Por el bienestar de todos / María Dubón


Por María Dubón
https://mariadubon.wordpress.com/

    La pandemia de la COVID-19 ha incrementado la demanda de servicios sanitarios que se ocupan de la salud mental.

    Vivimos inmersos en sucesivas crisis, situaciones que han puesto nuestras vidas patas arriba. Crisis económica, climática, política, energética, de salud mental… Una bola de nieve gigantesca que no para de crecer y amenaza con aplastarnos.

   Algunos medios califican de epidemia a los trastornos relacionados con la salud mental. La realidad es que vivimos en una profunda crisis política que afecta a la salud de todos, ya que a estas alturas nadie niega el aumento del estrés mental y emocional, traducidos en cuadros depresivos graves y casos de trastorno de ansiedad. Reacciones harto normales en estas complejas circunstancias.

   Existen determinantes sociales que afectan a la salud y que requieren de soluciones políticas. Algunas fuentes de estrés crónico son la pobreza, la violencia y la discriminación. Es mucho más probable que las personas que viven en estos entornos desarrollen desde depresión hasta esquizofrenia. La relación causa-efecto podría ser directa. Durante décadas de investigación con animales, los científicos que realizaron los estudios, sometiéndolos durante un tiempo a situaciones de estrés crónico, constataron cómo se desarrollaban en ellos patrones de conducta similares a los de la ansiedad y la depresión humanas. Ya existen pruebas que respaldan la idea de que el aumento crónico de las hormonas del estrés tiene efectos indeseados sobre la arquitectura neuronal de los circuitos cognitivos y emocionales del cerebro.

     Se ignora, de momento, cuál es la relación exacta entre los diferentes tipos de estrés y determinados síntomas psiquiátricos, por qué unas personas reaccionan al estrés con depresión y otras responden con ira. Lo que sí está claro es que vivir con menos estrés resolvería muchos de los problemas mentales.

     Nos angustia ese anuncio machacón que habla de un apocalipsis inminente. Habitamos un mundo hostil e inhumano, que invita más a marcharse que a quedarse. Las condiciones de vida actuales no son las idóneas para mantener el equilibrio emocional. Medicalizar el problema sin atajar las causas estructurales que nos mantienen caminando sobre el filo de la navaja, no contribuirá a mejorar el bienestar mental ni favorecerá la recuperación de los enfermos. Así solo crecerán los beneficios de las farmacéuticas que hacen del uso masivo de opiáceos en el mundo un negocio de lo más rentable.

     Urge una actuación política que remedie la desigualdad económica y mejore los servicios públicos. Es por el bienestar mental de todos.

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