Director: Dionisio Sánchez Rodríguez. El Pollo Urbano. Desde 1977 la primera revista de sátira política, información, ocio y cultura . Zaragoza. España. Nº 242. Abril 2025.
No somos pocos los que esperamos con ansiedad que el Ejecutivo aragonés apruebe –tal y como se ha prometido- el proyecto de ley de transparencia a partir del 20 de noviembre a la espera de que se apruebe en el Senado la nacional.
Se divulga desde fuentes del gobierno que la ley de transparencia debe englobar las informaciones públicas, la contratación, la ordenación territorial o el patrimonio de las distintas administraciones, pero sobre todo el derecho a la información y que esa información sea pública.
Buenas palabras sin duda.
Ahora queremos ver la praxis. Queremos ver la aplicación de criterios objetivos y no –como siempre- el trato de favor y el uso de las gateras habituales a través de las cuales los medios aragoneses serán tratados según su afinidad con los criterios de los jefes de comunicación respectivos.
Hasta ahora, en Aragón, teníamos ley. ¡Y más que suficiente! Hela aquí:
“LEY 16/2003, de 24 de marzo, sobre publicidad institucional, sobre la mesa y con criterios tan idílicos como se decía en su Artículo 5. Criterios de contratación:
(…..)
3. Los contratos a los que se refiere este artículo no podrán excluir a ningún medio de comunicación, modulándose la cuota de participación en el contrato de los distintos medios utilizando criterios objetivos de ámbito territorial y difusión del medio correspondiente. En caso de campañas dirigidas sólo a un segmento de la población, se tendrá en cuenta la adaptación de cada medio o soporte al público objetivo de esa acción publicitaria. Se tendrán en cuenta a estos efectos las cifras de tirada y venta, así como la audiencia, conforme a las comprobaciones realizadas por las organizaciones sin fines lucrativos a que hace referencia el artículo 12 de la Ley 34/1988, de 1 1 de noviembre. General de Publicidad.
Y modificada en este apartado último por la Ley 26/2003, de 30 de diciembre de medidas administrativas y tributarias que quedó del siguiente modo redactada:
2. Ninguna empresa informativa podrá ser excluida de la publicidad de las Administraciones Públicas de Aragón o de sus organismos públicos y sociedades por razones distintas a las objetivas que guían la inversión publicitaria, como son la rentabilidad del impacto o la adecuación al público objetivo”.
El problema ha sido que esta ley no ha servido absolutamente para nada y eso, en el Pollo Urbano, lo sabemos muy bien.
¿Servirá para algo la ley de transparencia en el asunto que nos ocupa? Mucho nos tememos de que mientras sigan al frente de las direcciones de comunicación personajillos de novela de Dickens, alcachoferos de tres al cuarto, pero dotados por delegación (he ahí la madre del cordero) de un poder omnímodo, no haremos nada ya que estos pájaros prefieren ganarse el futuro profesional con sus decisiones arbitrarias y beneficiosas para los poderosos antes que ejecutar partida alguna siguiendo el democrático espíritu de la ley.
En esta materia de la que estamos hablando, estamos seguros que la nueva ley no superará la simpleza y precisión de la que todavía está en vigor. Solamente si al jefe de comunicación deshonesto se le puede envíar directamente a la cárcel, podremos tener los medios pequeños alguna esperanza de que –aún a regañadientes- se cumpla la norma. Es muy fácil comprarse el futuro con dineros públicos.
Pero en fin. Por nosotros que no quede.
Con este número 138 y con la implantación de la plantilla que estáis viendo ahora mismo–que esperamos tenga larga vida- El Pollo Urbano entra en su 8ª Época navegando por internet. Son ya muchos años en la brega y, paradójicamente, los problemas de nuestra revista lejos de resolverse aparecen cada año con parecidas formulaciones. Parece que el ser humano o, al menos, los ciudadanos que detentan el poder en nuestro entorno no aprenden jamás y por eso, de nuevo, nos obligan a meternos en harina para tratar de conseguir el espacio vital que nos permita seguir respirando en libertad. Y cada vez que cambia el gobierno regional o municipal, vuelta a empezar. Aunque en este punto, no hay cesión. Jamás doblegaremos nuestra opinión en interés de los cuatro caciques (tres, en realidad) que nos están gobernando aunque nos enseñen la patita recubierta con dorada zanahoria.
Un año más, y ya son muchos, lanzamos a la red para disfrute de nuestros lectores este brillante Pollo Urbano Extra Verano.
A lo largo de nuestra larguísima trayectoria hemos pasado por muchas dificultades desde cuando el pollo lo hacíamos en papel y los kiosqueros se quedaban el ¡50% del precio de portada! de cada ejemplar que vendían (y eso los que se atrevían a ponerlo en el mostrador) hasta el día de hoy donde nos vemos conviviendo con inútiles periodistas nombradas por el dedo marital y que se pasan por el arco del triunfo la Ley de la Publicidad Institucional con la que nos dotamos los aragoneses un miércoles 7 de Mayo del año 2003 y que creen que a ellas, princesas del culito veo culito quiero, no les afecta como no les incumbe ninguna responsabilidad de nada de lo que hacen porque quedan protegidas por la corte de validos y paniaguados en que se ha convertido el gobierno del ayuntamiento zaraboliano.
