Toma y daca / José Luis Llera


Por José L. Llera Gil

   Cuando se acercan determinados momentos de relevancia en nuestro país, siempre nos queda, a quienes habitualmente expresamos nuestras opiniones en determinados medios de comunicación, la duda de si hacerlo también como otros lo hacen. Nos dan el tema que, a veces no es fácil, bajo el punto de vista de interés colectivo.

    A veces me indican mis habituales  lectores que, además son mis amigos, de ¿por qué no me refiero en mis artículos a estas situaciones que vivimos en el país?.

  Para mi es fácil responder y respondo que   no lo hago porque hay otras plumas de mayor relevancia que la mía y por tanto me quedo observando otros aspectos, de segunda fila para los ciudadanos normales, pero muy significativos  en su conjunto.

  En ciertos momentos, a los que se llega por iniciativa de diversos grupos de variada significación,  salen a la luz con gran profusión,  las aportaciones de determinadas Entidades que, veladamente pasan de ser donantes de ayudas a ciertas causas, motivo de admiración y agradecimiento públicos, a que yo  te do y además recibo.

   Es lamentable suceda todo esto. Siempre nos enseñaron a que nuestras dádivas no sean difundidas y sí silenciadas. Este es el mérito. Lo contrario produce unas sensaciones de prepotencia y de tomadura de pelo que nos hacen mucho daño.

  Así nos va y es por lo que observamos en  anuncios en cadenas de TV con acento de la región que está especialmente implicada en la situación, las ayudas que diversas empresas llevan a cabo para la investigación de ciertos temas,  que además tenían que ser soportadas por el Gobierno del Estado o de la Comunidad Autónoma en otros casos.

   No es de extrañar que todo esto nos produzca una sensación muy negativa sobre la que nos revelamos.

   Hace años las Entidades financieras destinaban importantes cantidades a la restauración de monumentos, preferentemente en núcleos rurales, que se difundían por numerosos medios y se señalaban en distintos carteles colocados en la fachada del edificio objeto de restauración, se donaban autobuses para distintas causas y aportaciones, sin duda, destinadas a la investigación.

   Todo ello, lamentablemente, difundiéndolo reiteradamente con otras miras que no son las sociales.

   Me viene a la memoria la aportación de determinado empresario que dona varios millones anuales para variadas  acciones, muy relevantes por su temática y por su cuantía, que son criticadas por quienes entran dentro de la marea política.

  ¡ Qué pena por todo¡

  No obstante todo se da por bueno, ya que  ello lleva parejo un amplio beneficio que como personas normales, no lo contrario, debemos agradecer.

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