Ángel Petisme: el lujo de la tristeza

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Por Jesús Soria Caro.

     El lujo de la tristeza es un libro que asume la idea de que la vida debe entenderse desde el Carpe diem o bien desde su reverso, como el propio autor elabora en un juego poético aludiendo al Carpe noctem en el poema “Futuro”, implicando este una mirada nueva, algo cercano a ser cuerpo de fuego en la noche de lo más oscuro de la existencia, ya que todo forma parte del ser, lo bueno y lo malo; todo tiene que ser disfrutado en la existencia, incluso lo que a priori parece no positivo: “no saborean el ron del Carpe noctem” (Petisme, 2014: 56).

    El “Carpe clásico” es un tópico de la tradición que exalta el deseo de exprimir el zumo de la vida y sacarle todo su sabor de pasión, el creado por el poeta Petisme representa la idea de que incluso en la noche, en lo más oscuro de la existencia, se debe ser capaz de destilar el licor de la intensidad y la pasión, y es que, como bien anuncia el título del poemario, la melancolía es un lujo, la vida debe ser entendida desde una mirada incendiada de fuerza.

    El autor sabe navegar sobre los océanos de la información, la virtualidad y la nada de lo posmoderno (un orden que pretende vaciar de sentido toda implicación ideológica), salvándose de los naufragios poético-políticos, lo que hace retomando numerosos tópicos de la tradición clásica readaptándolos al nuevo orden posmoderno. Así sucede, entre muchos otros casos, en el poema “Uranio en tus manos” donde se recupera un tópico clásico de la antigüedad como es el Locus amoenus, pero ya no es la naturaleza ideal la que participa y acompaña el estado de ánimo del yo, sino el habitat posmoderno -de la velocidad, lo mediático y el ruido que silencia los sentidos- el que participa del estado de ánimo del yo, el que ante el amor del sujeto poético acalla su actuación y deja de actuar, fundiéndose con el estado anímico de tristeza del yo. Ya que toda la verdad del amor no puede ser trasmitida con la palabra, este paisaje de la posmodernidad se identifica con el yo sufriente y encuentra que su único lugar es el silencio, lejos de los significados,  fuera de la palabras y la razón que no la pueden contener:

 

El universo se detiene cuando te miro,

los crímenes, los taxis, los incendios, la lluvia…

Todo se congela con un solo parpadeo.

todo en espera en los pasos de cebra. (Petisme, 2014: 16).

      Otro elemento de resonancias clásicas adaptado a la realidad posmoderna es el tópico del Vita flumen, en el que se concibe la vida como un viaje sin regreso en el río del tiempo, somos agua que pasa y que no puede volver hacia atrás, el viaje vital es hacia el mar del final, concluyendo en el océano de la ausencia eterna, lo previo de lo que procedemos y que cierra nuestro círculo de re(des)aparición en nuestro último instante vital.  Ángel Petisme utiliza la idea de río como metáfora de la vida para reflejar un viaje hacia la lo salvaje, lo extremo de lo vital, los abismos del placer: “Y al amanecer con una antorcha/encendida me adentraré en el río,/ebrio, como yo, de vino de juventud” (Petisme, 2014: 71).  Unido a esto hay que considerar que dicha imagen de “río ebrio” fue utilizada ya anteriormente en su libro disco de título homónimo, lo que nos lleva a entenderla como un nexo intertextual que fusiona este libro con una creación anterior del autor, dotando así a toda su obra de un matiz de obra total. 

        Una técnica o figura literaria que también se puede asociar a la tradición, aunque recorre diferentes etapas desde la antigüedad hasta la actualidad, es la alegoría. Esta consiste en vestir con el ropaje de la palabra lo que es un desnudo de conceptos, ya que es aquello que está más allá de la definición precisa, de la delimitación racional, de una configuración cerrada desde el pensamiento. La alegoría aparece en numerosos versos en los que se encadenan símbolos o metáforas asociados para referir una única idea que no sería expresada con fuerza recurriendo al lenguaje convencional. Uno de los ejemplos más destacados hace referencia a la idea que organiza el libro, la tristeza es un lujo, hay que asumir las dos caras del placer de vivir, la oscura y la luminosa que nace desde el deseo, limpiar lo negativo de la realidad, pero entender que ambas son necesarias y complementarias (una no existiría sin la otra), por eso se deben integrar en nuestro amor por la vida, así leemos: “Permíteme un rato el lujo de la tristeza,/luego compra una escoba, sácala de tu alma” (Petisme, 2014: 17). Es interesante el dibujo contra-moral de la poesía, ya que el poeta es dibujado como el creador de la nieve sobre la montaña, es decir, de un camino nuevo que rompa los anteriormente establecidos, con una alegoría como la del esquiador se simboliza al hombre nuevo que debe leer estas nuevas miradas que abren nuevos itinerarios en lo existencial. La montaña por la que baja el sujeto es la realidad fijada socialmente y su deslizamiento es lo nuevo, ya que no recorre marcas anteriores debido a la nieve que la renueva, ya no se deja llevar por la negación de la Verdad, de lo racional, de lo moral que anula la verdadera libertad del yo no condicionado por ninguna idea. Frente a la negación de sus deseos recorre su propio camino: “Los poetas no esquían, ellos ponen la nieve y las palabras/para que otros se deslicen por sentimientos/que hoy parecen únicos y nuevos”. (Petisme 2014: 78).

