan siete euros y medio y con la entrada se regalará una bolsa de palomitas, un libro de Gloria Fuertes a elegir y un paquete de Klínex para los más llorones.
El cineasta zaragozano Nacho García Velilla está ya inmerso en la posproducción de ‘Perdiendo el este’, secuela de ‘Perdiendo el norte’ y que deja la dirección en manos de Paco Caballero, el realizador del cortometraje ‘Doble Check’. Ahora, en vez de Alemania, las peripecias del inmigrante español suceden en Hong Kong y la banda sonora vuelve a ser la del oscense Juanjo Javierre. De volver a tener éxito comercial, habrá una tercera parte: ‘De perdidos, al río’. Y que se les lleve la corriente del suroeste…
Nos han gustado mucho los dos libros dedicados al payaso jaqués Marcelino Orbés, escritos respectivamente por Mariano García y Víctor Casanova. El primero se subtitula ‘El mejor payaso del mundo’ y el segundo ‘Vida y muerte de un payaso’. Unos volúmenes que dan luz a un clown olvidado, que vivió las mieles del triunfo y acabó pegándose un tiro en su derrumbe artístico. Con un buen cineasta, habría una gran película de este personaje. Lean el artículo de nuestro subdirector, Carlos Calvo.
Pero para payasada, la de Penélope Cruz. La gran pensadora de Alcobendas considera que el final de cuentos como ‘La cenicienta’ o ‘La bella durmiente’ enseñan a los niños actitudes machistas y ha emprendido una cruzada para animar a los padres a que cambien la literatura que consumen sus hijos, como ella mismo hace. ¿Eran machistas los enanitos de Blancanieves? Rotundamente, no. Se equivoca al creer que alterando estas obras populares se educa en la igualdad. Tan es así que la actriz, de visita a Zaragoza, compró en el bazar ‘Quiteria Martín’ una peluca yeyé para su amigo Luis Alegre, que siempre le recuerda al ‘Nosferatu, el vampiro de la noche’ de Werner Herzog, otro machista. ¡Pues que quemen los fotogramas de la película! ¡Y que hagan fogatas con la ‘Lolita’ de Nabokov! ¡Y que retiren los cuadros de Balthus de los museos! ¡Y que corrijan la historia convulsa de la cultura! ¡Y que no existan grietas para dudar! ¿Es el protagonista de ‘Jamón, jamón’ machista, virulento, autoritario, grosero, antifeminista? ¡Pues que también lo quemen a él y los fotogramas de la película de Bigas Luna! Todos a la hoguera (de las vanidades).
Una juez (o jueza, que no queremos líos) recrimina a una anciana el asesinato de su marido. “Pero, mujer, después de sesenta años juntos…”. Y la homicida le responde: “Es que lo vas dejando, lo vas dejando…”. Si Freud levantara la cabeza probablemente nos explicaría que los hombres de nuestros días se están buscando el pene.
Nos ha gustado mucho el cortometraje ‘Habitación 110’, con el que debuta en la dirección la actriz zaragozana Ana García Arnáiz (‘Los Artigas’, ‘Grupo 2: Homicidios’), que ha sabido rodearse de un equipo competente: José Luis Fandos, Javier Estella, Pilar Gutiérrez… Un trabajo realizado con mucho talento, de tan solo doce minutos de duración. Muchos de los cineastas “consagrados” en esta tierra nuestra deberían aprender. A su lado, parecen unos principiantes.
Ana Asión, licenciada en historia del arte por la facultad de filosofía y letras de la universidad de Zaragoza, también debuta en la dirección del corto con ‘El sueño de Ezequiel’, una poética pieza sobre el derribo del casino de la Puebla de Híjar, entre la ficción, el documental y la animación. Como la otra Ana, Asión se rodea de un equipo competente (Antonio Tausiet, José Angel Delgado, Joaquín Carbonell…). Y el corto dura igualmente doce minutos. Entre ‘anas’ anda el juego.
En pequeñas pinceladas, varios creadores aragoneses evocan las turbulencias de su primer amor en el suplemento cultural de ‘Heraldo’, con ocasión del día los enamorados. Ante el éxito cosechado, y con motivo de los próximos festejos en Illueca, se hará lo mismo con los primeros zapatos. Los mimos evocarán su amor al calzado, a saber: Vicky Caragria, Cristina Grande, Cristina Fallarás, Ángel Guinda, Trinidad Ruiz Marcellán, Patricia Esteban, Pedro Bosqued, Luis Alegre y Ángel Gracia. A ellos se unirá el padre Melero. Que siempre es bueno tener un mosén al lado por si alguien se desmelena. O se descalza.
