Por Jorge Moreno
Investigadores de la Universidad de Uppsala en Suecia han demostrado con éxito en ratones que, si se interfiere la memoria del miedo en el momento justo y los recuerdos son recientes, se puede debilitar su impacto en el cerebro, según los resultados de su estudio que publica la revista ‘Science’.
El trabajo ha sido dirigido por el investigador Thomas Agren, que empleó una técnica de resonancia magnética funcional para observar los efectos del miedo en personas, descubriendo que, después de un impacto traumático, el recuerdo y su consolidación se fija en la amígdala cerebral, al igual que pasaba con los ratones.
«Sabemos que la amígdala cerebral es una estructura de vital importancia para centralizar el miedo y almacenarlo a largo plazo», ha explicado este experto en declaraciones al Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), recogidas por Europa Press.
De este modo, lo que han conseguido Agren y su equipo ahora ha sido demostrar que «es posible borrar la huella de los recuerdos temerosos en la memoria de dichas amígdalas y debilitarlo al interrumpir el período de reconsolidación en el cerebro».
Para comprobar si el proceso de borrado era igual en humanos, el equipo de científicos analizó el comportamiento de un grupo de personas a las que se les presentó varias imágenes que les provocaban temor. Para activar sus recuerdos les mostraron estas fotografías repetidamente hasta interrumpir el proceso de consolidación.
«Los sujetos se mostraban conscientes hasta que recibieron el primer día el estímulo que les produjo el ‘shock’. A los cinco días del experimento, ya no mostraron reacciones de miedo al interrumpir el proceso de reconsolidación, ya que la memoria se hizo neutra y no incitó al miedo», asegura el investigador.
El trabajo demostró que este mecanismo de actualización de los recuerdos en el cerebro puede ser interrumpido de tal forma que la amígdala ya no reacciona al miedo.
«Por qué un recuerdo se vuelve inestable no está claro. Posiblemente es un mecanismo de actualización de la memoria que nos ayuda a añadir nueva información a los recuerdos o cambiar su valor emocional», concluye Agren.
Según los científicos, esta investigación supone un gran avance para conocer más sobre la memoria humana y podría ayudar a mejorar los tratamientos de problemas como la ansiedad o las fobias.