Por Jesús Sainz
Un estudio reciente del genoma de unas 700.000 personas ha demostrado que los madrugadores tienen genes que les protege de enfermedades mentales como la depresión, la esquizofrenia y otros tipos de psicosis. Se sabe que la tendencia a madrugar es un reflejo del ritmo circadiano de las personas.
Jesús Sainz Maza
Científico y Coordinador de la Sección
“Circadiano” es una palabra que proviene del latín circa, que significa ‘alrededor de’, y dies, que significa ‘día’. Es decir, los ritmos circadianos son variables biológicas que cambian cada día en intervalos regulares de tiempo. Los ritmos circadianos controlan muchos aspectos físicos, mentales y de conducta de nuestra respuesta diarios a la luz y a la oscuridad del ambiente que nos rodea. Por ejemplo, el dormir por la noche y estar despierto durante el día es el resultado de un ritmo circadiano relacionado con la luz.
La novedad de que el genoma del madrugador protege la salud mental ha sido revelada en un estudio que se ha publicado en enero de 2019 en la revista Nature Communications (https://www.nature.com/articles/s41467-018-08259-7). Dicho estudio ha utilizado datos genómicos de 697.828 personas para caracterizar qué partes del genoma controlan la tendencia a madrugar. Para ello se han usado los datos de dos grandes repositorios genómicos, una de ellas, UK Biobank, en el Reino Unido, y la otra, 23andMe, de una empresa privada en EE. UU.
UK Biobank, es un repositorio de muestras y de datos biológicos que se creó en el año 2006 en el Reino Unido para facilitar estudios a largo plazo sobre la relación entre el genoma, la exposición ambiental (incluida la nutrición, el estilo de vida, los medicamentos, etc.) y el desarrollo de enfermedades. Dicho repositorio dispone de datos y muestras biológicas de 500.000 personas de edades comprendidas entre los 40 y los 69 años.
23andMe es una compañía biotecnológica privada que obtiene datos genómicos de las muestras que le envían sus clientes y que tiene su sede en California. La compañía toma su nombre de los 23 pares de cromosomas que hay en una célula humana normal. En 2007, 23andMe se convirtió en la primera compañía en ofrecer pruebas de ADN para la búsqueda de los ancestros y familiares de sus clientes en todo el mundo. Su prueba genética basada en el análisis de una muestra de saliva fue nombrada «Invento del año» por la revista Time en el año 2008. En poco más de 10 años ha conseguido información genética de más de 2.000.000 de personas.
Gracias a estos dos grandes repositorios, un equipo de investigadores ingleses consiguió muestras biológicas de 697.828 personas, 248.098 de 23andMe y 449.734 de UK Biobank. Utilizó el ADN de dichas personas para caracterizar alrededor de 12 millones de variantes genéticas en cada uno de los individuos estudiados. Dichas variantes genéticas se asociaron con la tendencia a madrugar o a trasnochar según la información que dichas personas proporcionaron y se encontraron 351 lugares del genoma relacionadas con el ser madrugador.
Posteriormente, se analizaron 85.760 personas a las que se monitorizó con una pulsera sus horas de sueño, lo cual proporcionaba datos del horario de sueño más objetivos.
Se estudiaron el 5% de las personas que tenían más variantes genéticas madrugadoras y se vio que se levantaban 25 minutos de media antes que el 5% de las personas con menos variantes genéticas madrugadoras. Esta observación confirmaba el descubrimiento. Nuestros genes controlan el que seamos madrugadores o trasnochadores.
Muchos de los genes responsables de la tendencia a madrugar o a trasnochar eran genes implicados en la regulación circadiana, el glutamato, el metabolismo de la insulina, y eran genes cuya acción se efectuaba en la retina y en el cerebro.
Mediante métodos estadísticos se mostró que las personas madrugadoras tienen significativamente una salud mental mejor que las trasnochadoras. Sin embargo, la tendencia a madrugar no protegía ni de la diabetes ni de la obesidad. Por otra parte, se observó que las variantes genéticas que nos predisponen a madrugar no afectaban ni a la calidad ni a la duración del sueño.
El rasgo que se asociaba con más intensidad a los genes madrugadores fue la sensación subjetiva de sentirse bien. Pero también se encontró que las variantes genéticas madrugadoras se asociaban negativamente con la esquizofrenia, la depresión y la inteligencia. Es decir, que las variantes madrugadoras protegían la salud mental, aunque a costa de cierto grado de inteligencia. La asociación negativa con la inteligencia de los genes madrugadores ha sido ignorada de forma unánime por la prensa, e incluso por los propios investigadores del estudio, quizás por ser un tema políticamente incorrecto ya que la significación estadística de la asociación fue muy elevada (P = 8 × 10−6).
Otro aspecto interesante del estudio es que encontró genes “madrugadores” que tienen su acción en la retina. Dicha observación sugiere que los madrugadores procesan la luz de una forma diferente a los trasnochadores.
Una pregunta que el estudio deja en el aire es si el efecto perjudicial en la salud mental de las variantes genéticas trasnochadoras era causado directamente por los genes o había otras razones. Una posibilidad a la que, de momento, no se puede responder es si el perjuicio mental lo causa el hecho de que muchas personas tienen que madrugar en contra de su tendencia genética debido a obligaciones sociales como el trabajo. Quizás las personas trasnochadoras no se verían afectadas en su salud mental si pudieran seguir las pautas cronológicas que les marcan sus genes. Otra opción es la que recoge desde hace siglos el refranero español: “Al que madruga Dios le ayuda”.