Por Dionisio Sánchez
Director del Pollo Urbano
elpollo@elpollourbano.net
La verdad es que nunca se había visto en nuestra ciudad tantos aspirantes al modo “artístico” como hay ahora y, sobre todo, en el apetecible terreno de lo audiovisual.
Me cuenta el prolífico subdirector pollero Carlos Calvo, eminente y preparado crítico del Pollo, que en nuestra tierra se hacen más de ¡500! “cortos” anuales. Esto parece un milagro aún teniendo en cuenta que a día de hoy, las herramientas de vídeo son baratísimas siempre y cuando la producción no sea muy exigente -como suele ocurrir en este interesante mundillo de los principiantes-.
Lo único que yo lamento es que los artistas no sean más incisivos con la realidad que habitamos y, sobre todo, que no “machaquen” a los políticos que nos gobiernan para, simplemente, aspirar a una sociedad más justa. Si los políticos son obviados o jaleados por los artistas, al final, tienden a engordar –como le está pasando al Director General Ollokiki, esmirriado y adicto usuario de catetos leggins y zapatitos de puntita estrecha y chaquetillas de estampados zaborreicos-, a sentirse profeta y a mirarnos con soberbia desde su quadriga de Dux entrando por la Porta Triumphalis de Roma.
Es entonces cuando se entra –tal cual estamos nosotros ahora en Zaragoza y Aragón en un estadio general de “povertà artistico” que no es ni malo ni bueno sino “uno de los problemas del las sociedades (ciudades) con políticos pseudocomunistas y que no es otro que sólo los artistas trepas y los que están cerca del poder tienen posibilidad de prosperar como si se tratara de una sociedad medieval, por lo que todos los puestos relevantes así como las “acciones artísticas” quedan en manos de incompetentes”. Lo cual, se traduce también en pobreza, “pobreza artística”
El creador, en mi modesta opinión, no solo ha de recordarle a los gilipollas que administran nuestra cultura con esas trazas cesarianas, el consabido recordatorio Respice post te! Hominem te esse memento! para que baje el pistón de su idiocia sino que, además, su actividad debe ser transgresora respecto al poder, máxime en unos momentos como los que vivimos en los cuales el “poder” se ha convertido en el único mecenas del pobre artista. No hay más que ver qué películas (no cortos) se están rodando en nuestra tierra y qué “argumentos” más incisivos tienen todas ellas.
También en el pseudocine local (en el teatro se vio, hace ya muchos tiempos, que el objetivo artístico de sus practicantes de primera línea no era otro que hacerse burócratas para formar actores acríticos y empresas teatrales bajo las protectoras alas subvencionadoras de la administración) se están empezando a desarrollar este tipo de larvas que pronto, antes de que acabe la legislatura, si Dios no lo remedia, saldrán a la luz convertidas en mariposas de filmoteca, de filmcommisión o, incluso, de productoras asociadas a los pechos de la televisión autonómica para que los “artistas del pueblo” puedan poner sus huevitos en esa tele rural que disfrutamos (mejor dicho: disfruta un único medio) y que nos cuesta un ojo de la cara. Dinero que, por cierto, no va precisamente a parar a los bolsillos de sus trabajadores (subcontratados en plan tercemundista) ni de ese inexistente y tan cacareado “tejido audiovisual aragonés” que solo existe en las productoras manejadas por el unimedio que cito.
En fin, amigos, solo me resta recordar que durante la revolución rusa se inició un movimiento para poner todas las artes al servicio de la dictadura del proletariado. El instrumento que se utilizó para ello se llamó Proletkult, abreviatura «Proletarskie kulturno-prosvetitelnye organizatsii» (Organizaciones proletarias de cultura e ilustración). Ya tiene el “leggins” rojo de la cosa una buena idea, que le cedo gratis, para crear el OProKulA y empezar a meter en el saco a todos los que, poco a poco, se van a convertir en mariposas. Además con el uso, pronto se podrá llamar el “OPolkulo” aragonés, que también tendría su gracia
Queridos amigos, compañeros y camaradas ¡a caballo! ¡Yihíiii! ¡Salud!