‘Escrito en Astúrica’: el macuto de evocaciones de Max Alonso


Por Adelina Garsón

    Días pasados, Max Alonso presentó su último libro, ‘Escrito en Astúrica’, publicado por ‘Lobo Sapiens’, una obra en la que, según el editor de Lobo Sapiens, José Antonio Reñones, el autor propone “una miscelánea con textos escritos…

…desde la misma ciudad y la supera para adentrarse en esa otra realidad que por encima de sus murallas la recubre bajo el perfil de Astúrica, la que fue, la que es y la que será. Escritos desde sus muchos años y sus muchos libros publicados…, con la mirada que solo es posible alcanzar para ver más de lo que a simple vista se ve y encontrar lo que solo los ojos avezados y entrenados, cuando la mirada es blanda pero incisiva, pueden descubrir. Páginas de reflexión y ensimismamiento, que nos llevan más adentro de la mirada superficial y novata para encontrar la verdadera Astúrica”. El tema central, añadía Reñones, va a ser dilucidar qué es eso de Astúrica.

   Este libro misceláneo aborda en la primera parte temas generales, mientras que la segunda se dedica a personajes. Ambas recogen una selección de artículos publicados en El Faro Astorgano y Astorga Redacción. En la tercera se reflejan los terribles días del confinamiento, con los españoles encerrados en sus casas, mientras en los hospitales y residencias de mayores se libraba la batalla contra la covid-19, con el desagradable atasco y saturación de los servicios médicos y funerarios.

   En esos tiempos, Max Alonso concluyó un proyecto singular de las artistas leonesas, literarias y plásticas, empeñadas en visibilizar a Concha Espina, y la consiguiente aparición del libro ‘Artistas leonesas al rescate de Concha Espina’, publicado por Lobo Sapien’. En sus inicios se sitúa el ensayo de la cuarta parte, titulado ‘Concha Espina Rescatada’. En él se reconstruye la historia cultural de Astorga en el último siglo, desde que apareció la novela de la escritora cántabra. 
 
Los temas se circunscriben al ámbito astorgano, con referencia a León, del que Astorga forma parte, y al ámbito nacional, por la misma razón, desde la perspectiva y la obligada mirada local. Todo bajo el título de ‘Escrito en Astúrica’. Ese nombre que subyace y permanece y es mucho más que lo que llamamos Astorga. 
 
    A continuación Ángel Alonso Carracedo hizo la presentación del libro, cuyo texto publicamos en su integridad:
 
  Escrito en Astúrica, escrito por Max
 
     «Max Alonso es astorgano de nacencia y, como buen maragato, a su manera, un trotamundos. Llegó tarde al oficio de arriero, pero supo atarse a la liana de conocer el mundo y las personas, con la arriería moderna que es el periodismo, tratante en la mercancía de las historias  de cada día por multitud de lugares.
 
    Me ha elegido para presentar su último libro, Escrito en Astúrica. Colegueo y paisanaje hacen estas faenas, pero no voy a negarme. No puedo hacerlo cuando siento orgullo de la confianza que Max ha depositado en mí, sobre todo, tratándose de un testimonio que rezuma profesión común en cada una de sus páginas con la pasión de una actividad que no se agota en la jubilación empresarial, sino en la postura de los pies por delante. Mientras nos posea la curiosidad, y ésta desfila al paso de la vida, seremos periodistas.
 
    He leído, y digo he leído, no hojeado u ojeado, el libro. Totalmente de acuerdo en ese calificativo que Max le ha concedido como padre de la creatura. Es una miscelánea, un continuo salto de temas que van desde los recuerdos de la niñez astorgana, a las vivencias en un entorno de pandemia que no termina de darnos la buena noticia de dimitir.
 
    Pero,  a lo que nos ocupa, que aquí se ha venido a hablar del libro de Max. No vaya a pasar lo que con Francisco Umbral, que creó escuela de cabreo televisado en directo, cuando fue a hablar de su libro y le dieron el gato por liebre de divagar a múltiples bandas sobre ir a setas o a Rolex. Aquí se ha venido a hablar del libro de Max.
 
   Max ha desparramado por sus páginas una militancia astorgana sin fisura para las dudas, tanto en su historia como en su lenguaje. En la primera, su historia, la infancia, la primera juventud, es algo común a la gente de aquí. La llevamos como un relicario. Max, que ha recobrado en la madurez avanzada una Astorga que quedó interrumpida, como ha sucedido a tantos, por el imperativo de buscarse la vida en las afueras, resulta que, como a tantos también, regresa a la casa paterna con el macuto de las evocaciones que nunca fallan: la de los ancestros, la de los rincones que quedaron para siempre por ser escenarios de juegos en pandilla. Max nos da a entender que retornó a Astorga a la búsqueda del tiempo perdido, y éste, sin mucho camuflaje, casi siempre se esconde en la niñez. 
 
    En la segunda, el lenguaje, nuestro autor practica con maestría el arte expresivo de estas tierras de llamarle al pan, pan; y al vino, vino. Si leen Escrito en Astúrica, dejen a trasmano los diccionarios. Todo se entiende a la perfección.
 
   La historia del lugar más que asoma en el texto. Pero me quedo con la fórmula de crónica con la que Max dota el relato. Se detecta una cuidadosa investigación descrita más en las anécdotas del estilo gacetillero que en la erudición del tratado histórico. Y se agradece, porque deja en la superficie, bien a la vista, el asombro de los datos o sucedidos que acaban de ser conocidos, cuando del asunto crees saberlo casi todo.
 
