Solo se vive una vez (14)

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Por Don Quiterio

   También en esta tierra nuestra llueve constante y profundamente, aunque se metafóricamente. Lo que en la película futurista de Ridley Scott empieza siendo un simple recurso escénico, para conseguir atmósfera, termina convirtiéndose en un memorable símbolo de la decadencia urbana y la ruina de ese proceso monstruoso donde sucumbe la esencia de la naturaleza humana.

    En la azotea, bajo el aguacero incesante, tras salvar la vida del que debía ser su liquidador, el último replicante, testigo de prodigios cósmicos irrepetibles, pronuncia una funesta despedida cargada de poesía: “Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia…”.

   Aquí también hay ruina y decadencia, también la esencia humana se pierde. ¿Recuerdan, desocupados lectores, aquellos maravillosos cines zaragozanos de la segunda mitad del siglo veinte? Uno de ellos era el Dorado, en el paseo de la Independencia -junto a los también desaparecidos Avenida, Actualidades, Coliseo Equitativa o Argensola-, remodelado en 1949 por el grupo Pórtico, liderado por los aragoneses Santiago Lagunas, Fermín Aguayo y Eloy Giménez Laguardia, referentes de la renovación plástica en la España de posguerra. Recientemente fallecido, Laguardia fue amigo del fotógrafo y cineasta José Luis Pomarón y su figura y su pintura aparecen en algunos documentales sobre el hecho artístico de la época. 

  Otro que ha fallecido hace poco es el polifacético actor Germán Cobos, un galán cómico y dramático muy concienciado con los derechos laborales de su profesión. En los más de cien títulos que jalonan su filmografía no faltan ni comedias ni ‘spaghetti westerns’ ni cintas de agentes secretos. Junto al zaragozano Fernando Sancho, Cobos coprotagoniza ‘Operación Popoff’ y ‘Susana, pura nata’, ambas dirigidas por el italiano Stefano Vanzina en 1958, o ‘La estrella de África’, un mediocre filme bélico dirigido un año después por el alemán Alfred Weidenmann. Para la productora del zaragozano Santos Alcocer, entre 1955 y 1956, Cobos protagoniza las comedias de Pedro Lazaga ‘La vida es maravillosa’, ‘Roberto, el diablo’ y ‘Torrepartida’, con música del turolense Antón García Abril. Con Imperio Argentina protagoniza ‘Ama Rosa’ (León Klimowsky, 1960), según el célebre folletín de Sautier Casaseca. Llega a protagonizar junto a Teresa Lorca una versión filmada de ‘La revoltosa’ (José Díaz Morales, 1963), el sainete lírico del que hiciera una primera versión el aragonés Florián Rey en 1924 y que significaba su debut como director. Entre 1964 y 1966, Cobos protagoniza tres comedias de enredo dirigidas por José María Zabalza con el operador zaragozano Emilio Foriscot: ‘Julieta engaña a Romeo’, ‘Algunas lecciones de amor’ y ‘Camerino sin biombo’. También Foriscot fotografía ‘Las alegres vampiresas de Vogel’ (Julio Pérez Tabernero y José María Elorrieta, 1974), en la que Cobos se pone las botas palpando la lencería fina de Ágata Lys y María José Cantudo. También junto a Ágata Lys protagoniza ‘Las camareras’ (Joaquín Coll Espona, 1976), con foto del zaragozano recién fallecido Raúl Artigot.

   En 1965, la productora zaragozana Moncayo Films llama a Germán Cobos para sacar adelante el filme ‘El rostro del asesino’, dirigida por Pedro Lazaga y con los aragoneses Emilio Alfaro participando en el guion, Víctor Monreal en la fotografía, Antón García Abril en la música y Fernando Sancho en un papel secundario. En 1969 acompaña a Paco Martínez Soria en ‘¡Se armó el belén!’, de José Luis Sáenz de Heredia. Para el oscense Carlos Saura interpreta un papel en ‘Cría cuervos’ (1975), junto a Ana Torrent, Geraldine Chaplin, Héctor Alterio y Mónica Randall. En 1988 interpreta junto a nuestro compañero de fatigas Chema Mazo ‘El aire de un crimen’, de Antonio Isasi-Isasmendi, con banda sonora de los aragoneses Paco Aguarod y Luis Fatás, y con José Antonio Labordeta en el episódico papel de alguacil del pueblo. 

