Francia: “Presences Électronique”: el canto de las maquinas.

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Por Marina Hernando

“Presences Électronique”: el canto de las maquinas.

E godiamo molto più nel combinare idealmente dei rumori di tram, di motori a scoppio, di carrozze e di folle vocianti, che nel riudire, per esempio, l’”Eroica” o la “Pastorale”

Luigi Russolo, L’arte dei rumori, 1913.

    Tres días de música electrónica, fonografías, improvisación y acusmática es lo que proponía el festival parisino de música “Présences électonique” en la que ha sido ya su décima edición.

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Marina Hernando
Corresponsal del Pollo Urbano en París
    Tres días de casi una veintena de conciertos gratuitos, entre ellos viejos conocidos del trabajo con ruidos como Asmus Tietchens o Nurse With Wound, en las salas del  centro cultural “Centrequatre-Paris” perfectamente preparadas con la instalación del Acousmonium.

    Oportunidades como esta, que merecen incluso desplazarse de propio hasta el país vecino para ser disfrutarlas, pueden extrañarnos en algunas ciudades. Pero no aquí, no en París. Y es que Ile de France, es ya una región veterana en lo que a música electroacústica e investigación sonora se refiere, desde que en 1958 Pierre Schaeffer creara el GRM (Gropue de Recherches Musicales) que hoy en día continua su labor de producción y proyección de su trabajo de descubrimiento y acción.

     Así en esta edición de “Presences Électronique” que daba comienzo el 28 de marzo, pudimos disfrutar el primer día del trabajo la compositora e intérprete noruega Maja S. K. Ratjke haciendo pleno uso del dispositivo espacial de la sala 400 para hacer reverberar las modificaciones de su voz. A continuación Francis Dhomont nacido en 1927, quien cuenta que descubrió  en los años 40 de manera azarosa y gracias a una cinta magnetofónica lo que hoy conocemos por música concreta, presentó Drôles d’oiseaux. Dhomont inauguró en esta edición el Acousnomium, sistema de difusión de sonido diseñado en 1974 por Francois Bayle y utilizado por el GRM, consistente en 80 amplificadores y altavoces de diversas formas, tamaños y materiales que fácilmente nos recuerdan a los intonarumori  del futurista Luigi Russolo. El Acousnomium no genera el ruido per se, como venía a ocurrir con los diseños de dichas máquinas futuristas, sino que difunde las ondas de manera estratégica en función del deseo del manipulador de las pistas a lo largo y ancho de toda la estancia en la que se sitúe. Ello permite, como bien puede imaginar el lector, escuchar de forma distinta a como estamos acostumbrados a hacerlo, pudiéndose venir a comparar con las sensaciones artificiales que proporciona observar las figuras imposibles de Oscar Reutersvärd o tocar con el mismo dedo algo muy caliente y muy frío al mismo tiempo. Así, al disfrutar de las fabricaciones sonoras por medio de estos artefactos podemos quedar fascinados como un niño ante el descubrimiento de los movimientos de las hormigas en redor al hormiguero.

    Músicos más jóvenes venidos de distintas partes de Europa presentaron trabajos desarrollados a propósito del festival; Soudan, Ratti y M. Fell, este último compositor por ordenador, utiliza tecnología informática, sintetizadores y se basa en el lenguaje de algoritmos y sistemas matemáticos como ya lo hiciera en su día la matemática ya clásica en la música electrónica Delia Derbyshire.

    El sábado da comienzo en la sala más pequeña decorada en neones y con el público situado a los cuatro costados del escenario a ras de suelo, con la muestra de Christine Groult y Beatriz Ferreyra trabajando a dúo. La primera de ellas investigadora del GRM y la segunda escenógrafa musical para el teatro, juntas ofrecieron un ejercicio de conversaciones extraterrestres entre cintas magnetofónicas deslizadas de formas imposibles. Mientras Groult intercambiaba  las cintas magnéticas colgadas de su cuello y Ferreyra introducía el sampler, se producía entre ellas, todo un catálogo de muecas, miradas, chasquidos y susurros amplificados por el micrófono que formaba a su vez parte de dicha conversación.  A continuación Pôm Bouvier B. a los eléctricos junto con la bajista Floy Krouchi en una exploración de lo que se debió de oír durante el origen del universo desde un punto de vista científico, valiéndose para ello del fenómeno vibratorio. Imaginen…todo un trabajo sobre la reproducción vibratoria por medio de la materia (las propias sillas donde estábamos sentados incluidas), las membranas y el espacio.

    Domingo 30 último día de festival y una gran cantidad de gente deseosa de escuchar la retahíla de conciertos que nos esperaban esa última jornada. Afortunadamente, para aminorar la espera pastis y cacahuetes en un barecito luminoso justo al lado del centro. Abre la tarde  Asmus Tietchens, tradicional de las músicas electrónicas y experimentales alemanas  y para ello afinamos el oído; para escuchar las dicotomías entre sonidos cazados de algún lugar para nosotros y lo que parece ser silencio. Las variaciones de volumen de un mismo y largo timbre, las variaciones de timbre de un mismo volumen, las diferencias en la repetición y a su vez la repetición de las diferencias parecen un homenaje al código Morse. Nos movemos a la sala más amplia en la que Jean Schwarz ingeniero y antiguo del GRM, propone una pieza, Swan, de unos 15 minutos que quiere ser un homenaje al orquestador de sonidos y materias fallecido en 2013 Bernard Parmegiani. Siguiendo el principio de tensión-relajación, Swan pretende  una investigación sobre la fluidez sonora más que un trabajo especifico sobre el sonido propiamente dicho según Schwarz. Quien durante varias décadas fuera el etnomusicólogo del Musée de l’Homme, hizo uso del Acousmonium para colmar la estancia de solidas incertidumbres en todas las direcciones.

     Una sorpresa para aquellos que no les conocíamos: Xavier García y Lionel Marchetti en un ejercicio psudo-improvisado para ordenador, teclado, magnetófono Revox y  micros. Hacen uso de los sonidos desprendidos de los propios  aparatos y materiales: acoples, crujidos, estallidos, ruidos en la señal de audio… todo fue aprovechado para la realización de una suerte de mezcla sonora que reafirmaba el metalenguaje de las maquinas de hacer sonidos y amplificar. Por último el proyecto musical Nurse With Wound, iniciado hace más de 30 años (gracias entre otros a Steven Stepleton). No es de extrañar que hayan hecho colaboraciones a lo largo del tiempo con gente de Current 93, Kraftwerk, New!, Crass y muchos otros. De hecho en las músicas electrónicas, concretas y de ruidos en general, son más que habituales las colaboraciones, las aleaciones de unos proyectos con otros, como si la propia naturaleza de los aparatos que se utilizan, pidiera que los sonidos sean multiplicados, variados y reproducidos hasta la saciedad. Nurse With Wound pasados por una infinidad de pistas utilizaron todo su arsenal de ordenador, voces, guitarras, pletinas, efectos sonoros, clavicordios eléctricos, herramientas varias, objetos diversos… como para la fiesta de un nuevo  año chino. Terminaron el concierto y con ello clausuraron Presences électronique plagado de todo tipo de registros sonoros  y maquinas productoras y amplificadoras. Fue muy agradable poder inmiscuirse por unos días en este festival, que proporcionaba unas circunstancias de presente lógico en el que, minimizado el antropocentrismo al simple gesto de apretar un botón, las maquinas cantaban.

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