Pollerías del estío 2022

Por Martín Ballonga

    Un éxito sin igual del Pollo Urbano. Una sección de Martín Ballonga con píldoras, runrunes y comentarios que nos llevaran por pequeñas pistas a caminos de interés. Este mes, nuestras pollerías tienen destacados protagonistas polleros ¿por qué será? Veamos…


 
Nos ha gustado mucho el documental ‘Goya, el ojo que escucha’ que ha dirigido José Luis López Linares, un tributo al pintor de Fuendetodos y otro, también, a Jean-Claude Carrière, el guionista francés de Luis Buñuel.

  En efecto, Jean-Claude Carrière (1931-2021) fallece en pleno rodaje de este trabajo y puede considerarse como su testamento fílmico. Entre otras perlas, el escritor y guionista (también cineasta) afirma que “Goya era sordo de verdad y Buñuel lo era solo para lo que no quería oír”.

  También aparece en el documental Carlos Saura como busto parlante e incide en que el cineasta calandino estaba harto de que le compararan con su paisano el pintor, más allá de su sordera.

  Sin embargo, tanto Amparo Martínez como José Ignacio Calvo no deben estar muy de acuerdo. Recuerden aquella exposición titulada ‘Los sueños de la razón’ en la que, desde una perspectiva histórica, ‘demostraban’ las afinidades entre los dos genios, aunque todo estaba cogido con alfileres, como sustentado en papel de fumar. Lo dijo el propio Buñuel, que los tres sordos aragoneses más célebres del mundo eran “Goya, Beethoven y yo”.

  Si el documental de López Linares sobre Goya nos ha parecido un gran trabajo, hecho con tanta sensibilidad como sabiduría, el remake de ‘La cabina’ realizado por Vicky Caragria es un auténtico bodrio, como adelantó en primicia informativa nuestro director pollero, aunque lo protagonice Carlos Calvo, todo un borrón en su intachable trayectoria cultural.

  Si lo que pretendía nuestro subdirector, al coger el testigo de José Luis López Vázquez, era hacer las paces con la realizadora zaragozana, o lo que sea, su gozo en un pozo. Si el mediometraje original de Antonio Mercero era una pequeña joya del terror cotidiano y minimalista, con una situación  surrealista que progresaba de la alarma hasta la amenaza y el horror, aderezada su lectura en clave política que se podía entender como una metáfora sobre la dictadura franquista o los agobios kafkianos, ‘La cabina 2’ es la nada. Una castaña.

  Como todos los trabajos de esa realizadora, el estilo de ‘La cabina 2’, afirma Dionisio Sánchez, “está tan pegado a la pantalla como el arroz socarrat a la paella”. Continúa: “Es todo más previsible que una película porno, o tan predecible como el tiempo que hizo ayer, o tan simple como el asa de un cubo”. Y remata: “Este remake es como visitar un museo del que se han retirado todos los cuadros”.

  Al fin y al cabo, los artefactos que fabrica la Caragria nos recuerdan a las malas croquetas. Porque todo es de sabor fofo y con la misma largura dramática que el rabillo de una boina. Y da igual que hable de nuestro querido Manuel Rotellar o de Eduardo Ducay o de María Moliner o de Florián Rey.

  Y es que Vicky Caragria es una experta en croquetas, que marcan, para ella, la calidad de un local. También le gusta mucho el jamón, sobre todo el de Extremadura. Y las anchoas también, aunque no las cantábricas. Lo confiesa en un surrealista reportaje de la periodista María Guerra para ‘Heraldo’. Así va el periodismo. Desde ‘El Pollo Urbano’, le recomendamos que visite la taberna ‘El Gallinero’, en pleno corazón de la Magdalena. Allí, según los expertos gastronómicos, se hacen las mejores croquetas de la ciudad. Y las tiene de jamón (de Teruel), de chorizo, de longaniza, de chistorra, de cocido, de torrezno, de boletus, de borraja, de chipirón, de merluza, de bacalao, de gamba, de langosta, de cangrejo, de gallina… ¡¡¡¡Kikirikí!!!!

  Aunque tampoco hay que exagerar. Al mismísimo Javier Tomeo le pasaba tres cuartos de lo mismo. Y no le faltaba razón a Juan Benet cuando le acusaba de hacer croquetas literarias, porque solo tiene un registro, un sabor, a la manera de un despertador que funciona como un cangrejo. Lo afirmaba con recochineo, pero, probablemente, es la mejor alabanza que se ha dicho del escritor oscense. Tomeo se defendía de esas acusaciones y le soltaba que nunca se dejaba engatusar por la sonoridad del lenguaje, como él.

  Más croquetas. Germán Roda ha estrenado un documental sobre el tenor aragonés Miguel Fleta. La clásica hagiografía envuelta en celofán y lacito. Nunca hay sombras. Todos son luces. Todos son santos.

  Vean ‘Zaragoza vil’, aquel trabajo realizado por Antonio Tausiet, y comparen. El algodón no engaña. Y estén atentos a su nuevo libro, ‘Los amigos de Buñuel’, de próxima aparición y publicado por la editorial Instituto de Estudios Turolenses. ¡Abajo las caenas!

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