Acabaremos mal, ya verás / Eugenio Mateo

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Por Eugenio Mateo
http://eugeniomateo.blogspot.com.es/

    No sé si echar la culpa al cambio climático de que esta primavera haya sido la más calurosa desde que se tienen registros (desde 1965),  ni tampoco soy capaz de aplicar al calor obsesivo el hecho de que las meninges se licuen con tanta facilidad.

    Sólo los que no somos tan listos como el Pato Donald…Trump tenemos la mosca tras la oreja —él no, pues la mosca se le enreda en el tupé— pero por cualquiera de los lados desde los que se analice a este perro mundo sólo se ven signos de lo mal que estamos, y sobre todo de lo mal que acabaremos. Cuitas veraniegas aparte, pues de tierra de secano somos y los padecimientos que la canícula procura no nos son ajenos, entra  el Pollo en el periodo que algunos llaman vacacional y al que, los que estamos siempre de vacaciones, bien por estirpe, o por gananciales, o porque nos solazamos habitualmente en la cultura del dolce far niente, le llamamos el tiempo de descuento: cerrado por vacaciones. Un país entero se ralentiza o se detiene tal cual, secularmente, como si todo pudiera esperar (que también, pues nada en definitiva es tan importante). Si tienes un contencioso, a esperar. Si tienes algo que presentar, para septiembre. Si esperas algo en lo que te vaya la vida, pues mala suerte. Viva la herencia de de la cultura conejera de la Iberia remota, que a pesar de todo, tan poco ha cambiado desde entonces.

    En otros tiempos me sublevaba la profusión de carteles de despedida programada en las persianas bajadas o ante las ventanillas sin funcionario.  También me revolvían los menuceles las serpientes de verano con las que los medios de comunicación nos amodorraban todavía más que el calor. Ahora que mi piel avisa de melanomas con efecto memoria intento no malgastar el resuello en causas perdidas y corro a refugiarme en la desbandada general camino de una simple sombra que aminore los ardores aunque mantenga  intacta mi capacidad de llamar imbéciles a los que juegan con la vida del planeta y de los que nos precedan  sin medir las consecuencias.  Como el chiringuito es el templo de las vanidades en chancletas y las noches en blanco por no poder dormir sean un peaje obligado para los parias del sur, incluidos algunos catalanes, que son de una raza especial anterior al Homo Antecessor, nos volveremos a conformar con un país en vacaciones hasta que cierre el garito de la esquina con la cerveza siempre fría y nos sintamos tan solos como los que llenan las terrazas con vaporización de últimas tecnologías. Menos mal que siempre nos quedará Paris a punto del toque de queda.

   Ahora las serpientes de verano llevan maletín con dinero negro. Aparecen caras que casi se nos habían olvidado. Aquellos próceres de tupé impoluto, de bonitas corbatas de Hermes, de gemelos de oro en los puños de las camisas, de tufo a poder y a éxito, de leal asistencia a uno con bigote (aquel, no, más reciente), no estaban muertos, no, no, seguían jugando al pádel, aunque un poco más pausadamente. Junto a ellos, cacos sin cacofonías, pero muy fantasmas. Y no están presos, no, no, están tomando cañas por todos aquellos platós que se precien. Nunca, jamás, —quite, quite— han metido la mano, y son estúpidos de reconocerlo, con lo que mola meter mano. Nunca ¿entiende? Jamás de los jamases. Todo es falso, mi partido es muy bueno aunque tuviera que hacer el paripé de abandonarme. Yo no tengo un duro, de eso se encarga mi mujer, que es muy buena administradora. Soy inocente, y cuando lo dicen mirando a la cámara con desparpajo les brilla el diente de oro de Macky Navaja al cruzar la avenida…

   Por dios, acabe tanto esperpento, no nos merecemos esto — ¿o sí?—

   Que los patriotas de pacotilla sean cobardes no es bueno para la salud mental. ¿Cómo se van a educar bien las nuevas generaciones si los que pronuncian España como ¡SSpáña!  sólo demuestran una bajeza moral propia de rufianes sin patria? 

   Antitaurinos de checa, piratas informáticos, frikis conceptuales, picoletos desautorizados desde la gente de orden, donadores interesados en hacerse honorables, nuevos césares de la izquierda, izquierdistas muertos de éxito prematuro, poetas sin ritmo, tontos del culo con hiperplasia, pobres sin aire acondicionado, ricos con paraíso fiscal conocido, camellos, camellos sin joroba, sonrisas de dentífricos blanqueadores, macizas modelos con agentes expertos en photoshop, chusma en pantalón corto aunque el protocolo lo impida, muyahidines alunizados, ciudadanos alucinados que ignoran la geoestrategia pero sufren la metralla, políticos de nuevo cuño desertores de siglas viejas, meteorólogos  desconcertados, jubilados con estrés, Arrimadas al pilón del chollo que cree a mano si pelea por el agua de un río de color naranja.  Esta galería veraniega de personajes promete un regreso trepidante. Veremos si puede ser peor.

—Roberto, ponme otra caña, que me voy al pueblo a ver si duermo—

    Y en ese mismo momento, un movimiento peristáltico me abate cuando veo en la pantalla de plasma, de nuevo, a toda una caterva de neo historiadores que me quieren dar gato por liebre y butifarra por jamón de jabugo. No, eso sí que no. Me voy, pero corriendo, al escusado. No sé cómo acabará esto si no hay  papel.

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