Por Manuel Medrano
http://manuelmedrano.wordpress.com
A pocos días de las elecciones autonómicas y municipales, con un proceso de atomización política previsible, un enorme manto de polvo sahariano cubre la península Ibérica y pone los termómetros muy altos.
No pasa nada, ya bajará la temperatura, pero la calentarán los vaivenes electorales, postelectorales, pactos y repactos, etc. Repartos de poder, no siempre de gestión, con parte de los protagonistas siendo meros hombres y mujeres de paja de los caciques de siempre.
Mi contacto constante con ciudadanos/as de la veintena me deja claro su escepticismo acerca de la política acompañado de una ínfima participación porcentual en ella. Lo malo es que, cuando me exponen las razones de su actitud, las comparto en gran medida.
Y la Serpiente Arcoíris sigue surcando el cielo, día tras día, y se manifiesta en la ondulación de la hierba por el viento.
Estamos, digo, en elecciones, pero no en periodo de reflexiones. Porque, si así fuera, se pondría en cuestión, por ejemplo, el concepto de “propiedad privada” y de “derecho al trabajo”. Si una decisión política permite impunemente el embargo de cuentas, propiedades y bienes varios (a ciudadanos y empresas rusos en USA y Europa, por ejemplo), aplícate el cuento, porque mucho más fácilmente pueden hacerte lo mismo con otra decisión política. Aunque, por otra parte, cuando por decisión meramente política se ha levantado un bien a un individuo para vendérselo o dárselo a otro, se produce el raro fenómeno de que ese bien no se autodestruye al haberse vulnerado el principio de la inviolabilidad de la propiedad privada. Las conclusiones derivadas de esto pueden ser de lo más curiosas.
También hemos visto cómo el derecho al trabajo puede depender de que te dejes inocular, o no, un brebaje experimental contra una infección vírica. No te dejas pichar… ¡despedido! En España no ha sucedido tanto, aunque las presiones y segregaciones han sido bárbaras, pero en Canadá, USA, Francia, etc., se ha orquestado desde el poder despótico e irracional una persecución monstruosa, por la que aquí abogaban algunos nostálgicos de las dictaduras de mediados del siglo pasado.
Y la Serpiente Arcoíris sigue ondulando en los mares, ríos y lagos.
Relativizarlo todo está bien como principio, hasta que vas a comprar y ves los precios, que han subido últimamente un poco más despacio, pero han subido, y el IPC continúa creciendo. O hasta que te das cuenta, no ya de la enorme cantidad de impuestos que pagas, algunos por duplicado o triplicado, sino de a dónde va todo ese dinero: en buena parte ni se sabe y, otra parte, mejor que no lo sepas por tu salud.
Da lo mismo. Este verano, verás ondular a la Serpiente Arcoíris en la ilusión óptica de las ondas de aire caliente que emanarán del asfalto y de las tierras en el campo. Y, sin embargo, nada cambiará.