Los afectos en las redes sociales / Carmen Gallano


Por Carmen Gallano
Psicoanalista

    Antes de entrar en el tema de “los afectos en las redes sociales”, quiero recordar que Freud inventó el psicoanálisis, prestando atención a “los afectos hiperintensos” de los neuróticos, discordantes con las representaciones conscientes de su yo en su subjetividad.

Transcripción de un mesa redonda en Caixa Forum en Madrid a 25 de febrero de 2012
LOS AFECTOS EN LAS REDES SOCIALES

   Antes de entrar en el tema de “los afectos en las redes sociales”, quiero recordar que Freud inventó el psicoanálisis, prestando atención a “los afectos hiperintensos” de los neuróticos, discordantes con las representaciones conscientes de su yo en su subjetividad.

    Freud atisbó  como en esos afectos sufrientes y sus derivados de síntomas en el cuerpo y en el pensamiento irrumpía en el ser hablante algo imposible de soportar, cifrado en la memoria inconsciente que iba saliendo a la luz en la rememoración de una historia vivida y olvidada. Descubría que  los afectos se desplazan en la cadena del saber inconsciente que el sujeto despliega en el análisis, encadenamiento significante en el que el sujeto afectado trata de cifrar la  más íntima y desconocida para si mismo verdad de su ser.

   Ya antes, desde los griegos, filósofos y teólogos ocupados de pensar los afectos en la ética de las conductas de los humanos, habían dicho mucho sobre los afectos, los placenteros y los displacenteros al sujeto, interrogando sus fuentes en relación con su causa exterior ligada al Otro, divino o humano que los genera vía el cuerpo en el alma.

   Los clásicos tratados de los afectos son tratados de las pasiones, término ahora caduco en la psicología actual que reduce los afectos y las pasiones del ser a emociones, mociones que desagregan el cuerpo y los sentidos, como si en ellas no hubiera un índice de una particular posición del sujeto en su relación con el Otro.

   Cada cultura ha generado a lo largo de la historia vías sociales, incluso códigos y rituales de expresión de los afectos, esos estados del sentir que son efecto de que como seres hablantes estamos tocados en nuestros cuerpos y marcados como sujetos por el discurso en el que bañamos desde niños. Tanto nos afectan las palabras que nos atribuyen lo que somos en los dichos del Otro, como las esperadas y no recibidas en lo no dicho en el Otro.

  Pero nos importa subrayar desde el psicoanálisis lacaniano cuanto el estado del discurso imperante induce los afectos en los sujetos, y no solo sus vías de expresión. En ello convergemos  con los pensadores de las mutaciones de la  subjetividad inducidas por el discurso de la ciencia y sus tecnologías rentabilizadas por la sumersión capitalista universal desde la segunda mitad del siglo XX 

   Lo que Lacan diagnosticó justo después del mayo del 68 de la desaparición de la vergüenza  por la rampante  “degeneración del significante Amo”, que deja en  los sujetos una vergüenza más soterrada, una vida “como vergüenza  a tragarse» (1), al ser reducidos a objetos de mercado, va de par con lo que años después situó como ascenso de la angustia. Pues la angustia, sea en forma de ansiedad o de pánico, es el  afecto creciente en el “proletario generalizado” por el discurso capitalista, “angustia de verse reducido a su cuerpo”, sin recursos subjetivos.  Yo añadiría con Marx, angustia de su valor de uso al perder su valor de cambio en el mercado.

   Es la angustia del consumidor consumido, y del productor que no sabe si será reciclable o desechable en el mercado de trabajo. Nunca más que hoy es cierto que la corrupción imperante por el cinismo de los intereses empresariales o individuales que nutren las mentiras programáticas de lo políticos y anulan el valor de las leyes en la regulación de las conductas, induce lo que el sociólogo Richard Sennet observó ya en 1998 en su libro “La corrosión del carácter en las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo” .

   Esa corrosión invade subrepticiamente a los sujetos en proporción a cómo el discurso capitalista, fragmenta y quiebra el vínculo social y deja a los sujetos librados a tener que socializarse en lo que el sociólogo Manuel Castells definió como “individualismo en red”, devastadas las estructuras discursivas. Pues el nuevo mundo global capitalista, la “sociedad  global en red”, se ha acelerado con el instrumento de las TIC, especialmente Internet y sus aplicaciones en la aceleración de los flujos monetarios en los mercados financieros.

