Por Max Alonso
A Zaragoza el cine llegó de la mano de Eduardo Jimeno Peromarta.
Ya en el año 1895, año del nacimiento del cine de los hermanos Lumière en Lyon, consiguió un aparato en Francia que resultó un timo. En 1896 compró una cámara, que servía para la toma de vistas y la proyección, a los hermanos Lumière, por 2.500 francos, con la que efectuaría sus trabajos. Ese mismo año abrió un local en el número 27 del Paseo de la Independencia de Zaragoza, que fue el primer salón de cine de la ciudad, en el que tuvieron lugar las primeras exhibiciones. El Heraldo de Aragón, que había nacido el año anterior, da cuenta del hecho. Sin registrar la reacción de los sorprendidos espectadores frente al fenómeno que habían presentado los Jimeno, padre e hijo, que se podían ver a todas las personas que habían ido ese día a la misa de doce del domingo a El Pilar. Las exhibiciones duraban media hora y el precio de entrada costaba 50 céntimos, según recoge un anuncio del Diario Mercantil, en el año 1897.
Con Eduardo Jimeno Peromarta trabajaba su hijo Eduardo Jimeno Correas, desde el comienzo de la aventura. Juntos viajaron a Lyon, compraron la cámara y realizaron las filmaciones, La primera la hicieron en el Ebro con los pontoneros, pero les falló el revelado. La segunda lleva por título Salida de misa de doce de la Basílica del pilar, dura apenas un minuto y se considera la primera película del cine español.
Eduardo Jimeno Correas la filmó desde una escalera de doble hoja y la revelaron en un laboratorio improvisado en las proximidades, en la Posada de las Almas, en la calle de San Pablo. Tenía una extensión de 12,40 metros y contenía 650 fotogramas.
Los Jimeno, padre e hijo, llevaron su espectáculo a Madrid, al que denominaron el jimenogfraphe y el cinematographe. Todavía no era el espectáculo que ofrecería Ignacio Coyne y no son los documentales de Pathé, que podían verse en Francia, según la publicidad de la época, con zarzuelas, bailes, cantos populares, dúos, arias, óperas y asuntos cómicos. En 1906 aparecen las primeras películas de Coyne con argumento. Sin sonido, pero que llegaron a contar con un animador en la sala, que las comentaba y las animaba.
Ignacio Coyne Lapetra era hijo de Anselmo María Coyne que había abierto en 1878 un estudio fotográfico, Se formó en este ambiente conociendo desde niño los secretos de la fotografía y el cine desde 1896, cuando llegó, pues era amigo de los Correa. En 1905 abrió en Zaragoza la primera sala estable para la exhibición, que se denominó Cinematógrafo Coyne y comenzó a filmar sus propias producciones documentales.
Las realizó sobre la ciudad. Viaje en tranvía desde El Coso a la calle Cerdán, en 1904. contenía un “carrello”, denominado luego internacionalmente como travelling. Continuó con Torrero y La Ribera, Plaza de la Magdalena, Coso y Paseo de Santa Engracia. Gigantes y cabezudos por la calle Alfonso. El repertorio llegó a Inauguración de la Exposición Hispano Francesa, que se celebró en la ciudad y fue el encargado de los reportajes especiales.
Esta exposición se celebró en 1908 en el centenario de los Sitios de Zaragoza. Un siglo después, en el 2008, se celebró otra Exposición Internacional, promovida por el arquitecto Carlos Miret para apoyar la candidatura del turolense Juan Alberto Belloch, que había sino ministro de Justicia e Interior, y se celebró cuando al fin fue alcalde de Zaragoza.
Con Coyne llegó el cine parlante, con un gramófono colocado detrás de la pantalla, con un repertorio que incluía, las populares coplas, La del pañuelo rojo, El pobre Ventura, La venta de Fausto y Una mujer gitana. Como a Astorga llegó cuando en el Cine Asturic proyectaban las películas mudas de Pamplinas, mientras el maestro Paganini tocaba el piano.
En 1009 sus cámaras viajan a África. Con Ignacio Coyne va Antonio de Padua Tramullas para rodar Campaña del Riff, Guerra de Melilla y Toma del Gurugú. Manuel Reverter, ex socio de Coyne abre una sala de exhibiciones, con el nombre de Ena Victoria, en 1908 y crea una industria propia de producción con películas como Primera comunión de los alumnos de las Escuelas Pías, 1913. Homenaje a Lanuza, 1914. Coyne murió en Zaragoza arruinado y olvidado.
Con la primera, Salida de misa de doce de la Basílica del Pilar, me pasó una anécdota curiosa. Era yo por entonces director de TVE en Aragón y contacté con un nieto de Eduardo Jimeno Peromarta, el pionero, buscando la manera de obtener la película, que duraba menos de dos minutos, y poder mostrarla. Era ya mayor y su respuesta fue tajante: “De ninguna manera, después de todos los olvidos y desprecios que le han hecho a mi abuelo. Sólo quiero que la metan en mi caja cuando me muera y me la llevaré conmigo.”
No fui capaz de sacarle de sus trece, como un nuevo papa Luna. Afortunadamente lo logró la Filmoteca de Zaragoza, bajo la dirección de Ana Marquesán, a la que yo había conocido cuando formaba parte de la compañía El Grifo, que dirigía Dionisio Sánchez, y que hicieron para TVE en Aragón, la miniserie Esto no es el tercer canal, y la conservan restaurada, bajo el título de Saludos, su primera versión, además de la segunda añadida, rodada por el mismo Jimeno Correa, en la que el público saluda a la cámara con sus sombreros, batiéndolos con la mano. Entre el público se ve a Jimeno Peromarta, que hace indicaciones a su hijo operador, ejerciendo como el primer director del cine español conocido.
En la misma plaza, poco más de medio siglo más tarde, se efectuó la primera retransmisión en la distancia para la televisión cuando esta estaba naciendo. Aprovechando la situación geográfica de Zaragoza se hicieron llegar por primera vez imágenes a la elemental red de Madrid a Barcelona. Eran imágenes del camarín de la Virgen, en denso blanco y negro, en las que palpitaban las llamas de las velas encendidas. La primitiva televisión se basaba en la inmediatez, pues no se contaba con la grabación, ni, por lo tanto, el diferido, Respecto al cine aportaba el directo y simultaneo, sin posibilidad de posponerlo para revisarlo, pero transmitido en la distancia.
En 2002 se subastó en Londres un lote que contenía el equipo con el que se rodó y que pertenecía a un descendiente de los Jimeno. Contenía además de la máquina 212 de los Jimeno, la 264, con tres lentes y ambas habían sido fabricadas por los Lumière. El resto yo las vi en Jaca, en casa de Tramullas, que la conservaba recibidas de su padre. En el lote de Londres se incluía un pesado trípode de madera, 6 películas y las cajas, también de madera que empleaban para el transporte de las máquinas.
En la fecha del centenario del cine en España, el Ayuntamiento de Zaragoza, entre las diversas actividades conmemorativas organizadas le dedicaron un homenaje a Eduardo Jimeno Correas erigiéndole un monumento con su estatua en la Plaza de Ariño
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