OperaMía: La cultura del Lied. Abril 17


Por Miguel Ángel Yusta

    Hasta hace muy pocos años, el lied (o Lieder, en plural alemán) era algo bastante desconocido y hasta considerado monótono y aburrido para una parte de los aficionados a la música y para la mayoría de los públicos.

    Pasaba algo parecido con la cuerda de contratenores que, por circunstancias varias que no vienen al caso, era solamente disfrutada por una minoría de los públicos melómanos. Hoy, ambas manifestaciones llenan los teatros de ópera y las salas de concierto y hay excepcionales intérpretes, algunos aragoneses, que triunfan en escenarios diversos e importantes.

    ¿Qué ha pasado para que esa mínima consideración cambie en las últimas décadas? En el caso de los contratenores, la aparición de grandes figuras que, como Philippe Jaroussky han revitalizado -despertado diríamos mejor- las grandes obras de los compositores del barroco, como Monteverdi y Gluck. Jaroussky -que cantó el día veintidós de marzo pasado en nuestro Auditorio-, llena teatros y tiene un público fiel que sigue su trayectoria y compra masivamente sus discos.

     En el caso de los lieder, la adquisisión de una mayor cultura musical en nuestro país  y el refinamiento de los públicos, hacen que se consagre como una verdadera “delicatessen” que disfruta cada vez de mayor número de aficionados. Un ejemplo es la veterana temporada del Teatro de la Zarzuela que, año tras año -y lleva veintitrés temporadas-, presenta figuras de primer orden, como el frecuente Christian Gerhaher (que también disfrutamos en el Auditorio el día veintisiete de marzo), Matthias Goerne, Luca Pisaroni, Violeta Urmana…

    ¿Cuál es el porqué de que los cantantes operísticos de primera fila dediquen muy buenas actuaciones al lied? Nos lo confesaba hace poco la soprano Nina-Marie Fischer, excelente intérprete que inauguró el ilusionante Primer Ciclo de Lied en el Teatro Principal de Zaragoza: El repertorio es apasionante, los autores (Schubert, Brahams, Schumann, Mahler, Tchaikovsky…) maestros indiscutibles y ellos, al cantarlos, disfrutan de la interpretación tanto o más que en papeles operísticos, transmitiendo la serena belleza de esos poemas de autores tan diversos (Goethe, Schiller, Wilhem Müller…) en un diálogo con el piano, que no sólo acompaña sino que participa y se une en un todo a la voz. El lied es un poema cantado donde se conjuga una expresión músico-vocal única y emocionante.

    Con el regusto aún del reciente concierto en el Real de Chrstian Elsner (un excelente Parsifal el año pasado en este mismo escenario) con lieder de Schubert, invitamos a los lectores ajenos a esta experiencia a que la conozcan, asistiendo al Ciclo que el Patronato Municipal de las Artes Escénicas y la veterana Sociedad Filarmónica han organizado con tanto esmero de febrero a noviembre de este año y que esperamos se prolongue muchos años y se haga tradicional. La próxima cita es el dos de abril y hay localidades con precios similares a lo que cuesta una entrada de cine.

    Además, ya se mueve la lírica en esta ciudad: hemos escuchado una Bohème de calidad y el domingo, Día del Padre, el Requiem de Mozart, con mucha participación aragonesa y precios populares, en el Auditorio. Ánimo y a hacer camino, porque llegan, cada vez con mayor intensidad,  días felices, musicalmente hablando.

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