   Si Keynes – como dicen los economistas que explican desolados las razones del reventón del capitalismo –  levantara la cabeza, vería junto a sus amigos freudianos de su británico círculo de Bloomsbury, cuanto el Tanathos de la avidez capitalista de liquidez  ha dejado escasas suertes al Eros del lazo libidinal entre los humanos que  Freud esperaba  no se lo liquidara del todo en los campos de exterminio nazis.

   Pero mientras la fuerza moral del Eros de los supervivientes de tantas tremendas guerras contribuyó a construir nuestra Europa del siglo XX, al tiempo esta se ha ido minando aceleradamente en el siglo XXI. A las pruebas me remito: lo que nos indigna hoy a la mayoría de los ciudadanos de lo que se abate sobre nuestras vidas en nombre de “la crisis”, es que se nos presenta como un “mal” sin agentes, como si fuera una nueva epidemia de peste sin causa detectable, cuando las causas pueden ser sobradamente desveladas.

    Me he planteado 3 preguntas para esta mesa redonda. La primera es: ¿qué afectos y cómo se expresan vía las redes sociales del mundo virtual generado por Internet?, ahora  que todos ya vivimos y nos comunicamos vía Internet y sus aplicaciones en los móviles que llevamos en nuestros bolsillos .

    Ya han señalado muchos cómo Internet  ha trastocado las fronteras de lo íntimo. Los afectos hoy se lanzan al océano del ciberespacio. Sin pudor. Los blogs  hacen públicos los diarios íntimos y las efusiones, desinteresadas o interesadas para atraer seguidores. Las redes sociales se alimentan de la exhibición de los afectos y de los modos de goce como vía de afirmación identitaria de los sujetos. La cosa ya había comenzado con el auge de los reality shows de la TV en los que la obscenidad de exhibición de los goces, se ha comercializado, con sus afectos irascible y concupiscibles, generando audiencia en los goces de “mirar y  ver como gozan otros” para consuelo de la miseria del goce del espectador.

   En la medida en que los afectos y la vida libidinal de los concurrentes en la red internaútica se hacen públicos, se capitalizan, y los afectos a exhibir serán los que recaben más éxito para la promoción personal o para atraer más eco de empatía en otros.

   ¿No nos llama la  atención que la gente, más los jóvenes cuyas vidas están ya insertas en esas tecnologías, dicen  “ hablarse”  por Tuenti, FB o el Whats Up?.

   Me dejó perpleja en cuanto empecé a utilizar el Whats Up por el móvil – ya que  es gratis y permite intercambio en tiempo casi real- que me informaba de “conversaciones mantenidas”, cuando yo no había mantenido ninguna, solo enviado mensajes escuetos a algunas personas.

   ¿Qué ocurre en cuanto a la expresión de los afectos en esas “conversaciones” de un “hablar por escrito”  y en mensajes cortos online , en la comunicación virtual sin presencia de los cuerpos de esos  hablantes, ni siquiera ya de la voz como con el teléfono?.

    Pues que ha generado para regularlos las normas de la “netetiqueta» (2) y subrayaré el punto 3 : “ tenga en cuenta que en el lenguaje escrito no es posible dar entonación”. Ese lenguaje escrito de escuetas misivas no puede incluir  ni el tono de la enunciación de la intención del decir ni los afectos que se expresan en el cuerpo, los que se harían visibles o audibles al interlocutor. Por eso la “netetiqueta” ha generado múltiples signos que los expresarían, p, ej. las mayúsculas significan “gritar” y los signos de exclamación “ira”.

   Pero lo imposible de expresar los afectos en dichos escritos, ha generado esos símbolos que son los “emoticones” (del inglés “emotional icons” ) esos soles que son caritas que con algunos trazos imitan los gestos de los afectos en los rostros , por ejemplo éstas: 

   No hay afecto en la inmensa lista de los posibles  experimentados en la relación con los otros que no haya encontrado símbolo de signo de escritura o emoticón. Tomás de Aquino, o Spinoza, por no citar sino a algunos eminentes pensadores de los afectos en la ética, se quedarían patidifusos.

    Pero cuan irrealista es ese intento de disipar el malentendido en el parloteo de los sujetos y que se acrecienta en los mensajes escritos en Internet.

