Desde el divan: ‘Inocencia interrumpida’ de James Mangold


Por José María Bardavío

    En la década de los sesenta surgió la Antipsiquiatría,  conjunto de teorías revolucionarias sobre cómo entender y tratar al enfermo mental que puso patas arriba los procedimientos de la psiquiatría tradicional.

  Título original: ‘Girl, interrupted’. Año de producción: 1999. Dirección: James Mangold. Guion: James Mangold, Lisa Loomer y Anna Hamilton Phelan. Argumento: libro autobiográfico de Susanna Kaysen. Fotografía: Jack Green (color). Música: Mychael Danna. Intérpretes: Winona Ryder, Angelina Jolie, Elizabeth Moss, Clea Duvall, Brittany Murphy. Duración: 126 minutos.

    Para  David Cooper, Ronald Laing, Franco Basaglia, y otros muchos, no  existe enfermedad psíquica alguna que  exija encerrar a los locos en manicomios.

    El sentido último de la antipsiquitría aparece nítidamente resumido en las tres palabras del título de uno de los libros de Basaglia: Locos de desatar. Se trata de sacar a los locos de los manicomios,  democratizar la psiquiatría,  socializar progresiva y escalonadamente a los enfermos mentales y finalmente devolverlos a su entorno habitual. Terminar con la estigmatización histórica de los  locos, individuos peligrosos, temidos ancestralmente, expulsados de la sociedad no por su falsa discapacidad intrínseca e irresoluble sino por la incapacidad de los poderes públicos que deberían entender ladiferencia en lugar de combatirla. 

   ¿Qué sería de nosotros -se preguntaba Basaglia- si hubieran encerrado  a Don Quijote en un  manicomio?  El antipsiquiatra italiano consiguió la primera gran victoria sobre la psiquiatría tradicional al promover una ley estatal que prohibió que ningún ciudadano fuera internado en un manicomio en contra de su voluntad.

   En Girl, interumped notamos aunque sea brevemente la diferencia entre la terapia convencional que aplican a Susanna la Dra Wick y  el Dr Melvin Potts y la revolución antipsiquiátrica que nutre las respuestas irónicas y los comentarios escépticos de la propia Susanna a sus mentores. Siendo mucho más acusadas las críticas en la autobiografía novelada que en la película. Y mucho más acusadas todavía en el personaje de Lisa (Angelina Jolie) una muy inteligente y peligrosa sociopata que con sus mordaces observaciones ridiculiza todo lo que existe y desacreditando el sentido del tratamiento y el tratamiento mismo que recibe en el psiquiátrico.

   No es que la antipsiquiatría sea un tema tratado en profundidad en la película, en absoluto. Pero sí que se trata de uno de los muchos asuntos sutilmente enunciados allí. Del mismo modo no es que los presidentes John Fitzgerald Kennedy y Richard Nixon sean mencionados ni una sola vez, pero está claro que la película  se nutre de un tiempo que va desde la fascinación de un país por Kennedy, a la vergüenza nacional sufrida  cuando Nixon tuvo que abandonar la presidencia de EEUU  al quedar demostrado fehacientemente que fue el responsable directo del robo de documentos al partido Demócrata; el conocido como Escándalo Watergate.

  Es como si la historia del país hubiera sufrido un trastorno psiquiátrico bipolar. La transformación de un querer ser todos como Kennedy: atractivo, cercano, carismático, heroico, valiente, comprometido, al Nixon espantoso, desconfiado, manipulador, embaucador, mentiroso, paranoico con graves tendencias alcohólicas que sumió en el escándalo y la vergüenza a la ciudadanía biempensante.

   Y todavía menos claro y más incierto, pero literaria y cinematográficamente posible, y hasta correcto, es que Susanna Kaysman sea John Fitxgeral Kennedy, y que Lisa sea Richard Nixon.

   Tan fuerte fue la atracción que  los americanos  sentían por JFK que cuando supieron asombrados de su obsesión por las damas, en lugar de parecerles un hecho reprobable, convirtieron la sexualidad fuera del matrimonio, la infidelidad y derivados, en tendencia, en una especie de moda. Ciudadanos intachables, convirtieron en imitables y hasta en modélicas las hazañas sexuales de su Presidente fuera del matrimonio. Y la permisividad sexual, favorecida por el creciente ambiente de libertad de los sesenta, cambió las formas hasta entonces restringidas de entender y practicar la sexualidad. El camino de la relajación moral abrió sus puertas y horizontes de par en par y al fondo del paisaje apareció, como por encanto, la horizontalidad infinita de las playas californianas los perfumados olores orientales y los vitales aullidos (Howl) de poetas tan rotundos y excéntricos como Allan Ginsberg: <<He visto a las mejores mentes de mi generación destruidos por la locura>>. <<Nuestro niños, nuestros colegiales, chicas de América, obreros, estudiantes dominados por la lujuria>>.

