La manada de bisontes / María Dubón


Por María Dubón
https://mariadubon.wordpress.com/

      De entre todas las imágenes que vimos en el asalto al Capitolio de los Estados Unidos el pasado día 6 de enero, a todos se nos grabó en la retina la de ese fulano disfrazado de bisonte…

…y cubierto con la bandera estadounidense, que también llevaba pintada en la cara. Ese hombre-bisonte estaba tan cabreado como el resto, pero a él se le veía más y gritaba más alto, gracias a su megáfono. Esta gente había aplaudido a su caudillo Trump en las redes y vio la oportunidad de echarse a la calle para expresar su descontento. ¿Y quién no está descontento en esta fosa séptica que es el mundo actual?

    Estamos hartos de crisis: económica, ecológica, energética, climática, política, sanitaria… Hasta en los países más ricos del planeta se desahucia a familias cada día, la gente sobrevive sin electricidad ni calefacción, sin trabajo y sin ingresos, es explotada por empresarios sin escrúpulos, desatendida en sus reclamaciones. Se nos controla por diversos medios, se nos reprime, se nos engaña, se nos exige, se nos coartan libertades básicas. Es imposible no estar furioso.

   Comprendo al hombre-bisonte y a sus correligionarios porque yo también me siento engañada, timada, en manos de ineptos. Y este cúmulo de sensaciones no es privativo de unos fascistas locos, de unos superpatriotas yanquis.

   Nuestra vida es precaria. La precariedad es nuestra forma de vida. El tiempo de la templanza pasa y da lugar a escenas donde las personas se transforman en turba para desfogar sus frustraciones y luego graban un vídeo con su hazaña. Aquí aún no sabemos cómo canalizar tanta frustración como venimos acumulando durante los últimos años. No me extrañaría que cualquier día de estos otra turba patria, liderada por un hombre-toro y bandera de España en ristre, salga a la calle porque está hasta los mismísimos de que le chupen la sangre.

    En algún momento, nuestra atrofiada neurona tendrá un chisporroteo de lucidez y nos conminará a pasar a la acción. No digo yo con un rifle ni para asaltar el Congreso o darle la vuelta al Estado, sino para defendernos y reclamar derechos, esos que nos han robado, esos que son ya privilegio de unos pocos.

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