  Esta promoción de los emoticones que tratan de hacer visible en símbolos standard lo invisible del rostro que expresa sus singulares afectos y en signos la intención de la enunciación,  me incitaría a invitar a sus usuarios a leer lo que dijo Emmanuel Levinas en su abordaje de una ética laica en la relación “con el rostro del otro”, “ese rostro que me mira” y que más acá o más allá de su imagen visible, extrae al otro del anonimato del ser. El Otro en su otredad, según Levinas, “se presenta como rostro, sobrepasando la idea del Otro en mí”. Y ese rostro “correlativo del deseo”, “me impone una responsabilidad y una actitud ética”. (3)

    Cierto es que la mirada que avergüenza es la que hace súbitamente “verse siendo visto” en algo del ser de goce que no responde al deseo como deseo del Otro. Al igual que la mirada que alivia y no escruta, y  la sonrisa,  nos devuelve alguna resonancia  con el deseo del Otro. Nada peor para cada cual que la cara de palo en el rostro del otro, que no deja juego relacional, y da figura a la censura del superyo, de la rigidez significante de los imperativos de la exigencia del Otro.

   Los niños saben cuanto se orientan más para saber como hacerse valer para el Otro de los padres por sus expresiones de afectos- sean de angustia,  de ira o de odio –  pues el rostro que ni los mira y la voz que no se dirige a ellos, por la indiferencia hacia ellos del Otro,  los deja en el más absoluto desamparo sin ser nada para ese Otro, ni para bien ni para mal.

   Cuantas chicas no han llorado desoladas en mi consulta por la indiferencia de ningún eco suscitado por lo que han colgado en FB, sintiéndose segregadas de esa comunidad virtual, y cuantas por el contrario  se agitan en sus afectos por lo que de ellas sienten ha sido denostado según su interpretación de lo que expresan  en mensajes y fotos  los otros que les importan de su red de amigos virtuales. Abundan las difamaciones de los chicos a las chicas, y las quejas de las chicas hacia los chicos.

   Es que no es sin afectos que los sujetos hoy, más los crecidos en el mundo de Internet, se juegan su promoción personal y social vía esa “segunda vida” en las pantallas, en la que tratan de propiciar lazos y satisfacciones  para su vida real. Ahora bien, en esas conexiones, plurales, rápidas, que tanto ocupan ahora las vidas, se genera un estado flotante, errático de efímeras y deslocalizadas presencias puntuales. Me pregunto si todo ese expresarse con emoticones y signos por la red, con escaso decir de contenidos, no será sino el modo de hacerse ver, de hacerse oir, de suscitar mirada y voz de ese Otro a la deriva , cada vez más desencarnado, para sostenerse en una existencia que sin lazos organizadores de los deseos dejan sin rumbo a los sujetos en la fragmentación de los vínculos sociales. Vía las redes sociales se transmiten informaciones relevantes, decires novedosos, saberes enriquecedores. Se tejen nuevos modos de vínculos de solidaridad y cooperación en diversos proyectos.  Pero la red sirve mucho a las inducciones del sistema: es plataforma para que los individuos, dispersos en  multitud  aspiren a alojarse en el sistema competitivamente haciéndose  “emprendedores” y no vean cómo se abaten sobre ellos  los poderes capitalistas “depredadores” que los desgastan. Y  también medio de goce,  de comunes entretenimientos vacuos, en esa “nube” de contenidos que se hacen eco de cualquier cosa de la vida personal o de las banalidades en la escena de la  sociedad del espectáculo.

    Pensaba tratar como segunda cuestión sobre  los nuevos “mercados de la búsqueda del amor”, el que falta y anhelan los sujetos que se hacen usuarios de los “foros sentimentales” que prosperan en Internet. Hablé mucho del amor como el afecto más disidente del discurso capitalista en la conferencia que dí en junio pasado en Vigo, en un Espacio-Foro como este de hoy. Y que según las colegas organizadoras de esta mesa redonda de hoy es la que les incitó a empujarme interviniera sobre este tema de los afectos en las redes sociales. Como el texto de mi conferencia que iba acompañado de fotos tomadas en la puerta del Sol en el 15-M,  se puede leer en Internet, en la web del Colegio de Psicoanálisis de Madrid  ( su título es “ El amor en la quiebra de los vínculos sociales”) para no repetirme y por falta de tiempo no hablaré hoy de este floreciente nuevo mercado de la búsqueda  del amor que falta a los insatisfechos sujetos por el stress que les deja sin respiro para su vida personal en sus  trabajos y los insatisfactorios goces de consumo.

    Solo diré que el amor es especial afecto como pasión del ser, del ser que falta, en términos de Lacan antes de que definiera el amor como resonancia entre dos sujetos de un inconsciente en su indecible verdad , y en términos de Freud “técnica del arte de vivir”  desplazando la libido al otro en la entrega amorosa.