   Lo que acabo de decir debería clarificar el desconcierto anímico de la protagonista, Susanna Kaysen, que, habiendo sido educada en una familia conservadora, su sensibilidad se ve alterada por la influencia arrasadora de las nuevas corrientes culturales –la Contracultura- tan opuestos a las costumbres y creencias de la sociedad americana de los cuarenta. Y es en los años cincuenta, cuando los explosivos modos de los beatniks empezaron a poner en entredicho, y luego a  dinamitar, las viejas costumbres puritanas. Y es en los sesenta (JFK es asesinado en el sesenta y tres) cuando el tsunami revolucionario, lleno de muchísimos pequeños tsunamis políticos culturales  sociales, hizo tambalear los cimientos de los Estados Unidos como no había sucedido desde la Guerra Civil.

   Susanna Kaysan representa a las chicas que sufrieron en sus carnes, en sus mentes y en sus psiques, las consecuencias de las explosivas tendencias esquizofrenógenas surgidas en la confrontación del modeloprogresista versus  conservador. Del colapso emocional de una chica –una chica como otras muchas chicas- sufrido como consecuencia del descalabro social. Sin olvidar que la contracultura supuso una inmensa renovación  cultural. Aunque sus utópicas propuestas alteraron la cordura de muchos jóvenes temporalmente situados entre JFK y Tricky Dicky, jóvenes  como  Susanna Kaysen, que le costó entender, y luego aceptar, que lo blanco era negro y lo negro blanco.

   Letra de la canción de Joe McDonald titulada Tricky Dicky

Late last night I was watchin’ the tube
When I saw the most incredible thing
They built a new mechanical man
Looked just like a human being.
I started to become terrified, 
Good God it was makin’ me sick
And then I began to realize
It was no one but Tricky Dick

   Susanna, universitaria de diecisiete años, acepta ingresar en un psiquiátrico después de celebrar el cumpleaños de su padre acostándose con el marido de la íntima amiga de su madre, y bebiéndose luego una botella de vodka repleta de aspirinas.

   En el psiquiátrico congenia con un grupo de adolescentes de parecida edad, en donde Lisa ( con una actuación de Angelina Jolie no sobreactuada sino extraordinaria, antológica) consigue imponer sus degradantes caprichos sobre el resto de las internas.  Fascinada  Susanna por la afilada sociopatía de Lisa, decide fugarse con ella del psiquiátrico. Y después de correrse las dos una juerga descomunal con los pandilleros que encuentran haciendo autoestop, deciden visitar a Daisy (Brittany Murphy) una de las internas que goza de un permiso para visitar la nueva casa en la que residirá con su morboso padre cuando una vez rehabilitada, abandone definitivamente el psiquiátrico.

   Una vez instaladas en casa de Daisy, Lisa inicia el acoso y derribo de la anfitriona, mientras Susanna, incapaz de intervenir, va descubriendo la criminal personalidad de Lisa, el sadismo de su hasta ahora admirada amiga.

   Lisa, inspeccionando la casa por su cuenta, abre la puerta del aseo y pregunta a Daisy  <<¿No hay bañera?>>. Una pregunta que suena inocente pero que en realidad está cargada con balas de malicia, y formulada en el instante mismo en el que está viendo que, por definición, el aseo de cortesía de la planta baja no dispone de bañera alguna. Una pregunta que inicia la primera vuelta de tuerca, el primer tour de force, y el primer disparo a muerte del largo tiroteo de despropósitos, y a la postre mortales, que descarga sobre la pobrecita Daisy. Por cierto, y que conste en acta, el trabajo actoral de la Ryder (Winona Ryder) es, también, absolutamente inconmensurable.

   Es sabido que los servicios de la planta principal de las casas convencionales americanas suelen disponer de un servicio con lavabo y retrete. Así que la axiomática ausencia de bañera, de sobras sabida por Lisa, es transformada en excusa para hacer sufrir a su anfitriona. Hasta tal punto martiriza Lisa a Daisy, hasta tal punto llega a ser feroz y brutal la acusación de incesto que culminará el hostigamiento iniciado ahora, que a la mañana siguiente, cuando Susanna sube a la primera planta para investigar qué le pasa a Daisy que no baja a desayunar, la descubre colgada de ahorcada sobre la bañera. Se subió al pretil para atar el cinturón del albornoz al soporte que sostiene la cortina de la ducha, atárselo al cuello y dar un paso al frente sobre el diminuto abismo para entrar al poco en la más rotunda eternidad.