Pero también sabemos, por esa larga y profunda trayectoria periodística de lucha y pelea contra la injusticia que San Martín no solo es el patrón que se aparece en las artesas cuando los cerdos dan su quejoso alarido antes de que su sangre acabe en hermosas morcillas, sino que tenemos en los estantes de nuestra redacción , inanes y despreciados, a un buen grupo de tontos del oficio que buscaron la pelea contra nosotros.
Así pues, amigos y camaradas, disfrutar del Verano que el Otoño va a ser sabroso y muy pollero.
En la redacción de “El pollo urbano”, sin lugar a dudas, damos por concluida la peor temporada desde que la revista se publica en internet en aquellos ya lejanos principios de 1995.
No solo hemos tenido serios problemas con una plantilla de maquetación carísima y enferma desde el origen y que hemos sido incapaces de poder “parchear” pese a los denostados esfuerzos de los amigos y de una empresa aragonesa de reconocido prestigio sino que los nuevos vientos políticos que creíamos más objetivos con los medios de comunicación aragoneses nos han sido completamente injustos con la sobrecarga de esfuerzo físico e intelectual que eso conlleva. Y a ese carro renqueante aún hemos de añadir nuevas taras: los cambios de redacción que hemos tenido que hacer para poder adecuarnos a la nueva situación económica general y a la nuestra en particular y los tiempos perdidos en correos, reuniones y zarandajas para llegar siempre al camino del olvido.
No se sabe qué poder extraño ejercen las paredes de esa zona del Palacio de Pignatelli pero lo cierto es que todo “periodista” que se sumerge en ellas se transforma en una suerte de divino primo del mismísimo César al instante de su nombramiento y, en dos minutos, comienza a creerse que la pasta que maneja en su exclusivo e incompresible club (destinada, por cierto, a cubrir las campañas de publicidad institucional en los medios de la comunidad, entre otras cosas) es, naturalmente, suya.
No sabemos si su actitud de imperial indiferencia al respecto de los medios aragoneses –“El Pollo Urbano”, entre ellos- responde a una consigna de la presidenta Rudi (cosa que no creemos) o más bien a un criterio personal instado por las musas del Templo de Venus que al parecer son las que asesoran al nuevo dictador de la comunicación institucional aragonesa.
«Había una colmena que se parecía a una sociedad humana bien ordenada. No faltaban en ella ni los bribones, ni los malos médicos, ni los malos sacerdotes, ni los malos soldados, ni los malos ministros. Por descontado tenía una mala reina. Todos los días se cometían fraudes en esta colmena; y la justicia, llamada a reprimir la corrupción, era ella misma corruptible. En suma, cada profesión y cada estamento, estaban llenos de vicios. Pero la nación no era por ello menos próspera y fuerte.
Siempre he leído periódicos, afición cuya huella sitúo en la adolescencia. La lectura de los diarios siempre me ha parecido instructiva y, en la mayoría de los casos, estimulante de las tres potencias de las que habla Cela. Esto es, la memoria para recordar bonanzas y calamidades, el entendimiento para saber de qué va la cosa y, finalmente, la voluntad para vencer el tedio y la holganza. De un tiempo a esta parte, sin embargo, las lecturas de los diversos medios de comunicación escritos en papel han perdido su poder de convocatoria.
El poder, ya lo sabemos de siempre, elige a sus cuadras informativas por simpatía ideológica. Reconozco que la autoridad es algo molesta, porque está siempre recordando que sabe más que tú. Pero es la más eficaz forma de aprendizaje. Antaño, el periodismo ejercía de autoridad, de poder, de ajustar cuentas contra los desaguisados. Hoy, sin embargo, uno de sus problemas más significativos es que mece al gran público en el zumo de la autocomplaciencia. El periodismo se limita a unas informaciones planas, chatas, sin jugo, si un tiempo fuertes ya desmoronadas.
El modo en que es gobernado el ayuntamiento de Zaragoza sería merecedor de una teleserie ambientada en una hacienda sudamericana, entre palmerales, amoríos, drogas, puñaladas traperas, caciques, indios y poetas. Y con la emisión de esta miniserie (de bajo coste, dado el cutrerío de los personajes), tal vez podríamos, ¡de una vez!, justificar el pastonazo que nos cuesta la hortera y miserable televisión autonómica que poseemos.
Y ya no es que el alcalde de la ciudad actúe con un cesarismo propio de tiempos predemocráticos, y que sus más cercanos colaboradores lleven a los ciudadanos a la ruina con sus actuaciones caciquiles y alejadas de cualquier rigor en su planificación, sino que están convencidos de que la ciudad es un charco donde caben todas sus ocurrencias porque el lodazal es suyo. Y el dinero de las ranas que lo habitan, también.