En esto de las evocaciones al enamoramiento inicial, Ángel Gracia, jefe de prensa de Fnac y autor de ‘Campo rojo’, es el único que tiene gracia: “En la historia de mi primer amor somos tres. Alex y Martina eran novios y yo era su amigo. Íbamos a la filmoteca juntos. Ella se sentaba entre los dos. Luego, en el bar, comentábamos películas de Godard, de Rohmer. Marina me miraba; yo la miraba. Llegó el ansiado día: rompieron. Martina y yo fuimos novios durante dos meses. Alex, al principio, se negaba, pero acabó sentándose con nosotros. Vimos juntos ‘Jules et Jim’ de Truffaut y nos reímos. Martina, un día, decidió romper conmigo. Se fue a estudiar a otra ciudad y no he podido ver nunca más una película de la nouvelle vague”. Uno de los nuestros.
‘El criticón’, del aragonés Baltasar Gracián, ha sido llevada a las tablas por Teatro del Temple. De esta cumbre del conceptismo barroco español no ha sabido sacarle jugo la compañía zaragozana, y todo queda en puro juego –o fuego- de artificio. Estamos convencidos de que al crítico Joaquín Melguizo le ha gustado más bien poco, aunque en la reseña de ‘Heraldo’ haga encaje de bolillos. La verdad es que no se moja, por si acaso. Eso sí, Fernando Rivaflex aplaudió como un loco en el estreno y se pavoneaba en el Principal de no se sabe qué. Como dice Matías Uribe, su concejalía de cultura le viene muy grande. Lo que tenemos claro es que cuando los chicos del Temple estrenen –si estrenan- fuera de nuestra comunidad, los pondrán en su sitio. Mucho ruido y pocas nueces.
No nos ha gustado tampoco la versión teatral de Fernando Sansegundo que la actriz y directora Blanca Portillo ha hecho del clásico ‘El ángel exterminador’ de Luis Buñuel (y de Luis Alcoriza, por cierto). Quiere mantener el misterio del inexplicable encierro, quiere jugar con los géneros, hibridando tragedia y comedia, y quiere potenciar el surrealismo crítico de la película. Pero nuestro gozo en un pozo. No se da con el tono apropiado y todo es demasiado estridente y dilatado. Mucho ruido y pocas nueces, otra vez.
Y es que desde el ridículo desfile inicial hacia el escenario, la suerte está echada y las cartas marcadas: esos burgueses son unos imbéciles. Nos caerán muy antipáticos y sentiremos vergüenza ajena al confirmar lo que sabemos desde el principio. La cara farsa de Blanca Portillo –excelente actriz, por otra parte- a partir de ‘El ángel exterminador’ es un interminable, aburrido, pretencioso y, a veces, inaudible espectáculo que banaliza y profana la película de Buñuel –tambores, ovejas, oso- sin ofrecer nada mejor ni más actual. La imposibilidad de salir se queda en tonta anécdota sin capacidad de inquietar.
Lo que sí nos ha gustado es lo que dice Blanca Portillo del clásico cinematográfico: “La primera vez que ves ‘El ángel exterminador’ produce una tremenda angustia, parece una tragedia. La segunda te dices: vaya, pero si esto no va de llorar. La tercera constatas que Buñuel se cachondea de todos nosotros. La cuarta te recreas con su sentido maravilloso del humor. Y la quinta te topas con el auténtico surrealismo, que trasciende la comedia”. Ni Agustín Sánchez Vidal lo diría mejor.
Es cierto que en los obituarios de los premios Goya del cine español se olvidaron de los realizadores aragoneses Alfredo Castellón y José Antonio Páramo. También se olvidaron, para ser precisos, de otros trabajadores del cine español repartidos por el resto de comunidades. Y desde esta tierra nuestra habría que decirlo con la boca pequeña, pues muchos de nuestros paisanos –vivos o preferiblemente muertos- son ninguneados, ya por ignorancia –malo- o por aviesas intenciones –peor-, en muchas ramas de la cultura. Se ve antes la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.
Menos mal que acudimos a Bilbao, siguiendo el consejo del suplemento de las artes y las letras del decano de la prensa aragonesa, para ver las pinturas del madrileño Eduardo Arroyo. Así completamos un periplo de ‘grandes’ exposiciones que iniciamos en el Pablo Serrano y continuamos en la Lonja. Un triángulo expositivo –arroyos, muros, ilustraciones varias- de cuatro lados.