   Las torturas verbales de la perversa Lisa sirvieron a Daisy para fabricar la forma más segura de abandonar el mundo. Si el <<¿No hay bañera?>> sugiere (también) que es una sucia porque no se baña, el suicidarse encima, pero sin tocar la bañera, resulta ser una forma de lavarse, de higienizarse, mediante esa fórmula, esa perfecta deconstrucción, más allá de cualquier limpieza, del quitarse la vida. Como si estar vivo fuera estar sucia de por vida, espantosamente sucia. Y es que Daisy es famosa en el psiquiátrico) porque, debido a su bulimia, esconde en su dormitorio restos de comida que al descomponerse despiden un olor repugnante. 

    Si en la bañera el usuario adopta la posición horizontal, Daisy se regala el uso vertical y excepcional, la protesta contra la suerte que le deparó la vida, un  padre que le ha engañado, seducido, y  comprado una casita para que, encerrados allí, solo sea suya. Razón suprema para ascender desde la iluminada bañera al reino de la más radical obscuridad. Sin desatender al empujoncito envenenado que le regaló Lisa la noche anterior a la escalofriante decisión de quitarse la vida. Y Es ahora mismo cuando entendemos a Lisa como una iluminada que clarifica el espíritu de Daisy que sabe pero que no quiere saber la verdad sobre su padre. Lisa le regala brutalmente la verdad, y Daisy hace lo que su frágil conciencia le dicta hacer.

   Notamos en esta película una cierta tendencia a mostrar bañeras entintadas en perversidad y muerte. Lo acabamos de comprobar repasando el suicidio de Daisy. Para la bañera siguiente, resulta importante recordar que Susanna Kaysen, después de su intento de suicidio, se recluyó en el centro psiquiátrico por voluntad propia, lo que no impidió que fuera allí tratada igual que al resto de las pacientes adolescentes, especialmente cuando el Dr. Melvin Potts, el psiquiatra jefe, le diagnostica un trastorno de personalidad borderline.

   El contenido inconsciente clave de la película, viene dado en la secuencia en la que el Dr. Potts se entrevista con los padres de Susanna estando ella presente. Hay que decirlo alto y claro porque después de leer muchas críticas de Girl, interrupted no conozco ninguna que señale este episodio como clave, siendo en verda la llave misma, que muestra cómo está construido el personaje, y el inconsciente mismo de Susanna.

  Siendo un bebé, y debido a un descuido de su madre, se cayó de la cuna y se rompió una pierna. Después, al día siguiente, tuvo que atravesar el país en coche, cuatro mil millas, sujeta y tumbada en el asiento de atrás porque su padre tiene que tomar posesión del trabajo que reportará a la familia un magnífico futuro. Los ataques de angustia padecidos por Susanna durante su adolescencia tienen que ver, al parecer, con el retorno de lo reprimido, con esa sucesión de acontecimientos catastróficos que sufrió siendo bebé producto del nerviosismo de la madre ante las dificultades laborales  de su marido, y el corolario del viaje inacabable que le causó muchos dolores durante demasiadas horas. La caída de la cuna, la fractura de la pierna, el viajar atada al asiento del coche, dejaron en Susanna una huella de sobresalto y pánico, un trauma, que, años después, emergió con síntomas que ella  trató de calmar las conductas caóticas y confusas que le condujeron finalmente al psiquiátrico.

   Finalmente Susanna, después de acostarse con el amigo de su madre durante el cumpleaños de su padre –y quizá por ello- optó por quitarse la vida ingiriendo una botella de vodka en la que vació previamente un tubo de aspirinas.

  Recordando que Freud retrotrae el origen de la angustia a la angustia del nacimiento, quiero convocar aquí  la sensación de angustia y abandono de Susanna por la prolongada inmovilidad de su cuerpo al poco de nacer, y  el profundo sentido que adquiere la aparición de una bañera en otro de los momentos fundamentales de la película.

  Sumergida en el agua caliente en la sala de bañeras del centro psiquiátrico, Susanna le pide a Valerie (Whoopi Goldberg)   la enfermera jefa, que le traiga una maquinilla de afeitar para depilarse las piernas Y cuando así lo hace, Valerie, como es preceptivo, se sienta en una silla al lado de la bañera para impedir el posible daño corporal que pueda hacerse la paciente.