  Ha muerto Amparo Baró, la gran dama de las collejas, con el dolor terminal y ultrajante para el enfermo. Si dios existe, el dolor es su gran fracaso. En cualquier caso, es el gran fracaso del hombre atormentado. De larga carrera en teatro (con la zaragozana Mayrata O’Wisiedo interpreta la pieza de Lillian Hellman ‘La calumnia’, dirigida por Luca de Tena, en el madrileño teatro Beatriz, en 1961), Jaime de Armiñán es quien la dirige en más ocasiones en televisión y cine, con unos resultados perjudicados por esa blandura inseparable del autor, en series como ‘Galería de maridos’ (1959), ‘Confidencias’ (1963) o ‘Las doce caras de Eva’ (1971), y en largometrajes como ‘El nido’ (1980), ‘Stico’ (1984) o ‘Al otro lado del túnel’ (1994). Es asidua en los repartos de ‘Estudio 1’, ‘Fábulas’, ‘Primera fila’ o ‘Novela’, espacios que durante las décadas de 1960 y 1970 adaptan a la tele conocidas obras de teatro o literatura, algunos de sus capítulos dirigidos por el zaragozano Alfredo Castellón. El también zaragozano Fernando Palacios, que era sobrino de Florián Rey, la dirige en un papel secundario en 1961 en ‘Tres de la Cruz Roja’, junto a Tony Leblanc y López Vázquez, una de las comedias más taquilleras de la época. Precisamente, en 2011, la actriz visitó La Almunia de doña Godina para recibir el premio Florián Rey de la mano de José María Pemán, director de las jornadas de cine de la localidad. 

  Asimismo, el zaragozano José María Forqué la dirige en otro papel secundario en ‘Tengo diecisiete años’, junto a Rocío Dúrcal, una especie de contemporización del cuento de Blancanieves. Desde 1999, la popularidad de Amparo Baró, de padre caspolino, se dispara gracias a su personaje en ‘Siete vidas’, serie de televisión creada por el zaragozano Nacho García Velilla, con quien también llega a trabajar en algún episodio de ‘Aída’, generada por el éxito de aquella. En 2007 obtiene un premio Goya a la mejor actriz de reparto por ‘Siete mesas de billar francés’, de Gracia Querejeta. Hay un actor que afirma: “Hay actrices buenas, buenísimas, geniales y Amparo Baró”. Su hermano mayor y sus sobrinos viven en Zaragoza desde 1970.

  También ha fallecido la actriz y cantante Carmen Morell, que integra un popular dúo artístico con el riojano Pepe Blanco en los años de la posguerra. Su dominio de la jota, el cuplé, la zarzuela y la copla le sirven para protagonizar tres películas muy populares en la década de 1950: ‘La mujer, el torero y el toro’, de Fernando Butragueño, ‘Amor sobre ruedas’, de Ramón Torrado, y ‘Maravilla’, dirigida por Javier Setó y con fotografía del zaragozano Emilio Foriscot. 

  ¿Recuerdan a Germán Cobos y Fernando Sancho en la sorprendente ‘Cuerda de presos’, estrenada en el maravilloso cine Dorado un cinco de septiembre de 1955? Seguro que Ramón Perdiguer se acuerda, aunque “todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia”. Sí, llueve, llueve mucho, y, por momentos, incluso demasiado. Calan unas cosas, la mayoría; otras solo salpican, resbalan, sobran. Pese a tanta lluvia, termina habiendo futuro, aunque solo para uno. Es la hora de morir y es, al mismo tiempo, la ineludible hora de vivir.

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