El Cannabis…


Por Jesús Sáinz 

    ..o cáñamo ha sido durante muchos siglos una planta con gran importancia económica ya que era fuente de fibra para fabricar ropa, alpargatas y cuerdas, de aceite para diversos usos, y de productos para uso medicinal.

    Su utilidad está documentada desde el año 2700 antes de Cristo en antiguos textos chinos. No es de extrañar que la relativamente reciente prohibición de su cultivo haya sido muy controvertida; Según Jack Herer, autor de un libro llamado “El Emperador Está Desnudo” y experto en la llamada “conspiración del cáñamo”, su prohibición fue el resultado de una conspiración en la que participó activamente la compañía químico-textil DuPont (hoy la tercera mayor del mundo). Según él, la prohibición del cáñamo tuvo como finalidad fundamental proteger los intereses económicos de dicha compañía. En el libro citado, aporta muchos datos para apoyar su teoría. Afirma que la famosa prohibición “the Marijuana Tax Act”, año 1937, es consecuencia de la invención de un instrumento descortezador. Esta innovación tecnológica hubiera convertido al cáñamo en un producto sin rival en el mercado de la pulpa para producir papel de no haber sido prohibido. Además, hace notar que, dos años antes de la prohibición, DuPont había desarrollado una nueva fibra sintética, el nylon, para competir con la fibra de cáñamo. En resumen, si el cáñamo seguía siendo legal se llevaría el 80% del negocio de DuPont y de otras empresas químicas. Según Herer, su prohibición no se basa tanto en razones éticas o médicas como en proteger los intereses de la industria química.

   A partir de la prohibición, mucho se ha discutido sobre los efectos positivos y negativos del cannabis. Sin embargo, hay pocos estudios fiables. Hace pocos días se ha publicado un trabajo, en la prestigiosa revista “Cell”, donde se describe cómo la marihuana afecta a la memoria. Científicos de Canadá y Francia han mostrado que este efecto es causado por una alteración en la comunicación molecular entre las neuronas y unas células llamadas astrocitos. En el trabajo se demuestra que estas células tienen como función controlar los procesos de memoria mediante el estudio del ingrediente psicoactivo de la marihuana, el tetrahidrocannabinol (THC). Usando micro-electrodos implantados en el cerebro de ratas anestesiadas, dichos investigadores encontraron que el THC debilita las conexiones entre las neuronas del hipocampo (estructura cerebral involucrada en la formación de la memoria) alterando los receptores (proteínas cuya función es la comunicación celular) de los astrocitos. Este descubrimiento tiene el interés de proporcionar información que quizás permita fabricar compuestos con las propiedades médicas del TCH pero sin el efecto secundario de la pérdida de memoria.

    Como complemento, otro estudio proporciona información que será seguramente de interés no solo científico, sino también para los consumidores de marihuana que prefieran no perder la memoria. Aunque algunos pueden pensar, parafraseando a Buñuel, “total…para lo que hay que recordar”. Un grupo de investigadores en Londres ha mostrado que los fumadores de una variedad de marihuana que contiene altas concentraciones de un ingrediente llamado cannabidiol (CBD) no experimentan problemas de memoria. Es decir, una alta relación CBD/THC proporciona efectos psicoactivos sin pérdida de memoria. Para aquellos que les pueda interesar la información, la variedad conocida como Cannabis Sativa tiene una relación CBD/THC cinco veces superior a la de Cannabis Indica, la otra variedad de marihuana usada con fines mal llamados “recreacionales”. Los efectos de la Sativa son conocidos por proporcionar un estado cerebral definido como “alto”, por lo tanto se considera adecuada para ser utilizada medicinalmente durante el día, mientras que la Indica, con conocidos efectos sedantes es utilizada, medicinalmente, con preferencia por la noche. La aportación científica, permite ahora elegir entre variedades para aquellos que prefieran conservar la memoria…o perderla.

 


RECUPERANDO MATERIALES

El Lenguaje (Abril 2004)

     “La guerra es demasiado importante para dejarla en manos de los generales”. La frase es de Clemenceau pero muchos científicos parecen pensar lo mismo del lenguaje: Es demasiado importante para dejarlo en manos de los lingüistas. El lenguaje es un rasgo exclusivamente humano y probablemente ha sido condicionante en el desarrollo de nuestra cultura. Uno de los aspectos más misteriosos de la condición humana es nuestra capacidad única para aprender fácil y rápidamente una lengua.

     La mayoría de los niños adquieren la capacidad lingüística sin esfuerzo ni estudio. Parafraseando a Cervantes podríamos decir que el chino es muy fácil ya que hasta niños de cinco años lo hablan. Nuestra capacidad para adquirir el lenguaje tiene que derivar, al menos en parte, del genoma y las características genéticas que faciliten el lenguaje tienen que ser específicas del ser humano dado que la capacidad lingüística está ausente en nuestro pariente evolutivo más cercano, el chimpancé. A pesar de que tienen el 98.5% de su genoma igual al humano, los chimpancés no hablan. La cultura tiene un papel en la adquisición del lenguaje, pero chimpancés que han crecido y vivido en un ambiente humano siguen sin hablar, incluso cuando han recibido educación de nivel universitario.

    En el año 2001, un grupo de genetistas describió el primer caso de un gen implicado en nuestra habilidad para adquirir el lenguaje hablado. El nombre técnico del gen es FOXP2 y el grupo que lo caracterizó se halla en la Universidad inglesa de Oxford. Estos científicos demostraron que una mutación en este gene limita la capacidad lingüística y el habla, y propusieron que el gen estaba involucrado en el desarrollo de los circuitos cerebrales relacionados con el lenguaje. Al año siguiente, un grupo de científicos del Instituto Max Planck alemán añadía datos fascinantes sobre el gen y el lenguaje. FOXP2 era común a los chimpancés, gorilas, macacos y otros animales, pero con diferencias muy pequeñas respecto al gen humano. Los científicos alemanes especulaban que el gen afectaba a la capacidad de controlar los movimientos faciales y orales, y que el pequeño cambio respecto a los primates que apareció evolutivamente en el ser humano nos proporcionó una mayor capacidad para desarrollar el lenguaje hablado. Que los genes han sido los conductores de la evolución biológica muy pocos lo dudan hoy.

    Otra cosa es explicarlo. El ejemplo anterior no es el único, hace unas semanas científicos estadounidenses descubrieron que el gen humano de la miosina que genera los músculos maxilares tiene una pequeña diferencia con el gen de los simios y que la versión humana genera menos músculo. El grupo especulaba que la poca musculatura maxilar humana eliminó una barrera anatómica facilitando el crecimiento del cráneo y del cerebro humano. Poco músculo, más cerebro… y la conexión estaba en los genes.

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