   Me ha interesado del libro de Eloy Fernandez Porta , €®0$. La superproducción de los afectos (Premio Anagrama de Ensayo, 2010)- que no ha sido todo-  su definición del “nuevo imperio de las mediaciones afectivas”: “es el conjunto de tecnologías, canales e instrumentos de proyección que contribuyen necesariamente a establecer y consolidar un vínculo emocional, otorgándole consistencia simbólica y significación social” (p.150). Es decir que en nuestros días, la técnica ofrece salidas al malvivir de la falta de amor, más que con arte con artificios de mediación simbólica virtual.

   Terminaré con mi tercera pregunta sobre  los efectos de cómo al odio se le da libre curso por Internet, sin requerir de mediadores simbólicos ya que va directo contra lo real del ser del otro desde lo imaginario de cada cual, vía lo fácil de difamar y hacer sentir vergüenza pública a tragarse  al odiado. Uno de los inventores de Internet, Jaron Lanier, en su libro escrito en 2010. “You are not a Gadget. A manifesto” que ha sido traducido en español con el título  “Contra el rebaño digital”, transmite su desolación de que “Internet  uniformiza el uso de la red para lo peor de los contenidos que no van en provecho de la comunidad”.

   El excelente guión de Sorkin dela película “ La red social” sobre los avatares de la invención de FB por el estudiante de Harvard , Zuckerberg, nos revela como esa creación en frenética noche de ordenador , haciendo intrusión de hacker en las webs de la universidad, fue producto de lo que Fernandez Porta llamaría un caso de rentabilización máxima de la “perfidia amoris”:  del odio del amante despechado que para denostar a la chica que le deja , la pone en la picota pública por Internet,  para luego jalear a los estudiantes exhibiendo fotos de las compañeras para que se vote cuales están “buenas” frente a las fotos de  “otras” a denostar. El goce de ese escándalo luego Zuckerberg lo derivó y sublimó en la oferta de FB como vía de compartir  intimidades para generar redes de amigos potenciales. Y cómo él mismo afirmó “no te harás millones de amigos sin hacerte  enemigos”. FB ha anunciado que pronto serán 1000 millones sus usuarios en el mundo, ¿qué producirán esos mil millones de ventanas indiscretas?, no lo sabemos.

   Pero más facilona vía mediática internaútica y las más exhibida en la TV para trasladar sobre cualquier tema extractos de la “opinión pública”, en sus críticas, es Twitter. “Twit”  en inglés significa imbécil y “to twitter” es el gorjear de los pájaros, que se  ha derivado en el inglés común como “cotorrear”. Y sí, Twitter es más una criticona pajarera que un foro de opiniones reflexivas. Ayer precisamente en una noticia recogida en Internet por Europa Press, Biz Stone, co-fundador de Twitter, avisa de “lo poco saludable que está siendo el excesivo uso de Twitter”, que ellos habían creado solo para “buscar información”.

    Los fundamentalismos del odio no pasan por argumentos, bien lo sabemos sino por el rechazo al otro que nos molesta en su diferencia y otredad. Y nuestra indignación por lo que nos inflige el sistema es poco operativa solo expresando en la red los afectos de ira ante la desvergüenza de la impunidad de quienes con sus corruptas mentiras nos legislan y gobiernan. Corolario de ello es como prolifera hoy en el arte contemporáneo la “estética de la abyección» (4) que no es a mi entender sino síntoma del retorno de lo real de las abyecciones de ese  discurso neoliberal imperante hoy  que  ya sin freno revienta cualquier ética colectiva al no regirse por más ley que la de los mercados financieros.

   A la vista de que no hay ética del deseo que valga “online”, concluiré interrogando cómo psicoanalistas y otros podríamos abrir vías para hacer valer esa ética que defiende la singular condición deseante de cada humano, siempre “off-line”, fuera de las líneas trazadas por la espiral que nos ahoga en la sumersión capitalista universal

 

1.-LACAN JACQUES, El Seminario. Libro XVII. El reverso del psicoanálisis. Editorial Paidós , último capítulo.

2.-Pueden leerse en Internet

3.-LEVINAS E. Totalité et infini. y otras obras , editadas todas en francés en Le Livre de Poche.

4.-Término de Hal Foster , renombrado profesor de arte en Princeton , en sus libros The return of the Real : The Avant-garde and the end of the Century y Prosthetic Gods, editados por MIT Press.


Carmen Gallano
, estudió medicina, psiquiatría y psicoanálisis en varias universidades en España y Francia, trabajó en varios hospitales psiquiátricos, es miembro del Foro-Psicoanalítico De Madrid, Analista miembro de la Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo lacaniano y Presidente del Colegio de Psicoanálisis de Madrid.

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