   De lo que se trata, ahora es de advertir, (1), el parentesco sintomático entre la bañera y el origen de la vida (la bañera como remedo uterino); (2) la necesidad inconsciente de Susanna de devolverse al seno materno a través del baño en la bañera (que la sitúa psíquicamente antes del trauma sufrido siendo bebé); (3) los símbolos de muerte que surgen del hecho mismo de que Valerie permanezca sentada allí (para que Susanna no se haga daño a sí misma) y, (4) la maquinilla de afeitar solicitada (como muestra del deseo inconsciente de quitarse la vida). Si, por una lado, la cuchilla de afeitar acarrea el riesgo de autolesión, el uso del artilugio, por otro lado, tiene que ver con el hecho de extirpar de sí misma,eliminar, cualquier vestigio capilar (lo adulto): reconvertirse en sin pelo para devolverse al estado y condición del bebé. ¿Qué bebé? Aquélla que padeció las  consecuencias derivadas del accidente y la general desatención de la madre hacia su hija.

    La madre, absorta en la promoción laboral de su marido, descuidó el cuidado de su hija, y el accidente encadenó el conjunto de descalabros origen de la angustia que ahora, al final de la adolescencia, surgen aleatoriamente en Susanna originando episodios de despersonalización ( tiene la sensación de que su cuerpo es solo piel) que  no corre sangre por sus venas; y el siente que carece de vísceras y huesos -síntomas tratados con más detalle en la novela que en la película).

   Por lo tanto, el baño en bañera  sugiere el impulso inconsciente de devolverse al seno de la madre. Pero de la madre anterior a la madre terrorífica, la madre, en suma, primigenia. Cuanta más angustia, más deseo de devolverse al seno materno a través del símil uterino que es, sin la menor duda posible, el suicidio y, luego, estando ya bajo tratamiento, los placeres físicos -pero sobre todo psíquicos- del baño en bañera.

  El inconsciente de Susanna tal y como lo va sugiriendo el sentido mismo de la película, recuerda los trabajos de Marie Bonaparte sobre el inconsciente del mismísimo Edgar Allan Poe: En su deseo de devolverse al beatífico seno materno (tan presente en muchos de sus famosísimos cuentos), el deseo regresivo se veía obstaculizado por el recuerdo inconsciente al nacimiento, el llamado trauma de nacimiento. De parecido modo, Susanna confundiría los inconvenientes traumáticos del nacimiento convencional con los sufrimientos derivados del accidente primigenio (una pierna rota) y el viaje interminable, el atravesar el país entero entablillada y tumbada en el asiento de atrás al poco de nacer. La bañera representaría el placer uterino eternamente impedido por los dolorosos incidentes postpartoque le deparó el accidente.

  La huída del psiquiátrico que culmina con el suicidio de Daisy y la desaparición de Lisa (Angelina Jolie), hunden a Susanna en una profunda depresión. De vuelta a  la institución se niega a salir de su dormitorio permaneciendo en la cama (a menudo en posición fetal), y en estado cercano al catatónico. Pero un día, Valerie la coge en brazos y, sin dar muestra de reacción alguna por parte de Susanna, la saca de su dormitorio y la conduce a la sala de baños hasta dejarla caer en una bañera llena de agua helada.

   La bañera convertida en máquina de tortura. La bañera que  parodia el nacimiento angustioso. Valerie lo hace a sabiendas del estado de Susanna, la regresión profunda que cortocircuita cualquier contacto con la realidad. El hecho de introducirla repentinamente en la bañera helada, muestra la voluntad de la enfermera de hacer todo lo que está en su mano para extraerla de la total ausencia, de la catatonia, en la que Susanna tiende a sumirse. Dejarla allí supone, hacerle salir, expulsarla, del supuesto seno materno. El hacerla sentir que no está allí sino que está aquí, en este mundo de las realidades convencionales en donde hay que tomar decisiones personales y ser dueños de nuestro propio yo.

    Y, es así como Susanna vuelve al mundo de la realidad, la realidad como disarmonía fundamental que contiene el hecho del existir y del vivir, y sin que tal situación tan propia del vivir, sea necesariamente neurotizante sino controlable por el yo y asumida por la persona definitivamente equilibrada. Valerie extrae a Susanna del torturante universo prenatal con los fórceps del agua helada consiguiendo instalarla en el camino de la aceptación de sufrimiento, y de la realidad.

El blog del autor:   http://bathtubsinfilms.blogspot.com.es/

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