Sinestesia


Por Jesús Sainz

 

«J’inventais la couleur des voyelles!» (Rimbaud)

     La sinestesia es una condición neurológica: la estimulación de un sistema sensorial o cognitivo que provoca, involuntariamente, experiencias en un sistema sensorial o cognitivo diferente.

    El término proviene de la unión de dos palabras griegas que significan “sensaciones juntas” y se utiliza para englobar a más de 60 tipos de condiciones diferentes. Pese al interés por estos fenómenos desde la Grecia antigua, sus filósofos estuvieron interesados en la posibilidad de cuantificar el sonido…

…de los colores, y a estudios intensivos desde el Siglo XIX, muy pocas de estas condiciones han sido caracterizadas científicamente. Ejemplos de sinestesias son: la percepción de colores en los números, la capacidad de oír los cambios de formas como sonidos y la visualización de formas cuando se piensa en una sucesión de números; Ésta última es una forma de sinestesia descrita por Francis Galton, inglés, precursor de la genética y primo de Darwin.

     Se estima que una de cada 23 personas tiene un tipo de sinestesia u otro. Este conjunto de condiciones es hereditario, lo que sugiere unos mecanismos moleculares comunes. Pero no sólo hereditario, también se puede experimentar a lo largo de la vida ya sea mediante el consumo de drogas o como resultado de ceguera, sordera o episodios epilépticos. La complejidad de sus mecanismos moleculares se muestra en algunos casos de gemelos idénticos donde sólo uno tiene sinestesia, lo cual abre múltiples interrogantes sobre los componentes moleculares y ambientales que la producen aparte de la herencia genética. Es interesante que la epilepsia y el autismo aparezcan en casos de sinestesia más frecuentemente de lo esperable debido al azar. Esta observación sugiere mecanismos comunes, lo cual está apoyado por experimentos científicos que relacionan una región del cromosoma 2 con las tres condiciones.

    Muchos sinestetas han usado esta condición para enriquecer su producción artística. Por otra parte, muchos artistas sin esta condición han intentado emular sus mecanismos para utilizarlos con la misma finalidad. Entre los artistas con sinestesia podemos citar a David Hokney quien percibe la música como forma y color; Vassily Kandinsky quien combina cuatro sentidos, olor, color, tacto y olor; Vladimir Nabokov, quien ve colores en los números, algo que ha descrito en abundancia en su autobiografía y obra novelística; Duke Ellington, Franz Liszt y Nikolai Rimsky-Korsakov quienes transformaban sus experiencias con los colores en partituras musicales. Otros sinestetas famosos del mundo de la música son Syd Barrett, el fundador de Pink Floyd, Billy Joel y Aphex Twin.

    Los poetas simbolistas franceses Arhtur Rimbaud y Charles Baudelaire escribieron sobre sus experiencias sinestésicas. Baudelaire estaba particularmente interesado en la conexión entre los diferentes sentidos y participó en experimentos consumiendo hachis con el psiquiatra Jacques-Joseph Moreau, un estudioso de los efectos del hachis y la marijuana en los sentidos. Rimbaud escribió el famoso poema “voyelles” que en el inicio describe sus colores: “A noir, E blanc, I rouge, U vert, O bleu: voyelles”.

    La tecnología actual ha permitido desarrollar instrumentos que permiten emular artificialmente los mecanismos de la sinestesia. La finalidad inicial que impulsó la creación de estos instrumentos “sinestésicos” no fue la de generar arte sino ayudar a personas que padecen la incapacidad de distinguir los colores: la ceguera del color. Neil Harbisson es una de estas personas. En 2003, conoció a Adam Montandon quien daba una charla, en la Universidad de Plymouth sobre una empresa cibernética que había creado. Montandon pensaba que la luz es una longitud de onda que se mueve muy rápido, y que si se bajaba la velocidad lo suficiente dejaría de ser visible y sería audible. En 2 semanas, Montandon y Harbisson crearon un dispositivo que traducía las ondas de luz de los colores en sonidos: el Eyeborg. El prototipo se componía de una webcam, un ordenador portátil y un par de auriculares. Un poco «crudo», según Montandon. La webcam detectaba la luz, el ordenador calculaba la conversión al sonido, y los auriculares transmitían el sonido.

    Según Harbisson usar el Eyeborg «es como escuchar música electrónica». El dispositivo ha sido mejorado con la ayuda de ingenieros informáticos. Hoy en día, el sistema consta de una cámara que sobresale por encima de la cabeza como una antena y un chip de computadora pequeña que convierte la luz al sonido. El montaje del chip en la parte posterior de la cabeza transmite las vibraciones de sonido directamente a los huesos del cráneo, así se diferencia del sonido real. Se pueden oír colores de longitudes de onda no visibles para el ojo humano, como los infrarrojos.

    El Eyeborg está captando la atención de algunos músicos y artistas. El pianista Jools Holland, por ejemplo, utilizó una versión del dispositivo en sus conciertos en el Reino Unido durante el periodo 2009-2010. Le crearon un sistema inverso que transformaba la música en colores.

    La tecnología imitando a la vida crea el arte.

 


RECUPERANDO MATERIALES

 Organismos sintéticos (Publicado en 2008)

     J. Craig Venter es un científico fuera de lo común. Dejó el Instituto Nacional de la Salud de los EEUU, descontento con su política académica, para crear un instituto privado y, posteriormente, una empresa que fue la primera en secuenciar el genoma humano. Secuenció su propio genoma que ha sido el primero, no anónimo, hecho público. Ahora, mediante una Fundación y un Instituto sin ánimo de lucro creados por él y que llevan su nombre, acaba de lograr el primer genoma sintético y la metodología para crear genomas artificiales. Además, tiene sentido del humor. Una científica, gran amiga mía, María Antonia Martín-Gallardo o “Toñi” para los amigos, trabajó con él en la época pionera. Solía burlarse de Venter diciéndole que era muy fácil encontrar el gen de la inteligencia, para ello solo había que localizar cuál le faltaba a él. Por lo que me contó, le hacía gracia su descaro.

    La prensa de todo el mundo se ha hecho eco de su nuevo gran hallazgo. La creación de un genoma sintético abre las puertas a la creación de organismos artificiales. El paso siguiente sería reemplazar el genoma de una bacteria por un genoma sintético. Este paso es crucial, y parece ser que bastante difícil aunque no imposible; El verano pasado lo lograron aunque utilizando un genoma no sintético. Hay científicos que creen que lo podrían conseguir en los próximos seis meses. Otros científicos estiman que para el año 2014 se habrá creado un genoma humano sintético. La utilidad de lograr organismos artificiales, bacterias de diseño, sería enorme. Inicialmente se crearía una bacteria que fuera capaz de metabolizar residuos de petróleo para limpiar la contaminación. Otras aplicaciones posibles serían el crear bacterias para eliminar CO2, para generar compuestos químicos o bioquímicos, carburantes, fármacos, etc. El impacto económico de dichos logros podría ser de miles de millones de dólares. El impacto social sería enorme e incalculable. Lo sorprendente es que ningún gobierno se haya preocupado de regular dicha actividad, y que haya sido el propio científico junto a un grupo de especialistas en bioética quienes hayan publicado un informe con las normas para una actividad científica ética. Estamos viviendo momentos muy relevantes para la ciencia. El mito de Frankenstein pronto podría ser una realidad… Esperemos que no acabe como en la película.

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