Por Ricardo Ostalé
Siempre es una alegría para todos nosotros que Arrudi presente un nuevo trabajo y más todavía cuando es un hecho artístico de esta envergadura. “Tauromaquia sin complejos” va más allá de ser un homenaje a la fiesta de los toros, hoy en el centro de una polémica de esas que tanto nos gustan a los españoles y que mantienen viva esta sociedad tan dada a la discrepancia.
No es mi papel en esta celebración posicionarse de un lado o de otro, eso es labor hoy de Ángel Solís, sino comentar desde la admiración una revisión artística de “La Tauromaquia” de Goya, taurino hasta la médula que hizo el que es el más hondo homenaje a la fiesta que ha dispensado nunca un artista, sin olvidarnos de Picasso, Barceló, Victor Mira, Martín Ruizanglada, Pepe Cerdá, Lorca, Joaquín Sabina y un largo, largo etcétera de artistas que han dedicado parte de su vida a transcribir este sentimiento trágico/artístico que, durante toda nuestra historia ha acompañado a este país que muchos llaman “la piel de toro”.
El “sin complejos” de la edición tiene una doble vertiente a mi entender. Es el “sin complejos” de quienes defienden el hecho taurino desde el apasionamiento legítimo de que forma parte de nuestra historia, desde los grandes festejos que gustaba organizar en Madrid el Rey Felipe IV, hasta el inicio de la tauromaquia moderna en el siglo XVIII, y así hasta hoy.
Pero también es el “sin complejos” del artista maduro que, desde su visión y con valentía se atreve a interpretar una obra mítica y de dimensión internacional e intercultural como es la obra maestra del gran Goya, del que nada vamos a decir porque ya se ha dicho demasiado y hablar demasiado de arte es como hablar demasiado de sexo, las cosas de los sentidos son difíciles de convertir en palabras y es fácil, en este ejercicio, convertirlas en palabrería.
Utilizando como base “Los toros de Burdeos” de Rafael Casariego, Arrudi hace una carpeta muy “a la Arrudi”, que para eso se ha forjado eso tan difícil y tan manido que es “un estilo propio”.
Con amor al original y profundo respeto, hace suya la serie para, sin complejos, destriparla con su trazo ágil y su sana irreverencia que, estoy seguro, habrían arrancado una sonrisa al genio de fuendetodos.
La edición está iluminada a mano con trazo firme, “a la prima”, con esa manera de hacer de la que tanto gustaba Goya y que es herencia en su obra de los artistas napolitanos que supo grabar en su joven corazón de artista el profesor José Luzán.
La carpeta, de casual y cuidada estética, se compone de doce serigrafías intervenidas, por lo que cada ejemplar es obra única. Sin duda va ser un codiciado objeto de deseo para los coleccionistas, la pena es que solo hay sesenta y no habrá para todos… Yo, como estoy enchufado, ya tengo la mía…
Enhorabuena Miguel Ángel por tu obra, por este objeto artístico al que hay que acercarse, no con el apasionamiento de la polémica sino con el cariño con se contempla un buen trabajo.
Arrudi a su amigo Goya
Por Ángel Solís
El toreo es grandeza
Se escapa el año del bicentenario y el toreo sigue sin enterarse. Nada. Res. Ni una mención. Ni un brindis. Vacío.
Pereza para recordar al genio de Fuendetodos
Que dejó su impronta retratando su pasión, su vida, su ilusión: el toreo.
A estas alturas de temporada, cuando Sevilla y Madrid son recuerdo ya de faenas prodigiosas, llenas de pulcritud, de temple, de aroma vestido de lila y oro; ahora que el recuerdo duerme en el rincón del alma, sería tiempo para gozar de la eternidad de la pintura perpetua del maestro Goya.
Duerme el toreo en su egolatría -como duerme la voz que grita y reivindica- que el arte de torear es la chispa que alimenta el alma del artista. El toreo, esa pasión desbordada que alborota los sentidos y fluye suave por la punta de los dedos, como pintando, endulzando de colores la paleta del artista que derrama su sangre en un lienzo de color albero. El toreo reposa, como Goya plasmó hace doscientos años, en la mente de los crédulos y en los que buscan la verdad más allá de la vida terrenal. En los que no temen a la muerte; en los que, armados de valor consciente, derrochan gracia y sabiduría manejando un liviano capote o una fugaz muleta.
Qué memorias más frágiles la de los toreros que duermen enrocados sin saber que alguien los vigila. Qué facilidad para olvidar que lo efímero del toreo queda plasmado en la memoria del pintor que lo inmortaliza. Qué importante saber que la mano sensible de Arrudi, siguiendo instrucciones de su corazón torero, ha plasmado su particular visión del toreo arabesco de Goya con el templado y cercano de hoy. La sutil sinceridad en los pinceles de Arrudi recrea la cercanía de un espectáculo que sigue tan vigente como hace dos siglos.
Miguel Ángel Arrudi ha brindado por el toreo eterno, ese que ahora parece maldito, pero que será tan inmortal como Paco el de los Toros y su amigo Arrudi. Estas serigrafías así lo dicen.
200 aniversarios de la primera Edición en burdeos la tauromaquia de Francisco de Goya y Lucientes
Por Miguel Ángel Arrudi
Quiero rendir un homenaje a tan singular onomástica, por varios motivos, personales el primero por afinidades expresivas con EL ARTISTA – GOYA – puesto que mediante dicha celebración, me permite crear un dialogo con una parte de sus grabados y mi personal interpretación de los mismos. El segundo motivo y tal vez el más singular, es el que por medio de esta afición taurina compartida con GOYA en el espacio tiempo me siento, en cierta forma repudiado por esta actual e hipócrita sociedad.
Personalmente les rogaría a Los ANTI TAURINOS que no se molesten en abolir LA TAUROMAQUIA que de eso ya se están encargando los propios TAURINOS.
El proyecto de este homenaje surge de forma casual, cuando en 2014 mi amigo Pepe Rodrigo de enmarcaciones MS 31 me comenta, que tenía una carpeta que la tuvo que tirar sobre los grabados de GOYA. La recupero del cubo de la basura,, al cabo de unos días, ya tenía trasformadas las cartulinas de los textos en pinturas técnica mixta a modo de palimpsestos.
La verdad es que me divertí bastante realizando unas pinturas sobre la TAUROMAQUIA de GOYA en versión libre partiendo de los textos sin los referentes gráficos, en algunas laminas coinciden las imágenes con las que realizo GOYA pero en otros en absoluto.
Posteriormente me decidí por realizar una tirada limitada en Serigrafía, retocadas a mano una a una y dentro de un estuche forrado en tela, el resultado es bastante interesante, puesto que se compone de 12 serigrafías de una tirada de 60 unidades firmadas y numeradas.
El pasado día 27 de septiembre se presentó en el Museo Camón Aznar de Zaragoza la obra de Arrudi: “Tauromaquía sin complejos”