     En el poema “Messenger” aparece otra alegoría que lanza la suciedad de lo real sobre la mirada borracha de belleza del lector de poesía, despertando a este de su aletargamiento en lo hermoso de lo vital, mostrándole que también debe existir la mirada contrapuesta de la fealdad moral y experiencial, ya que la existencia se compone de ambas caras que son en realidad la misma cosa, hay que entender que el ángulo complejo y desagradable también ocupa su lugar en la experiencia:

 

Hoy me he follado tu corazón un par de veces.

primero me he corrido en el atrio derecho,

luego le he dado la vuelta y por detrás, en la ranura

donde este músculo parece una hucha,

se la he metido otra vez a la puta tristeza,

de este amor imposible, impotente, virtual…

He leído que cuerdo viene de cor, cordis,

y recordar no quiero.

Estoy loco de atar

en el castillo sin almenas del Messenger 6.0 (Petisme, 2014: 49).

 
        Hay numerosos elementos destacables en este poema, en primer lugar la alegoría de la guerra de amor y la dificultad de conquistar la fortaleza (el alma de la mujer amada), que fue utilizada en la tradición literaria española medieval. En este poema, de nuevo, se lee la realidad posmoderna (que es la piel de la nada, del vacío de verdad y de ideología recubierta con el traje del simulacro de la apariencia de bienestar) desde elementos poéticos que pertenecen a la tradición. Sin embargo, el poema no solo habla del amor y de la destrucción de este en la soledad, ya que esa pasión es un reflejo de la sociedad posmoderna, todo es virtual, rápido, tecnológico, pero en realidad no hay nada. El texto representa lo que sucede en la relaciones amorosas virtuales a través de la web, pero también retrata la soledad y la deshumanización del mundo posmoderno, ya que mucha gente se relaciona recluida en las sombras de su habitación. 

      El poemario asume una lectura social de denuncia de todas aquellas negaciones de deseo y libertad a las que se ha visto sometido el hombre posmoderno. En este sentido destaca el poema titulado “Ponle luz al mundo” en el que se denuncia la racionalización que ha hecho del hombre un sujeto productivo, esclavizado de lo instrumental (todo debe servir para algo), lo que con el desarrollo de la modernidad ha derivado en la actual cárcel de la información y la manipulación mediática y de subjetividades del mundo global hiper-informatizado. Se ansía una nueva mirada irracional nacida de lo poético, no sumisa a la idea de lo productivo, de lo racional, de lo rentable, deseando que nos lleve más allá de esta oscuridad la luz liberadora de la libertad perdida del pre-yo (un yo anterior a la moral, la sociedad, la Verdad impuesta), la que se comenzó a perder con el nacimiento de la civilización y que la revolución industrial y la actual globalización han terminado de descomponer. Más allá de producir, generar riqueza, conquistar el mundo e influenciarlo con la información, se nos propone liberarnos de todo esto en la belleza de una nueva mirada libre:

 
No te asustes si despiertas y el cordón

umbilical te llega al cuello,

te ha tocado vivir en días sin entusiasmo.

Ponle luz a este mundo, un destello sonámbulo,

denuncia la ignorancia de las calculadoras.

Tú tienes el poder de tejer escaleras de seda,

de no vivir de espaldas, de hacer de este misterio

solo un Viaje de Ida, sin camisas de fuerza (Petisme, 2014: 80).

 

      El lujo de la tristeza nos ofrece una lectura vital que está más allá de la muerte ideológica a la que hemos llegado en la sociedad posmoderna, todo es información, tecnología, velocidad, progreso y globalización, pero falta la libertad, el sentido, la lucha social, ya que las ideas han enfermado de falsedad. Lo original del libro es que se hace una radiografía del alma enferma de la sociedad posmoderna, que adolece de un exceso de información pero está vacía de significados, tiene alta la tensión en lo social por  la hipercomunicación pero se ha agudizado su mal de soledad. El poeta es como el doctor que examina el cuerpo de la sociedad posmoderna, ha enfermado de falta de libertad, de pasión, de ansía de belleza. Su mirada nos recuerda que la libertad perdida debe ser recuperada, que no somos objetos que produzcan riqueza, que somos pasión y belleza, todo esto lo hace asumiendo técnicas y recursos de la tradición clásica, tal vez con la melancolía hacia un mundo en el que no se estaba tan lejos de las verdades, en el que el hombre se podía acercar a sentirse dentro de una forma de entender la existencia más orientada hacia la belleza de la vida, pero sobre todo desde una perspectiva más equilibrada.

 

 BIBLIOGRAFÍA

 Petisme, Ángel, (2014): El lujo de la tristeza, Olifante, Zaragoza.

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