Instinto Jurásico / Manuel Medrano

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Por Manuel Medrano

    Estimados/as conciudadanos/as, yo aquí no me aclaro. Eso sí, mis felicitaciones a los medios de comunicación en general, y a los tertulianos en particular, porque no les falta de qué hablar, elucubrar, dar vueltas y revueltas y hacer caja, que me parece muy bien, porque a los periodistas les ha ido la crisis igual que a los demás: miles de despedidos.

   Pero, aunque me equivoque, voy a hacer algunos comentarios, que para eso escribo en este lugar de libertad. Primero: yo no caí en nada especial cuando se adelantó la fecha de investidura (en grado de tentativa) de Pedro Sánchez al día 1 de marzo. Segundo: cuando el 23 de febrero (¡vaya coña!) Pedro Sánchez aceptó todos los puntos del programa de Ciudadanos, aun sin saber cómo se aplicarán algunos, las repercusiones que tendrán, etc., y se los tragó enteritos (sin “dejarse lo mejor”, como se dice comúnmente), vi la luz: ¡a elecciones nuevamente!

   Ni me molesto en entrar a analizar la situación creada. Ahora bien, sí que es cierto que de enero a junio próximo estaremos pagando 350 diputados, 266 senadores, sus sueldos, dietas, extras y gastos, los asesores, personal administrativo de confianza y lo que haga falta, todo para nada, y que las nuevas elecciones costarán unos 130 millones de euros a las arcas del Estado, más lo que se gasten los partidos de su peculio, que sale del mismo sitio, el dinero público.

   Y encima un alto riesgo: que los resultados sean muy similares, las sumas no den, las restas no den, se hable nuevamente de cargos antes que de medidas y, ¡ojo al asunto!, los aparatos mastodónticos de los partidos vigilen para que en las listas vayan los mismos que fueron el 20-D, aunque sus resultados electorales fuesen penosos, con retrocesos de más de un tercio de votos en algunos casos. Y aquí entra el Instinto Jurásico: los dinosaurios cazarán en solitario o en grupo, de forma implacable, a los pequeños mamíferos que osen moverse, aceptando concederles la gracia de la existencia política sólo si trabajan mucho y gratis por la causa, repiten los argumentarios como loros y odian al adversario de forma ciega, achacándole todo tipo de vicios, degeneraciones y taras intelectuales y morales.

   Hace poco me han dicho varios amigos que no notan para nada la ausencia de un gobierno, pues el que hay en funciones las tiene muy limitadas y no se elige uno nuevo. Eso es otro riesgo, que el desapego de la ciudadanía se incremente al constatar que tampoco hay una hecatombe pese a lo que anuncian los tertulianos que predicen la inminente llegada de maldiciones divinas y desastres, las siete plagas, o catorce si son pequeñas. Como el personal se instale, aún más, en el nihilismo, vamos a ver de todo en los índices de participación y los resultados electorales.

   En el fondo, yo creo que tenemos un grave problema, origen de otros muchos: los partidos políticos (en su gran mayoría), los sindicatos (en su gran mayoría), las organizaciones empresariales (ídem) y muchas otras entidades mantienen, intocables, los principios sociológicos de comportamiento del Franquismo. Sí, hasta el día de hoy: purgas, expulsiones por discrepar, estatutos que no se ajustan a Derecho y se aplican como le sale del níspero al mandamás, ceses fulminantes sin seguir las reglas de juego propias, uso opaco de presupuestos internos (de origen público en su inmensa mayoría), etc. Hace poco una profesora catalana que estuvo en un tribunal de tesis conmigo dijo, no sin cierta angustia, que su anhelo principal es que todo esto cambie. Pues estimada y simpática colega, no está nada claro, y no será en breve, te lo digo yo.

   Y no creáis que esto es una llamada al asamblearismo. Que pude vivir la experiencia cuando estudiaba y durante el inicio de mi carrera profesional en la Universidad, así como en otros ámbitos con posterioridad: eso se manipula. Hay tácticas, viejas como el Mundo, de intervenciones, situación de los afines en el recinto, planteamiento de temas en determinados momentos, apoyos escalados de propuestas, etc.

   En resumen: hay que evolucionar del Instinto Jurásico a la estricta observancia democrática de los principios de participación, libertad de expresión, opinión y reunión, también y especialmente dentro de las organizaciones políticas y sociales, siendo posible la discrepancia y dialogando, escuchando al discrepante, no fulminándolo. O veremos hasta donde llega intacta nuestra flamante Democracia, por cierto imperfecta y sin consolidar por carecer de antigüedad, y por estar gravemente infectada a causa de las reiteradas prácticas alienantes y aberrantes.

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