    El libro es una guía completa de Astorga. Que esta ciudad ha sido y es reducto de periodistas, ya no sorprende a nadie. Max no busca tesis. Insiste en su papel de cronista, más con recuerdos que con hallazgos, de una huella secular que todavía guarda vestigios de la letra en columna. Hay que congratularse de que los nuevos formatos digitales se asienten en esta tierra con cabeceras que vaticinan que la inquietud por la historia, contada en el efímero periodo diario, tiene cuerda.
 
   Si hay tradición periodística y ejemplos aún vivos y coleando, ha tenido y tiene que haber escritores. Por todos ellos pasa y repasa la pluma de Max. Teatro, novela, poesía, ensayo, cuento, todo cabe en esta relación multiformal de estilos.  No solo las firmas consagradas de ayer, de ahora, de siempre,  también las de los que, con el entusiasmo de escribir como confesión, ocuparon y ocupan el vaciado de conciencia que es ponerse ante el confesionario de una hoja en blanco.
 
    Me detengo ante el único nombre propio que quiero citar (con excepción, claro, del autor del libro que se presenta). Es el de Concha Espina. Escritora que merece la reivindicación, y con la que Max, en su libro, se ha puesto a la tarea. Sin ser maragata, hizo por esta tierra, con su testimonio de etnia singular, uno de los ejercicios más poderosos de relevancia hacia un estilo de vida con todos sus claroscuros. Espina fue mujer que hizo denuncia social de las hipocresías de su tiempo. Ahí están sus novelas La esfinge maragata y El metal de los muertos. Concédasele la aureola de la inquietud revolucionaria que es escribir sobre las lacras de una época. Max aduce el ostracismo en su condición de mujer. Imposible cuestionarlo. Pero me atrevo a añadir que en ese olvido jugaron un papel decisivo las ortodoxias de ciertos progresismos ideológicos preñados de dogmatismos en cuanto a cánones culturales y militancias de partido.
 
   Salto de una persona a un lugar. El más entrañable, para mí, de Astorga. Me conmueve como Max escribe de la Muralla con el aditivo de su paseo, el eje social de la ciudad y sus ciudadanos, que otra cosa son los turistas. Max es uno de esos lugareños sin los que es imposible concebir este paraje. Son las personas las que hacen La Muralla. Se me vienen a la memoria los hermanos Velado. Algo de este sitio se nos fue con ellos. No se borrará nunca la imagen mis padres sentados en su banco municipal, viendo pasar el mundo con el ojo único que se puede tener para estas cosas siendo hogareños del paseo. Max es un auténtico protagonista de La Muralla con ese caminar vacilante, como despistado, pero con el ojo y oído avizor de todo depredador de costumbrismos. Max hoy deambula solo. La sociedad de paseante por La Muralla con Bogart, se quebró, dejando en unidad, la excelencia dual de la inquebrantable amistad del perro con el hombre, y viceversa.

     Termino: Max Alonso, con Escrito en Astúrica, regala una historia de la Astorga vieja y de la Astorga joven; de la Astorga confesional y de la Astorga laica; de la Astorga silenciosa y de la Astorga elocuente; de la Astorga coherente y de la Astorga contradictoria, bien reflejada esta última en una crónica con cronista. Falta el sello oficial de la categoría. Tiempo ha pasado desde que nos dejó Martín Martínez. Ahí lo dejo.»
 
     Por último intervino el propio autor. Afirmaba que el libro en parte ya había sido publicado en diversos artículos en El Faro Astorgano y en Astorga Redacción, pero además añade un ensayo sobre la cultura en Astorga en el último medio siglo y en el principio de este.
 
    En la selección de artículos de la parte primera Max Alonso los justificó como un medio muy versatil de abordar la vida astorgana en muy poco espacio, el de un artículo periodístico. Defendió también la existencia de artículos interesados en la política, pues somos animales políticos y contra las recriminaciones a los mismos que le habían hecho muchas personas y amigos. En la cuarta parte del libro, comentaba, que se sumerje en el cambio acaecido en España a partir de un estudio sobre la cultura y la evolución de la sociedad astorgana, sobre todo en lo que concierne a la presencia pública y en la cultura de las mujeres. El caso de Concha Espina y la negativa de un académico español a que le otorgaran el Premio Nobel es paradigmático. Solo cuatro mujeres sonaban en la Astorga del siglo pasado, además de Contra Espina las tres mártires de Somiedo, ahora la cosa ha cambiado. La segunda parte del libro, decía Max, está dedicada a algunos personajes de nuestra sociedad. De las personas hay que escribir cuando están vivas, no hay que esperar a que mueran, apostrofaba el autor. En la tercera parte decía que se adentraba en las vivencias del momento del confinamiento por la covid, con una crítica acerba de los debates de las Cortes.
 
   Quedaba por dilucidar el sentido que el término Astúrica tiene para Max, pero eso lo dejamos en suspenso para cuando ustedes hayan leído su libro.      
 
    Tras finalizar esta presentación, intervinieron Izán y Simón con unas piezas musicales muy rítmicas y sugerentes.   

Publicado en: https://astorgaredaccion.com/art

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