El patrullero de la filmo: Aragón negro (¡y tan negro!)


Por Don Quiterio

  Durante la segunda mitad del mes de enero tuvo lugar la cuarta edición del festival Aragón negro que dirige Juan Bolea, bajo el eje temático ‘Monstruos, raros y heterodoxos’.

    Las doce subsedes del certamen acogieron más de doscientas actividades de todo tipo (literatura, cine, teatro, cómic, fotografía, pintura, gastronomía), siempre con la novela negra, o de misterio, o de intriga, como principal protagonista. El aragonés David Tapia ha sido el encargado del cartel oficial del festival y el premio de honor fue concedido al escritor irlandés John Connolly por sus guiños al terror y la presencia de lo fantástico y sobrenatural. Paco Camarasa, el del santuario de la literatura policiaca, se llevó el galardón al “mejor de los nuestros”.

  Autores aragoneses como Ricardo Bosque, Óscar Bribián, Virginia Aguilera, Pedro Híjar, Arrate Gallego, Roberto Malo, Luis Zueco, David Jasso, Camino Díaz, Isabel Abenia o Esteban Navarro, y foráneos como Edilberto González Trejos, Mónica Miguel, Pablo Sebastiá, María Oruña, León Arsenal, Miguel Ángel Muñoz, Fernando Martínez Laínez, Jordi Ledesma, Marcelo Luján, Marta Robles, Alfonso Mateo-Sagasta, Jesús Maeso de la Torre, Santiago Álvarez, Francisco Pérez Abellán, Graziella Moreno, Fernando Marías, Noemí Trujillo, Vanessa Montfort, Ramón Pernas o Lorenzo Silva participaron a los largo de estos quince días de lobezno menú.

  No se lee, al parecer, pero todo el mundo escribe… y come. Y es que la vinculación entre la literatura y la gastronomía (en este apartado colaboraron más de cuarenta establecimientos en las tres provincias aragonesas) ha servido a muchos novelistas como vía de inspiración para esos casos -bien históricos, bien legendarios, bien directamente falsos- de envenenamientos e intrigas a lo largo del transcurso del tiempo. Yo propondría, para dar más relieve al festival de Aragón negro, matar en la próxima edición a alguno de sus participantes. O responsables. Un festival de estas características sin asesinatos es como un jardín sin flores. Pero ya me estoy desviando de los platos fílmicos. Ya se sabe que los platos y las bebidas han dado pie, cinematográfica o literariamente, a tórridas escenas de pasión o a mortíferos desenlaces, y a veces una mezcla de ambas desde el cielo de los sentidos al infierno de las pasiones criminales.

  El festival acogió una variada programación cinematográfica, en la que realizaron aportaciones la fundación CAI, el ámbito cultural El Corte Inglés o la FNAC, con las proyecciones de películas como ‘Turistas’, de Ben Wheatley; ‘Encontré al diablo’, de Kim Jee-woon; ‘Caníbal’, de Manuel Martín Cuenca; ‘El niño 44’, de Daniel Espinosa; ‘Edmond’, de Stuart Gordon, o ‘Funny games’, de Michael Haneke. Por su parte, la filmoteca de Zaragoza se unió a estas aportaciones con la programación de ‘La noche de Walpurgis’ (León Klimovsky, 1970), ‘La noche del terror rojo’ (Amando de Ossorio, 1971) y ‘Pánico en el Transiberiano’ (Eugenio Martín, 1972), tres ‘terroríficas’ películas españolas con su gusto por la sangre, las tramas oscuras, los crímenes sin pistas, la búsqueda del culpable y la resolución de los casos.

  La primera es una coproducción con Alemania, con una banda sonora a cargo del turolense Antón García Abril, en la que dos chicas estudiantes de París llegan al centro de Europa en busca de la tumba de una bruja medieval, pero se pierden en un camino vecinal y son hospedadas por un escritor solitario que resulta ser un hombre lobo, aunque las mozas, finalmente, devolverán la paz al monstruo interpretado por Paul Nachy (Jacinto Molina para la familia). En la segunda, coproducida con Portugal, con música igualmente de García Abril, un pueblo abandonado es escenario de terribles acontecimientos de los que son responsables unos monjes enterrados en la edad media. La última, interpretada por Chirstopher Lee, Peter Cushing, Telly Savalas y Silvia Tortosa, es una coproducción con Inglaterra en torno a un hombre prehistórico que ha sido hallado en un glaciar y es trasladado a Londres en el tren expreso del título, pero dará muestras de vida y empezará a atacar.

  Si ‘Pánico en el Transiberiano’, una suerte de homenaje al clásico de Christian Nyby ‘El enigma de otro mundo’ (1951), es la menos desdeñable de las tres, debido a la rara habilidad de su relizador -como demostraría al año siguiente en ‘Una vela para el diablo’-, las respectivas de Klimovsky y Ossorio son, por el contrario, de muy baja calidad, muy pobres, tanto de medios como de gracia e imaginación, repletas de arbitrariedades en el guion, aunque, al menos, desacomplejadas para su explotación comercial, con abundancia de glóbulos rojos, señoritas gratuitamente desnudas, chapuzas técnicas, zooms delirantes o ralentíes imposibles. En fin, un tipo de cine español que se hacía en esa época como los chorizos: ‘La rebelión de las muertas’, ‘La orgía nocturna de los vampiros’, ‘Una libélula para cada muerto’, ‘El ataque de los muertos sin ojos’, ‘El buque maldito’, ‘La noche de las gaviotas’, ‘Los ojos del doctor Orloff’…

  El cine de autor, ¡por fin!, llega con dos interesantes ciclos, uno dedicado al cine polaco contemporáneo, con seis películas realizadas entre los años 2015 y 2016 (‘Ederly’, de Piotr Dumala; ’11 minutos’, de Jerzy Skolimowski; ‘K2: tocando el cielo’, de Eliza Kubarska; ‘Kamper’, de Lukasz Grzegorzek; ‘Esas hijas mías’, de Kinga Debska; ‘Demon’, de Marcin Wrona) y otro a los estudios Defa de la Alemania oriental, con otras seis películas dirigidas por Kurt Maetzig (‘Das Kaninchen bin ich’, 1965), Heiner Carow (‘Die legende von Paul und Paula’, 1972, y ‘Coming out’, 1989), Hermann Zschoche (‘Karla’, 1965-66), Jürgen Böttcher (‘Jahrgang 45’, 1966) y Gerhard Klein (‘Berlin um die Ecke’, 1955-1989).

  Unos auténticos estrenos a los que no hay que perderles la pista. ¿Dónde están esos cinéfilos de esta ciudad inmortal a los que nunca veo por la sede que dirige Leandro Martínez? Igualmente se estrenan los documentales españoles ’10 años y una zanahoria’ (Enric Montefusco, 2007) y ’15 días, 15 ciudades, 15 conciertos’ (Pau Vallvé, 2015), dentro de la sección denominada ‘Vagón de lujo’. Esto es, todo un lujo que ciertos popes de la cultura zaragozana no les prestan la mínima atención. Cultura cinematográfica (y literaria y teatral y pictórica y fotográfica y gastronómica) de habas. O de borrajas.

Artículos relacionados :