Desbarre / Guillermo Fatás


Por Guillermo Fatás.
Catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza 
Asesor editorial del Heraldo de Aragón
(Publicado en Heraldo de Aragón)

   Al ver en una Historia de Cataluña la viñeta que sucede a estas líneas, recordé una escena de ‘Amadeus’, atrevida (y culta) ficción de Miloš  Forman sobre la vida de Mozart, con guión del británico Peter Shaffer que ganó un Oscar.

     Forman vio la pieza teatral en Londres , en 1981, y propuso a Shaffer convertirla en un gran filme (tres horas en la versión del director). La película, llena de ingeniosas invenciones , verosímiles y casi nunca veraces, ha logrado pasar por un fiel relato de las vidas del músico y de su supuesto enemigo, Antonio Salieri.

Veinte a la vez

   Mozart (Tom Hulce) quiere acercar la ópera al pueblo, dejar el culto italiano por el popular alemán, llevar el baile a escena y sustituir a los dioses (“¡Parece que cagan mármol!”) por gente común. A media película, comparece en la corte, pues ha sido delatado por su enemigo oculto: a pesar de estar prohibidas ‘Las bodas de Fígaro’ de Beaumarchais, comedia francesa contra los aristócratas, la está convirtiendo en una ópera. Interrogado por  el enfurruñado emperador austriaco José II (Jeffrey Jones), se encara briosamente con los popes culturales del Imperio, que forman una especie de severo tribunal. Apela al juicio personal del soberano, quien le autoriza a remedar allí mismo, por unos minutos cómo será su obra. En un vivaz diálogo, el músico osa interrogar al soberano: ¿cuántos actores puede haber en escena cantando al mismo tiempo? ¿Dos, tres, cinco…? ¡Ocho! Y, además, ¿cuántos minutos? “Pensad en un máximo y luego…¡dobladlo!”. El emperador cae en la tentación: tres, seis…y Mozart gesticula, significando “Más, más, más…”. Al fin, con un gritito de victoria, exclama: “¡Veinte! ¡Veinte personas…! ¡¡¡Durante veinte minutos!!!”.

Barras sin tasa

    La anécdota de Shaffer es hiperbólica, verosímil y refinada. La viñeta que digo es hiperbólica, pero falsificadora y grosera. ¿Cuántos personaje pueden ponerse en una escena vistiendo las barras rojas sobre amarillo? ¿Siete? ¿Once? ¿Quince? ¡Dieciocho! Una orgía, una borrachera de barras. Parecería que en la Cataluña medieval estuviera prohibido vestir de otra forma (salvo a los moros: hay uno, al acecho, a la izquierda, a modo de ‘caganer’…).Pero –se dirá- nos es más que un tebeo, una versión humorística de la historia. No es eso.

    Ilustración y textos son precisos en datos y fechas. El dibujo, de P. Bayés, señala por sus nombres a Arnau Mir y a Mir Geribert. Se celebra un hecho fechable en 1091: el  papa convierte a Tarragona en archidiócesis y su obispo, Oleguer, lee la carta  pontificia a un padre y dos hijos que ciñen corona.

    Lo que ha dado igual a los autores-historiadores (¿?) e ilustradora-, a los editores (Edicions 62, Ayuntamiento de Barcelona y Generalidad) y al distribuidor (La Vanguardia) es que la escena ocurra en un tiempo en el que no existían las barras –el señal real o señera de la Casa de Aragón- ni los escudos heráldicos. Deduzca el lector qué mensaje adulterado transmite un dibujo ‘histórico’ como este, que, además, muestra un cielo curiosamente ‘estelado’. Los catalanes merecen algo mejor que un fraude de esta especie, pagado, además, con fondos públicos.

   El mal no es de ahora. La munición manipulada hizo decir, en 1899, “Catalunya triomfant” a un texto que rezaba “Catalunya, comtat gran”; y, donde la gente segadora cantaba “Sergueu arran, que la palla va cara” (segad al ras –de raíz-, que la paja va cara), prefirió decir “Bon cop de falç, defensors de la terra”, haciendo de la hoz un arma. Se llama nacionalismo y se inculca en la escuela.

   En este dibujo, los autores emulan la hazaña del Mozart de Shaffer: barras atestando la escena hasta atiborrar la mente del lector. Solo que no había entonces señal real, ni testas coronadas. Un desbarre de barras.

   Esta proeza,  cuasi mozartiana requiere ofrecer a sus esforzados autores el gracioso canon a seis voces en si bemol mayor, Köchel 231/382c: `Leck mich im Arsch’. (De titularlo Mozart en culto italiano y no en alemán popular, se habría llamado ‘Leccami  il culo’).  Que menos.

Artículos relacionados :